Galicia y la mirada de Carl
El pueblo llano paga las consecuencias de aquella fiesta bancaria, con Alemania al frente, por cierto
Los temas de ¡°La sanidad¡± y ¡°La clase pol¨ªtica, los partidos pol¨ªticos¡± est¨¢n entre los que el electorado gallego valora m¨¢s negativamente cuando se le pregunta por cuestiones problem¨¢ticas del conjunto del estado y por cuestiones personales vinculadas a ellas en los bar¨®metros del CIS (Preguntas de Agenda P¨²blica y de Agenda Personal). Los porcentajes de respuesta negativa o problem¨¢tica son superiores o significativamente superiores a los de la media de los habitantes del estado y muestran una peculiar incidencia problem¨¢tica de esas dos cosas en la misma Galicia.
Lo de la sanidad est¨¢ continuamente en la prensa y poco m¨¢s se puede a?adir que no sepamos: cada d¨ªa es m¨¢s restrictiva y su calidad se resiente cuando se reducen sus gestores directos. La sanidad p¨²blica es uno de los avances m¨¢s extraordinarios de la historia humana, y permite la igualaci¨®n m¨¦dica de las diversas clases sociales m¨¢s all¨¢ de su riqueza. El estallido de la burbuja inmobiliaria, la consiguiente descapitalizaci¨®n bancaria (por ser amables en la calificaci¨®n de lo que ocurri¨®) y la crisis internacional, han hecho dif¨ªcil la refinanciaci¨®n habitual de las deudas p¨²blicas, y los caminos de la recuperaci¨®n econ¨®mica, tal como est¨¢n planteados de la mano de la se?ora Merkel y de algunos de sus socios, tambi¨¦n de sus socios locales, son caminos largos si no imposibles. La sanidad, pues, como el signo vivo de unos tiempos de sombras de los que dif¨ªcilmente saldremos por el camino alem¨¢n. El pueblo llano paga las consecuencias de aquella fiesta bancaria, con Alemania al frente, por cierto. Pero no es su fiesta, la fiesta del pueblo, o lo es solo ahora y apenas para pagar muy caros los desmanes de sus presuntos l¨ªderes pol¨ªticos y econ¨®micos.
Lo de la clase pol¨ªtica y los partidos pol¨ªticos tambi¨¦n alude m¨¢s a Galicia que al conjunto del estado, como la sanidad. Son datos desagregados para Galicia procedentes del ¨²ltimo bar¨®metro del CIS (Julio 2012). Es m¨¢s que probable tambi¨¦n que la especial incidencia de la cr¨ªtica a pol¨ªticos y partidos tenga que ver con la frustrante gobernanza del PP y del se?or Feij¨®o que con ninguna otra cosa, aunque tambi¨¦n debe haber alguna cr¨ªtica al resto de partidos no gobernantes.
La desconfianza hacia la pol¨ªtica es la peor se?al que una sociedad puede emitir: se est¨¢ hablando, y mal, de las instituciones democr¨¢ticas y de sus habitantes profesionales. Se est¨¢ impugnando la base c¨ªvica de nuestra gobernanza, y eso es muy grave, tan grave que por ese hueco puede colarse cualquier aventurero de la pol¨ªtica, cualquier vendedor de crecepelo, cualquier sujeto espabilado que sepa leer la frustraci¨®n colectiva. Algunos, como saben, lo est¨¢n intentando.
Que este pa¨ªs necesita un cambio de orientaci¨®n socioecon¨®mica y pol¨ªtica para crear riqueza y empleo hace tiempo que lo vamos sabiendo a golpe de malas noticias. La cosmovisi¨®n ideol¨®gico-econ¨®mica del PP no puede monopolizar, incluso en sus fracasos, el presente y el futuro de este antiguo Reino de Galicia que lo ha ido perdiendo casi todo a lo largo de los siglos. Una alternativa de cambio y progreso no es solo una alternativa de izquierda en un sentido cl¨¢sico: es una alternativa amplia en clases sociales y en ideas y que deber¨ªa tener por objetivo poner las bases de la recuperaci¨®n de este pa¨ªs por otras v¨ªas m¨¢s din¨¢micas y esperanzadas. Y esto es bueno tambi¨¦n para la gente de dinero, negocio e inversi¨®n. Una sociedad desequilibrada, sin las necesidades b¨¢sicas cubiertas, con empleos basura y con las esperanzas rotas solo lleva a mayor desesperanza y a mayor riesgo para todos.
Cuando yo era un primer adolescente, el fil¨®sofo alem¨¢n Carl Schmitt viv¨ªa en Santiago y se apostaba, los jueves que hab¨ªa feria en Santa Susana, en la esquina entre la Carreira do Conde y A Senra y miraba a aquellos paisanos y a aquellas vacas y caballos con unos ojos que no olvidar¨¦. Con el tiempo supe qui¨¦n era y adivin¨¦ el sentido de su mirada, que iba directa hacia la nostalgia de la Europa campesina y medieval, que ya se perd¨ªa. Miraba con la pasi¨®n de qui¨¦n le da a todo aquello una versi¨®n pol¨ªtica. El la ten¨ªa y era conocida. Pero aquella nostalgia, que tambi¨¦n era propia de todos los que ve¨ªan desaparecer aquellas maravillosas ferias y aquellos jueves fant¨¢sticos de Compostela, era tambi¨¦n un poco retardataria y bloqueaba cierto sentido de futuro. En cierto modo, seguimos quietos y mirando. Siempre que voy a Santiago me pongo en el sitio exacto de Carl Schmitt, por el que yo pasaba camino del callej¨®n de Matac¨¢ns y de casa de mis primo Seraf¨ªn Moralejo, que se fe haciendo sabio y mayor y se nos ha muerto ya, como su hermano Juan, como Carl Schmitt y como las ferias inolvidables de Santa Susana. Yo vuelvo all¨ª y miro a d¨®nde miraba el fil¨®sofo, y veo las elecciones del 21-O como una nueva oportunidad. O eso o la nostalgia.
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