La celebraci¨®n de Sevilla y de su baile

Una Bienal dedicada al baile ten¨ªa que terminar as¨ª. Con casi todos los artistas del g¨¦nero que estaban en la sala subidos al escenario, compartiendo fin de fiesta, la celebraci¨®n y el reconocimiento con los maestros homenajeados y con todos los que hab¨ªan participado en esta gala de clausura. Ese fue el colof¨®n natural a un espect¨¢culo bien largo que, dentro del paseo por el baile de Sevilla que pretend¨ªa, hab¨ªa ofrecido todo tipo de momentos. A lo largo de siete cuadros, dedicados a algunos de los maestros y maestras que han dejado su magisterio en la ciudad, hubo muchos matices, los que representan la diversidad de una escuela que no es para nada monol¨ªtica. Coreograf¨ªas de grupo y solos, maestros y disc¨ªpulos, dos generaciones de una misma familia, una clase magistral, un cuadro de tablao... El cronista siente algo de impotencia para condensar la larga sucesi¨®n de momentos. Es una de esas ocasiones en las que uno llega a pensar que basta con haber estado all¨ª, porque estos espect¨¢culos tienen la condici¨®n de irrepetibles.

Bel¨¦n Maya evoc¨® y casi calc¨® el sobrio y soberbio martinete de su padre

La organizaci¨®n de la Bienal hab¨ªa otorgado la direcci¨®n de la gala a la bailaora y core¨®grafa sevillana Rafaela Carrasco, y su mano y criterio estuvieron presentes en el planteamiento general, as¨ª como en la elecci¨®n de los maestros homenajeados y los cuadros que los plasmaban. Una selecci¨®n en la que prim¨® la mirada a un pasado m¨¢s bien cercano, con la excepci¨®n de Farruco, el primero de ellos en irse. De la p¨¦rdida de Maya han pasado dos bienales, y de la de Adelita Domingo apenas unos meses. Los tres maestros restantes estaban en la sala y uno de ellos, Jos¨¦ Galv¨¢n, incluso en el escenario y haciendo, adem¨¢s, gala de una forma envidiable. Recurriendo al f¨¢cil juego de palabras, con su sole¨¢, natural y en macho, galvaniz¨® a la audiencia. Record de ol¨¦s por minuto entre el respetable. Su hija Pastora pareci¨® dejarle el sitio, muestra de respeto, y solo dej¨® unos retazos de su marcadas hechuras bailaoras. En apenas unos minutos hab¨ªamos transitado de la innovaci¨®n coreogr¨¢fica que aport¨® Mario Maya a la m¨¢s aut¨¦ntica representaci¨®n de la tradici¨®n familiar. Porque el arranque de esta gala retom¨® la coreograf¨ªa Tiempo, de Maya, con un cuadro de bailarines entre los que se encontraban algunos de sus m¨¢s aventajados disc¨ªpulos: Marco Vargas, Manuel Betanzos o la propia Rafaela. Su reposici¨®n fue impecable, plagada de esos detalles que nos hacen recordar al maestro, y con el colof¨®n de su hija Bel¨¦n evocando -y casi calcando- el sobrio y soberbio martinete de su padre. Un momento cumbre.

Los artistas del g¨¦nero que estaban en la sala subieron al escenario en jubilosa celebraci¨®n

La clase magistral de Matilde Coral proyectada en v¨ªdeo fue parte sustancial de la visita a la escuela sevillana de mujer. Una lecci¨®n culta y hermosa la de la maestra, con palabras y movimientos justos y claros. Rafaela Carrasco corri¨® con la responsabilidad de representar su magisterio por canti?as y lo hizo en escuela, pero tambi¨¦n dejando el sello de su personalidad. A continuaci¨®n se evoc¨® a Manolo Mar¨ªn con una coreograf¨ªa en la que brill¨® Adela Campallo, aunque fuera su hermano Rafael el protagonista final con una prolongada intervenci¨®n. La evocaci¨®n del grupo Los Bolecos sirvi¨® para introducir a Farruquito, que por sole¨¢ estuvo contenido, cuidando cada evoluci¨®n, y sin la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de alborotar a las masas. El recuerdo a Adelita Domingo tuvo el toque de distinci¨®n de Merche Esmeralda. Elegante y femenina en las formas sinuosas, templada y con un aire pastue?o en un garrot¨ªn de marcado acento americano. El cuadro final dej¨® destellos en cada una sus cuatro individuales protagonistas, con una Yolanda Heredia que mueve la bata por alegr¨ªas con una gracia y una soltura que se echan de menos.