¡°No se est¨¢ haciendo nada de lo que recomiendan los expertos¡±
Soci¨®logos avisan del riesgo de ¡°desertificaci¨®n social¡±
Tambi¨¦n en el campo, el gasto social choca con el sacrosanto mandato de austeridad. La lucha contra la pir¨¢mide invertida consume r¨ªos de tinta en planes y programas de dinamizaci¨®n demogr¨¢fica sin que la sangr¨ªa poblacional d¨¦ se?ales de alivio. Con el Parlamento disuelto por la convocatoria electoral, la presentaci¨®n de enmiendas al Plan de Dinamizaci¨®n Demogr¨¢fica de Galicia, la propuesta m¨¢s reciente de la Xunta contra la galopante despoblaci¨®n de las aldeas del interior, tendr¨¢ que esperar la formaci¨®n de un nuevo gobierno. Carlos Manuel Abella, uno de los soci¨®logos invitados a participar en los grupos de trabajo constituidos para debatir el plan, no tiene muchas esperanzas de que tanta discusi¨®n vaya a concretarse en una apuesta firme por el sacar al rural del hoyo. ¡°La Xunta no est¨¢ haciendo nada de lo que los expertos recomiendan. La l¨ªnea pol¨ªtica es eliminar todo lo p¨²blico¡±, critica el soci¨®logo, director de la consultor¨ªa AbellayValencia. Insiste en que el campo no revivir¨¢ si no se invierte en servicios p¨²blicos c¨®modos y cercanos para los vecinos.
?En tiempos de adelgazamiento del Estado del Bienestar, Abella teme que las propuestas de la Conseller¨ªa de Traballo e Benestar para rejuvenercer el campo no pasen de buenas intenciones. Entre las recetas anunciadas en mayo de 2011 por la conselleira Beatriz Mato est¨¢ la de favorecer la conciliaci¨®n familiar con guarder¨ªas o incluso con casas nido, viviendas particulares autorizadas en el cuidado de ni?os durante la jornada laboral de los padres. Pero en la pr¨¢ctica, la Xunta exige cada vez m¨¢s esfuerzo a otras administraciones tambi¨¦n ahogadas por la falta de fondos, como los municipios, que tendr¨¢n que aportar el 40% del gasto de construcci¨®n de 15 nuevas escuelas infantiles del Plan Educa3, cuando hasta ahora su colaboraci¨®n econ¨®mica se limitaba al mantenimiento.
¡°La cuesti¨®n es, ?queremos un modelo propio o uno calcado de Madrid o Barcelona? La idiosincrasia de Galicia es rural, no somos un pueblo de ciudades grandes. Se est¨¢ haciendo todo al rev¨¦s¡±, concluye Xos¨¦ Gabriel V¨¢zquez, soci¨®logo de la Universidade de A Coru?a y coordinador de Lugo Reacciona (2011), un volumen financiado por la Diputaci¨®n de Lugo en el que varios expertos analizan el imparable proceso de despoblaci¨®n de la provincia, que en una d¨¦cada perdi¨® 14.000 habitantes. El criterio pol¨ªtico, se?ala, deja el rural a un lado porque ¡°en el campo sobran viviendas, pero en las ciudades se construyen¡±. Pese a proyectos cooperativos que reconoce exitosos, V¨¢zquez alerta de que en diez a?os amplias ¨¢reas de Galicia podr¨ªan convertirse en ¡°¨¢reas de desertificaci¨®n social¡±. Es lo que pronostican la falta de proyecto vital para los j¨®venes en las aldeas moribundas y el declive de los sectores productivos vinculados al agro.
Alberto Saco, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidade de Vigo, habla incluso de ¡°una estrategia deliberada para vaciar el rural¡±. Saco achaca la agon¨ªa del campo a la l¨®gica del sistema capitalista: ¡°Los mercados tienden a juntar a la gente en las ciudades¡±, explica, antes de precisar que en Galicia ¡°nunca existi¨® un criterio racional para la ordenaci¨®n del rural ni un proceso de comarcalizaci¨®n adecuado que permita compartir recursos¡±. Con el precio de la leche en m¨ªnimos hist¨®ricos y muchas peque?as explotaciones l¨¢cteas arcaicas, familiares ¡ªel trabajo asalariado en el sector es anecd¨®tico y el 57% de las granjas est¨¢ a nombre de mujeres para las que la agricultura es una fuente secundaria de ingresos o incluso la ¨²nica v¨ªa de acceder a una exigua jubilaci¨®n¡ª el campo sin servicios adecuados ¡°y aunque con recursos sin explotar¡± tiene poco futuro. ¡°Las condiciones nunca fueron buenas, quien no se va es porque no puede¡±, sentencia Saco. Durante m¨¢s de 30 a?os, estudi¨® el acceso a los servicios en el mundo rural y tiene claro qu¨¦ diferencia Galicia de otras zonas de Espa?a en las que el campo no ha perdido tanto pulso, como el Pa¨ªs Vasco, Navarra, Cantabria o incluso Asturias, as¨ª como de los paradigm¨¢ticos de Soria, Arag¨®n o algunas zonas del interior de Catalu?a, que mitigaron el abandono de sus pueblos atrayendo vecinos de otras zonas y aprovechando el monte comunal para crear empleo.
Lo ¨²nico que a corto plazo puede frenar el declive del campo tampoco supone un consuelo. Abella y Saco coinciden en que el paro en la ciudad ¡ªque sigue tenidendo en el agro su despensa¡ª convierte el ¨¦xodo rural en una aventura con pocas garant¨ªas. ¡°Hay familias que sobreviven con la pensi¨®n de los mayores del rural, pero los viejos se mueren y esto se acaba¡±, advierte Saco.
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