Los huevos de la discordia
"Nuestro actual presidente act¨²a supeditado a cuanto le indican en Madrid, como el gobierno de Madrid est¨¢ supeditado a cuanto dicta la famosa troika europea o el tribunal constitucional de Karlsruhe"
Nadie en su sano juicio se atrever¨ªa a indicar que detentar la presidencia de la Generalitat Valenciana es un honroso regalo en estos tiempos distorsionados por la grave crisis econ¨®mica; una crisis econ¨®mica originada por algunos pol¨ªticos con poca cabeza y menos tiento, por determinados dirigentes de algunas entidades financieras absolutamente irresponsables, y por especuladores que r¨ªen sus gracias mientras miran de soslayo c¨®mo se recortan salarios o prestaciones sociales. Y resulta algo m¨¢s que lastimoso pensar que mientras el anterior presidente de la Generalitat multiplicaba el discurso hablando de que viv¨ªamos en la m¨¢s puntera y desarrollada de las regiones europeas, las arcas p¨²blicas se quedaban vac¨ªas y la deuda auton¨®mica alcanzaba un montante inimaginable para el ciudadano corriente. Pero es el pasado reciente de un triste presente en el que el m¨¢ximo dirigente del PP Mariano Rajoy le ofreci¨® la presidencia de la Generalitat a Alberto Fabra. Fabra era alcalde de Castell¨®n y tambi¨¦n era un chico modoso de nuestra derecha con los mismos pecados en su haber, en lo referente sobre todo al endeudamiento, que cometieron tantos afines locales suyos en el resto de la Pen¨ªnsula. La presidencia de la Generalitat era un regalo envenenado, porque las arcas estaban vac¨ªas, la deuda auton¨®mica enorme y el prestigio de la instituci¨®n zarandeado por graves casos de corrupci¨®n en el ¨¢mbito del corte y confecci¨®n y por juicios sin condenas que sacaban los colores de la verg¨¹enza a cualquier ciudadano, incluido Alberto Fabra. Cuando Rajoy se fij¨® en el castellonense, quiz¨¢s vio la mejor de las opciones posibles en ese patio de Monipodio en que se hab¨ªa convertido el conservadurismo valenciano de la mano de Francisco Camps. Y tiene sin duda un m¨¦rito limitado, pero m¨¦rito, el hecho de que el mun¨ªcipe de Castell¨®n aceptara.
Y con el cargo llegaron los sinsabores, porque nuestro actual presidente act¨²a supeditado a cuanto le indican en Madrid, como el gobierno de Madrid est¨¢ supeditado a cuanto dicta la famosa troika europea o el tribunal constitucional de Karlsruhe, que acaba de dar luz verde a la compra de bonos de la deuda sin fin de los pa¨ªses mediterr¨¢neos en crisis. Qu¨¦ le vamos a hacer. No hay un duro y las tijeras de los recortes se afilan, mientras Alberto Fabra carga con el cirio grande en el desfile de problemas cotidianos que acucian a tantos ciudadanos, y no precisamente a quienes originaron la crisis. Ese otro d¨ªa y aqu¨ª en Castell¨®n, a Alberto Fabra le lanzaron huevos en un acto oficial. Huevos de mal gusto, que pusieron la sangre caliente y la poca reflexi¨®n. Gajes del oficio como un d¨ªa le ocurriera a Reagan y otro a Kissinger. Aunque es bueno conservar la calma en estos tiempos adversos, como es bueno recordar las sentencias b¨ªblicas que hablan de quienes ¡°atan cargas insoportables y las ponen a las espaldas de los hombres, pero ellos no mueven un dedo para llevarlas¡±.
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