Dicotom¨ªa cisne blanco-cisne negro

Se despide el Sof¨ªa Ballet con una producci¨®n siempre modesta pero algo m¨¢s entonada que el anterior Cascanueces. Los decorados de Stoinov proponen una uni¨®n entre la tela pintada de las bambalinas y los telones de fondo m¨¢s modernos y fotogr¨¢ficos. El empaste se queda a medias y en gran parte es responsabilidad de una iluminaci¨®n deficiente. Con el vestuario hay aciertos, como ubicar el primer acto en una escena de caza (hay muchas producciones que lo hacen) y unificar al cuerpo de baile mediante una ¨²nica gama crom¨¢tica, muy atenuada y sin estridencias.

Adrian Mihaiu, el bailar¨ªn que hace el buf¨®n, se ve seriamente perjudicado por un vestuario ajedrezado que sencillamente mata su baile y su figura, ya de por s¨ª no ideal.

Aunque Bianca Fota, la bailarina invitada de la ?pera de Bucarest, a¨²n es joven y digamos se encuentra en un proceso de cristalizaci¨®n de los grandes personajes del repertorio cl¨¢sico, ya su encarnaci¨®n del doble personaje de Odette (cisne blanco) y Odille (cisne negro) tiene matices propios y puede calificarse de estar una buena l¨ªnea, de aspirar a una concepci¨®n dramatizada a la vez que con acentos personales y ajust¨¢ndose en lo coreogr¨¢fico a los c¨¢nones que hoy, de manera global, ya est¨¢n dados por buenos. El origen, ese cisne blanco fue ideado por Marius Petipa, pero desarrollado por su ayudante, Lev Ivanov (la eminencia gris en cuanto coreograf¨ªa de los actos blancos). En el caso del cisne negro, el papel sufri¨® una evoluci¨®n en parte marcada por sus int¨¦rpretes, desde la primera a hoy, una dial¨¦ctica muy marcada de adaptaci¨®n al progreso de la t¨¦cnica, el lucimiento estelar y sobre todo, la prosecuci¨®n de una excelencia en la parte m¨ªmica, tanto como encarnaci¨®n la seducci¨®n m¨¢s que del mal mismo, que ya en la obra hay otro personaje para eso: el brujo Von Rothbart. El partenaire de Fota, el tambi¨¦n rumano Gigel Ungureanu es sol¨ªcito y tiene una buena qu¨ªmica con la hero¨ªna, se conocen muy bien y son capaces de llevar a cotas virtuosas las partes de d¨²o coral.

En el Lago de los cisnes la lucha entre el bien y el mal se da en dos planos espec¨ªficos: de una parte, en la dicotom¨ªa del doble personaje: cisne bueno, cisne malo. Y por otro lado y en paralelo, la lucha entre un pr¨ªncipe obnubilado de amor (el bien) y un brujo que imanta a sus princesas-cisnes de un mensaje de negatividad. De ah¨ª que se representen dos batallas: la del cisne blanco por salir de su encantamiento y la campal del brujo y el noble. Obviamente vence el bien a trav¨¦s del sacrificio, como debe ser en toda trama rom¨¢ntica que se precie, y en esta versi¨®n se acude a un socorrido final feliz, con la pareja celebrando la victoria de su amor. Es una manera de verlo, aunque la m¨²sica pida que los protagonistas se hundan en el lago, como dec¨ªa el gui¨®n original.

EL LAGO DE LOS CISNES. Sof¨ªa Ballet (Bulgaria). Coreograf¨ªa: Marius Petipa y Lev Ivanov; m¨²sica: P. I. Chaicovski; escenograf¨ªa: Boris Stoinov; vestuario: Tatiana Stoinova. Teatro Nuevo Apolo. Hasta el 30 de septiembre.