Robe es el amo
Una multitud cercana a las 45.000 personas recibe con euforia el regreso a Madrid de Extremoduro, una banda que trasciende los l¨ªmites del rock urbano y se erige en portavoz de la po¨¦tica callejera
La marabunta. El gent¨ªo. La apoteosis. Lleg¨® el tercer d¨ªa del En Vivo, la meteorolog¨ªa tuvo la deferencia de sosegarse y los chicos de Extremoduro hicieron el resto. Era su ¨²nico concierto en Madrid de la gira Robando perchas en el hotel, r¨¢cana en fechas. Y era la ocasi¨®n del desquite, tras tanto hueso calado. Una hora antes del concierto, los vigilantes se desga?itaban intentando ordenar los accesos al auditorio Miguel R¨ªos, temerosos de una avalancha. Y a las 22.20, cuando sonaron los primeros acordes de la in¨¦dita El p¨¢jaro azul, la marea humana era tan prieta y extensa que la Delegaci¨®n del Gobierno nos habr¨ªa cifrado en 4.500 almas.
A?adan un cero y tendremos una idea m¨¢s aproximada de lo acontecido en el erial de Rivas Vaciamadrid. Un p¨²blico m¨¢s abundante que el de Shakira. Similar al de Muse. Acerc¨¢ndose a Coldplay. Son los milagros de estos festivales de bajo coste y organizaci¨®n algo ca¨®tica. Y la vigencia de una banda que, un cuarto de siglo despu¨¦s, ha madurado y a¨²n dice cosas interesantes.
M¨¢s que un grupo de rock urbano, Extremoduro se erige en religi¨®n de variopinta feligres¨ªa. Hubo jovenzuelos que ayer se aseguraron un buen sitio desde las siete de la tarde, pero tambi¨¦n maduritos interesantes, tiernos bandarras, ejecutivos de inc¨®gnito. Uno de nuestros mejores novelistas, Lorenzo Silva, se confesaba hace unos a?os como un flan cuando una revista le encomend¨® que departiera con Robe Iniesta. Legiones de chavales han incluido los t¨¦rminos "deltoya" o "agila" en sus direcciones de mail. Las chicas guapas se casan al comp¨¢s de La vereda de la puerta de atr¨¢s como por all¨¢ afuera recurren a One, de U2. Y los aprendices de poetas rastrean en Iniesta ecos de Lorca o Machado con el empe?o que ning¨²n profesor de literatura logr¨® transmitirles.
?Las claves del milagro? Puede que Robe ¨Canoche con un extra?o harapo blanco como chaqueta- sea un maravilloso pirado de la vida, pero se comporta cual perfecto estratega. Sus rarezas antisistema, como rehuir las entrevistas u ofrecer recitales con cuentagotas, le confieren un atractivo halo misterioso. Robe se erige en voz del pueblo desde la condici¨®n de perro verde. Parad¨®jico, pero irresistible.
El concierto fue largo y disperso, con dos extra?os intermedios de diez minutos y Robe lanzando mensajes desconcertantes: ¡°Luchemos por un mundo mejor, pero el resultado final me la suda¡±. En caso de duda, los extremoduristas se abrazan siempre a unas letras que ayer coreaban -verso a verso, golpe a golpe- con la solvencia de quien ha invertido muchas noches interioriz¨¢ndolas. Iniesta puede comportarse como un autor ultrarrom¨¢ntico, incluso bordeando la cursiler¨ªa, pero sabe contrarrestar esa puntual melaza poni¨¦ndose borrico (¡°que me entierren con la picha por fuera¡±, ¡°con el ojo del culo mido la temperatura¡±). Invita a enamorarse, pero, sobre todo, a no desperdiciar una sola bocanada de vida. A darlo todo. Los chavales que brincaban y se abrazaban as¨ª lo supieron comprender. Quienes se despojaron de la camiseta, con 14 grados, tambi¨¦n. Y quienes pulverizaron sus propias cuerdas vocales, m¨¢s a¨²n. Definitivamente, Robe es el amo. E intercalen ustedes, si gustan, ese ep¨ªteto que solo queda elegante cuando lo pronuncia Guardiola.
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