Isolda y compa?¨ªa
Concluye el aterrizaje del Festival de Bayreuth en Barcelona
Cuesta llegar a esta conclusi¨®n, pero si Bayreuth no los encuentra querr¨¢ decir que no hay tristanes en el actual mercado de voces. Cuesta, porque en alg¨²n lugar del mundo debe de haber un aut¨¦ntico heldentenor, un tenor heroico capaz de sobreponerse a los inhumanos envites de la orquesta wagneriana y que vocalmente confirme el trato de h¨¦roe que le dispensa el libreto. No es que Robert Dean Smith no cumpliera, que no infundiera confianza: intuyes desde el principio que llegar¨¢ sin despeinarse al final del tremendo tercer acto. Pero tal vez ah¨ª, en ese ¡°sin despeinarse¡± est¨¦ justamente el l¨ªmite: Trist¨¢n reclama una melena tan revuelta como los sentimientos que le destrozan. Y fuerza, mucha fuerza.
Maticemos: la orquesta no contribuy¨® a que se le escuchara mejor. Al gran Peter Schneider se le vio m¨¢s dispuesto a dejar hacer que a intervenir con la batuta, como si esta coletilla barcelonesa del festival alem¨¢n le pillara un tanto fatigado. Por supuesto, tanto ¨¦l como la orquesta cosecharon los parabienes de rigor, pues la calidad t¨¦cnica de estos m¨²sicos, auspiciada por unas condiciones laborales que aqu¨ª se nos antojan poco menos que ¨®ptimas, es incuestionable. Pero echarle el freno de mano al volumen no le habr¨ªa venido nada mal a Dean Smith, inaudible en no pocos pasajes, incluso desde la s¨¦ptima fila, que es donde nos ubicamos.
Trist¨¢n e Isolda
De Richard Wagner.
Int¨¦rpretes: Robert Dean Smith, Franz-Josef Selig, Ir¨¦ne Theorin, Jukka Rasilainen, Ralf Lukas, Michelle Breedt. Orquesta y coro del Festival de Bayreuth. Director: Peter Schneider.
Barcelona, Liceo, 6 de septiembre.
Ahora bien, la causa principal de este Trist¨¢n ausente vino de colocar como Isolda a Ir¨¦ne Theorin, cantante sueca que debutaba en el Liceo y que, como se suele decir, se comi¨® al tenor con patatas. Ah¨ª s¨ª estamos ante una voz con todas las aptitudes dram¨¢ticas requeridas por la parte: fiato prodigioso, voz grande que appiana como y donde quiere y diversidad de registros, desde el hieratismo del primer acto, al lirismo del gran d¨²o del segundo para concluir con un Liebestod de una intensidad expresiva monumental.
El resto del reparto a gran nivel, con especial menci¨®n para el rey Marke de Franz-Josef Seilg, a quien ya hab¨ªamos escuchado como Daland en El holand¨¦s. Bien tambi¨¦n el Kurwenal de Jukka Rasilainen y un punto por debajo, pero finalmente correcta, la Brangane de Michelle Breedt.
Con Trist¨¢n concluye este aterrizaje del Festival de Bayreuth en Barcelona que se salda con un ¨¦xito m¨¢s que notable. Va a ser muy dif¨ªcil, por no decir imposible, que las siguientes citas del bicentenario wagneriano se mantengan al nivel que ha tenido este inicio. Es el riesgo de fichar a Bayreuth en peso en posici¨®n de salida. Y es tambi¨¦n la grandeza del acontecimiento: tardaremos en olvidar estos d¨ªas m¨¢gicos en los que la m¨²sica de Wagner se ha acogido con un silencio y un respeto pocas veces registrado en el Liceo.
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