La exacta magnitud de la danza

Sin duda alguna, no est¨¢ en su magnitud la grandeza de una obra de arte. Pero, de la misma forma, y al menos en los terrenos de la danza y el baile, se puede reconocer que las coreograf¨ªas trasladadas a un gran elenco pueden dar mucho juego y vistosidad en las combinaciones, en el colorido, en la dif¨ªcil sincron¨ªa coral. En una bienal en la que, hasta donde uno ha llegado a ver, la austeridad ha sido la nota dominante de las propuestas, la visita del Ballet Nacional, con su gran elenco de bailarines, su decena de m¨²sicos y su impecable puesta en escena supone todo un cambio de registro, y no solamente por el aspecto digamos cuantitativo, sino por toda la calidad que representa. Adem¨¢s, y aqu¨ª las grandes magnitudes juegan en contra, su visita se ubic¨® en el mastod¨®ntico auditorio Fibes, que apenas roz¨® la media entrada contando las consabidas invitaciones. ?Ten¨ªa que haber sido ese el lugar? Uno entiende que en este caso las dimensiones le hicieron un flaco favor al arte. La lejan¨ªa del escenario para la inmensa mayor¨ªa de los espectadores impidi¨® una mejor apreciaci¨®n de, al menos, la parte que m¨¢s cercan¨ªa necesitaba, la representaci¨®n de la Medea del Maestro Granero, rescatada por la actual direcci¨®n del BNE tras a?os de ausencia de los escenarios.

¡®La Suite Sevilla¡¯ , obliga a enfrentar t¨®picos como los toros o la feria

En este cl¨¢sico de nuestra danza, el asunto de las magnitudes pasa a un segundo plano para que se puedan apreciar los valores de la interpretaci¨®n, puesto que aqu¨ª los bailarines y bailarinas ponen todos sus recursos danc¨ªsticos al servicio de una historia, a la creaci¨®n de un personaje. La magnitud, la grandeza reside as¨ª en el equilibrio y en el acertado uso de todos esos recursos para tal fin. Y eso fue lo que vivimos con esta rediviva Medea que se mantiene fresca casi treinta a?os despu¨¦s de su estreno. Contribuye a ello en gran parte la bell¨ªsima partitura compuesta por el maestro Manolo Sanl¨²car, llena de inspiraci¨®n y perfecta conductora de esta tragedia donde se contienen tantos elementos de la condici¨®n humana. Pero est¨¢n, sobre todo, los artistas, que son los que trasladan valores universales que van del amor al odio pasando por la venganza. Qu¨¦ grande Lola Greco para expresar la complejidad de su personaje. Con su gran capacidad dram¨¢tica, puede pasar del baile sensual a la perversidad m¨¢s endiablada. Fran Velasco interpreta a Jas¨®n con el br¨ªo y la personalidad de un h¨¦roe. Un impecable baile y toda una figura en escena. No le van a la zaga ninguno del resto del reducido elenco, especialmente Currillo (Creonte) y Miriam Mendoza (Creusa).

En la primera parte, el BNE hab¨ªa ofrecido una obra de su director inspirada en la m¨²sica del guitarrista Rafael Riqueni. La Suite Sevilla compuesta de nueve cuadros ofrece un resultado desigual casi por su misma configuraci¨®n, pues recorre de forma muy variada la danza espa?ola y sus escuelas ¡ªestilizada, bolera¡ª, con incorporaciones coreogr¨¢ficas de corte m¨¢s contempor¨¢neo. No todas llegan igual, pero todas mantienen un tono impecable en su ejecuci¨®n. La obra, adem¨¢s, obliga a enfrentar t¨®picos tan marcados como los toros, la feria, o la Semana Santa. Las soluciones fueron diversas. Nos gust¨® ese paso a dos que convierte en idilio el enfrentamiento toro-torero y, por supuesto, el solo en clave bolera de Jessica de Diego. La Semana Santa se carg¨® de barroquismo, pese a su contemporaneidad y la feria fue un prodigio de color y vivacidad. El J¨²bilo final (26 bailarines en escena) fue colof¨®n y expresi¨®n de ese se?alado juego de las simetr¨ªas en un gran grupo. Aunque fuera despu¨¦s del reducido ¨¢mbito de Medea de donde nos llegar¨ªan las emociones.