El lechero
Este Gobierno ha decretado una amnist¨ªa fiscal para los grandes capos, ha asfixiado a la clase media y ha puesto a los parados a rebuscar en la basura
Winston Churchill no era un tipo simp¨¢tico. Un se?or con puro y bomb¨ªn. Conservador, terco como una mula y un poco dado a la bebida. Pero cuando su pa¨ªs estaba hecho unos zorros en plena guerra y perdiendo el partido contra la Alemania nazi por goleada, se present¨® ante la C¨¢mara de los Comunes con un discurso demoledor. ¡°Solo puedo prometer sangre, sudor y l¨¢grimas¡±, dijo. Era su primera alocuci¨®n al pa¨ªs. Y arras¨®. Pensar¨¢n ustedes que los ingleses tienen un punto masoca. Puede. Pero siguieron sus indicaciones a pies juntillas. Entendieron que el sacrificio iba a ser igual para todos, desde la Reina madre hasta el ¨²ltimo ferroviario de Victoria Station. Lo dem¨¢s es Historia. La Luftwaffe bombardeando Londres un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, la soberana aguantando metralla en el Palacio de Buckingham, mientras el resto de las casas reales europeas hu¨ªan hacia climas m¨¢s benignos y el lechero repartiendo botellas de leche cada ma?ana entre los escombros. La batalla de Inglaterra.
Ya sabemos que los ingleses tienen sus man¨ªas, conducen por donde les da la gana, toman el t¨¦ a las cinco, y tienen un humor tan peculiar que cuando hay niebla en el Canal, consideran que es todo el continente el que se queda aislado, no ellos. Son muy suyos. Pero cuando las cosas se pusieron feas, supieron mantener el pulso contra la mayor maquinaria de guerra del mundo.
Todo esto ven¨ªa a cuento de Churchill. Un pol¨ªtico conservador, como dec¨ªamos, que fumaba puros, igual que el nuestro. Pero que a diferencia del nuestro, ten¨ªa el Estado dentro de la cabeza.
Hay momentos en la Historia en los que un gobernante s¨®lo puede prometer sangre, sudor y l¨¢grimas. Y una ciudadan¨ªa decente debe estar a la altura de las circunstancias. Pero tiene que quedar muy claro que los sacrificios han de empezar por arriba. Por la banca, por las grandes fortunas, por las sicav. Solo as¨ª el lechero de la esquina podr¨¢ comprender que tambi¨¦n ¨¦l tiene que arrimar el hombro para levantar el pa¨ªs.
Conozco a mucha gente honrada que las pasa canutas para llegar a fin de mes, y que a¨²n as¨ª estar¨ªa dispuesta a pagar m¨¢s impuestos si supiera que su esfuerzo iba a servir para apuntalar la sanidad p¨²blica, el instituto de su barrio o un comedor infantil. Pero hasta ahora todo lo que se ha llevado Hacienda se ha ido por el sumidero de Bankia, que es tirar el dinero por la ventana.
Este Gobierno ha decretado una amnist¨ªa fiscal para los grandes capos, ha asfixiado a la clase media y ha puesto a los parados a rebuscar en la basura. Y mientras tanto los presidentes auton¨®micos van por ah¨ª preguntando qu¨¦ hay de lo m¨ªo y discutiendo si es m¨¢s soberanista el padre o el hijo; el PP recogiendo los frutos de su recurso de inconstitucionalidad al Estatut; el ministro de Educaci¨®n a la altura del encefalograma plano y los programas rosa de la tele, por supuesto, analizando intelectualmente el asunto. As¨ª, se?or Rajoy, no hay lechero que se cuadre. Ni Dios que aguante.
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