El regreso de Sorolla
El Bellas Artes dedica una sala monogr¨¢fica al pintor valenciano. La pinacoteca recibe en dep¨®sito 22 obras de coleccionistas privados
En un viaje de vuelta de Roma, donde ha frecuentado a la numerosa colonia de artistas vascos que all¨ª se han establecido, Joaqu¨ªn Sorolla pisa por vez primera Euskadi. Corre 1889. Ser¨¢ la primera de una serie de estancias, primero cortas, luego veraneos enteros, que el pintor (Valencia, 1863-Madrid, 1923) pasar¨¢ en el Pa¨ªs Vasco, especialmente en San Sebasti¨¢n, donde lleg¨® a tener una villa. Estancias que llegaron hasta el final de su vida ¡ªlos veranos de 1920 y 1921 los pas¨® con su familia, ya muy enfermo, en la capital guipuzcoana¡ª y en las que realiz¨® numerosas obras bajo una luz muy distinta de la de su Mediterr¨¢neo natal.
Ahora Sorolla regresa para instalarse. El Museo de Bellas Artes de Bilbao present¨® ayer de la mano de su director, Javier Viar, la sala monogr¨¢fica que le ha dedicado en el primer piso de su edificio antiguo. Varios coleccionistas particulares han cedido de forma desinteresada a la pinacoteca un total de 22 obras de Sorolla que ir¨¢n rotando por este espacio. La cesi¨®n se realiza en dep¨®sito durante tres a?os prorrogables.
Todo un tinglado de visiones se puede apreciar de forma m¨¢s rica¡±
Arranca la rotaci¨®n con siete ¨®leos realizados entre 1905 y 1914, de los que cinco son obras relevantes de las que el artista pint¨® en sus estancias en el Pa¨ªs Vasco.
La cesi¨®n ampl¨ªa de forma muy sustancial la presencia del artista en los fondos del museo, que hasta ahora se limitaban a tres pinturas, pero adem¨¢s sirve para establecer varios di¨¢logos con otras de las piezas que atesora el museo. ¡°Nos da la oportunidad de ver de forma m¨¢s estable que en una exposici¨®n la oposici¨®n entre la visi¨®n l¨²dica, mediterr¨¢nea y luminosa de Sorolla y esa Espa?a oscura, atormentada, del 98¡±, comentaba ayer Viar a EL PA?S.
La rotaci¨®n se abre con siete ¨®leos, cinco de ellos pintados por el autor en Euskadi
La mirada del pintor valenciano confronta as¨ª con la que despliegan en las salas inmediatas autores como Zuloaga, Gustavo de Maeztu, Nonell, Anglada Camarasa o Juan de Echevarr¨ªa.
Otro di¨¢logo es el que se traza entre el posimpesionismo de Gauguin y Serusier y la influencia de la vanguardia parisina en autores vascos como Iturrino o Durrio y la regresi¨®n a lo tradicional que al tiempo se vive en la pintura espa?ola. ¡°Sorolla est¨¢ un poco en esto, aunque con un mirada m¨¢s moderna¡±, apunta Viar. Y, finalmente, su iconograf¨ªa de los tipos y personajes vascos contrasta con la que, con una mirada m¨¢s castellana, tienen los propios pintores nacidos en Euskadi como Zuloaga o Maeztu. ¡°Todo este tinglado de visiones se puede apreciar de una manera mucho m¨¢s rica y compleja con una Sala Sorolla¡±, remata el director de la pinacoteca bilba¨ªna.
Sorolla atrae mucho al p¨²blico del Bellas Artes. M¨¢s de 154.000 ciudadanos vieron en la temporada 2008-2009 la colecci¨®n de murales que realiz¨® para la Hispanic Society, la segunda muestra m¨¢s vista en la historia del museo. Con esta sala y a punto de recibir a Botero y en dos meses a Piranesi, el Bellas Artes, que clausura ma?ana la muestra de las series de grabados de Goya, mantiene una ¡°oferta muy potente¡±, concluye su director.
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