Lo m¨ªo para m¨ª y Dios para todos
Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad econ¨®mica est¨¢n ligados con conceptos b¨¢sicos, dif¨ªciles de definir con precisi¨®n y sobre todo de aplicar con correcci¨®n. La solidaridad y la equidad son dos de ellos. Pensemos en dos problemas cercanos: la construcci¨®n europea y el problema del euro, por un lado, y el entramado institucional de las CC. AA. y su financiaci¨®n, por otro.
En el primer ejemplo la crisis econ¨®mica ha sacado a la luz cuestiones que antes estaban algo m¨¢s ocultas. Ahora se habla con claridad meridiana de los pa¨ªses del norte y del sur, de los pa¨ªses acreedores y deudores, de los que cumplen y los que no cumplen con las reglas y de los que para ayudar a los que peor se encuentran tienen que aportar m¨¢s de lo que se considera, a su juicio, deseable. La propuesta de mutualizar la deuda aparece en el discurso de los que precisan ayuda pero no es aceptada por los que muestran su oposici¨®n a este ejercicio de compartir los riesgos y la deuda con otros pa¨ªses de la zona euro. Detr¨¢s de las dificultades que venimos padeciendo para encontrar una soluci¨®n duradera a esta crisis aparecen varios factores. Muchos han sido analizados hasta la saciedad. Quiz¨¢ no est¨¦ de m¨¢s que miremos a la solidaridad y a su ejercicio como uno m¨¢s de los que necesariamente hay que tener en cuenta.
En el segundo ejemplo, existen problemas t¨¦cnicos relacionados con el modelo de financiaci¨®n aprobado para las Comunidades Aut¨®nomas de R¨¦gimen Com¨²n pero tambi¨¦n aflora, como el Guadiana, la cuesti¨®n relacionada con las aportaciones netas al Fondo de Solidaridad. Una de las razones que se han apuntado como motor del reciente empuje a favor del independentismo en Catalu?a es precisamente la sensaci¨®n de muchos catalanes de que los ajustes y recortes que tienen que soportar en el presente no hubieran sido necesarios si hubieran dispuesto de todos los ingresos fiscales recaudados en Catalu?a.
¡°La Uni¨®n hace la fuerza¡± es un dicho muy socorrido. Pero la uni¨®n es dif¨ªcil que tenga ¨¦xito cuando aparecen lo que alguna de las partes considera agravios comparativos y cuando no se est¨¢ de acuerdo con la forma utilizada para garantizar el cumplimiento del principio de igualdad entre naciones, regiones o personas. El dicho de ¡°Lo m¨ªo para m¨ª y Dios para todos¡±, puede ser tambi¨¦n ilustrativo de lo que subyace en las dos situaciones descritas.
Muchos problemas actuales est¨¢n ligados a la equidad y la solidaridad
Se ha construido la Uni¨®n Europea sin que los pa¨ªses que la componen est¨¦n ¡°obligados¡± a ser solidarios en ¨¦pocas dif¨ªciles como las actuales. Se ha construido el entramado de las CC. AA. sin resolver adecuadamente el problema que se plantea con el esfuerzo de la redistribuci¨®n cuando en lugar de ¨¦pocas de bonanza se viven situaciones de crisis prolongadas. Es dif¨ªcil hacerlo bien pero no vale no abordar el problema con todas sus consecuencias.
El concepto de solidaridad tiene similitudes con el de equidad. El primero se puede entender desde el principio de que todas las especies vivas tenemos algo en com¨²n y nos necesitamos, nos interrelacionamos y, por tanto, debemos cuidarnos mutuamente. La conciencia de unidad, todos somos hermanos, se parece a la equidad pero no es lo mismo. Al menos as¨ª me lo parece aunque quiz¨¢ esto se deba a que la equidad ha disfrutado, en el campo de la teor¨ªa econ¨®mica, de an¨¢lisis conceptuales muy espec¨ªficos basados en la filosof¨ªa humanista utilitarista (desde el concepto de ¡°no envidia¡±, al de comportamiento cooperativo). Pero no ir¨¦ por ese camino que nos llevar¨ªa demasiado lejos. S¨®lo mencionar¨¦ que la equidad, en t¨¦rminos generales se puede definir como la actitud mental y vital que induce a dar a cada cual lo que se merece. La cuesti¨®n es ?y qu¨¦ es lo que se merece cada cual?
La pregunta obliga a definir el modo en que la gente cree que los dem¨¢s deben comportarse. Y la necesidad y existencia de estos juicios se han hecho meridianamente claro en el caso europeo. Los ciudadanos de unos pa¨ªses juzgamos el comportamiento de los de otros. El caso griego puede considerarse como paradigm¨¢tico. Les hemos juzgado y, en gran medida, condenado. Ha habido y sigue habiendo otro tipo de juicios (lo que opinan los alemanes de nosotros o lo que nosotros opinamos de ellos). Y esto es importante porque hay decisiones de car¨¢cter econ¨®mico que dependen de la forma en que las personas o los pa¨ªses son juzgados y se sienten juzgados. Por ejemplo la negativa a aceptar la figura de los eurobonos se puede entender como el miedo a tener que compartir el riesgo con alguien a quien no se considera solvente o de fiar. O los catalanes en su esfuerzo solidario se pueden sentir mal porque se consideran arrojados al grupo de los ¡°ni agradecidos ni pagados¡±.
Todo esto es muy complicado. No hay reglas sencillas que permitan que las naciones o los individuos seamos solidarios o equitativos sin experimentar el deseo de buscar otra manera menos exigente de conseguirlo. Cualquier soluci¨®n, la elecci¨®n de una regla sostenible en el tiempo, precisa de lucidez al definir los conceptos, de una discusi¨®n reposada y de l¨ªderes capaces de explicar lo que est¨¢ en juego a la hora de forjar mayor¨ªas. Afortunadamente no faltan an¨¢lisis y propuestas donde poder inspirarse.
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