El gran milagro de Juan XXIII
El Vaticano II se inicio hablando de ¡°mayor¨ªa¡± conservadora y ¡°minor¨ªa¡± renovadora, pero en poco tiempo la proporci¨®n se invirti¨®
Cuando el 11 de octubre de 1962, hace 50 a?os, Juan XXIII inaugur¨® el Concilio Ecum¨¦nico Vaticano II, entre los casi 3.000 obispos all¨ª congregados eran muy pocos los que compart¨ªan su proyecto renovador. M¨¢s de uno pensaba que, ya que el Vaticano I hab¨ªa definido en 1870 la infalibilidad pontificia, no ten¨ªa sentido un concilio: que hablara el Papa, y a obedecer.
Despu¨¦s de anunciar su decisi¨®n, Juan XXIII hizo que Secretar¨ªa de Estado formulara una consulta a los obispos de todo el mundo, preguntando, no si conven¨ªa celebrar un concilio, pues esto ya lo hab¨ªa decidido, sino qu¨¦ temas deber¨ªa tratar. La respuesta del episcopado mundial fue decepcionante. Bastantes no se dignaron contestar y los que lo hicieron apuntaban temas triviales. Los obispos espa?oles ped¨ªan sobre todo una condena solemne del comunismo y la intensificaci¨®n del culto y la devoci¨®n a la Virgen Mar¨ªa. Una avis rara fue el vasco Pildain, obispo de Canarias, que pidi¨® que se condenara ¡°el nacionalismo idol¨¢trico de las grandes naciones, que conculca criminalmente los derechos naturales de las peque?as nacionalidades y regiones¡±, y el comunismo, pero tambi¨¦n el mammonismo, o sea el capitalismo que ¡°niega lo que es debido a los obreros y a los pobres para buscar solo el ¨¦xito econ¨®mico¡±.
D?pfner escribi¨® a Montini (ambos estaban plenamente en la l¨ªnea de Juan XXIII) pregunt¨¢ndole con cu¨¢ntos italianos podr¨ªan contar. Montini le contest¨® que solo con 30, entre 344 prelados italianos. Los espa?oles renovadores eran exactamente 15. Explic¨® el cardenal Jubany que en una intervenci¨®n a favor de la colegialidad dijo que hablaba en nombre de 15 obispos espa?oles. En el autocar de regreso al Colegio Espa?ol, donde resid¨ªan casi todos ellos, uno de los capitostes dijo airado: ¡°?Ya quisiera yo saber los nombres de esos 15 traidores!¡±.
Muy pronto se perfilaron entre los padres conciliares dos tendencias opuestas. Al principio los periodistas hablaban de la ¡°mayor¨ªa¡± refiri¨¦ndose a los conservadores y de ¡°minor¨ªa¡± para aludir a los renovadores. Pero en muy poco tiempo, apenas unas pocas semanas, la proporci¨®n se invirti¨® y la mayor¨ªa pas¨® a designar a los renovadores, y la minor¨ªa a los inmovilistas, y esa segunda terminolog¨ªa se mantuvo hasta el fin del concilio. ?C¨®mo se produjo esta inversi¨®n?
El entorno de la curia boicote¨® desde el principio el concilio. L¡¯Osservatore Romano del d¨ªa siguiente del anuncio ocult¨® la noticia eclesi¨¢stica del siglo, que hab¨ªa pasado a la primera p¨¢gina de la prensa mundial. El diario oficioso vaticano solo daba en un recuadro la nota de Secretar¨ªa de Estado que anunciaba las tres decisiones del Papa: un s¨ªnodo diocesano de Roma, el concilio ecum¨¦nico y la reforma del c¨®digo de derecho can¨®nico, pero sin ning¨²n titular. Alguien de muy arriba debi¨® estimar que aquello era una locura del anciano Papa, imposible de realizar, y que cuanto menos se hablara de ello, mejor.
En el periodo preparatorio, las comisiones creadas eran como un desdoblamiento de las congregaciones romanas, y los esquemas que prepararon para ser sometidos a la asamblea conciliar reiteraban la doctrina y la disciplina tradicionales. Iniciado el concilio, los obispos conservadores contaron con el soporte de la curia y particularmente de monse?or Pericle Felici, secretario general del concilio, que en la asignaci¨®n de turnos de palabra favorec¨ªa a los inmovilistas, de modo que parec¨ªa que eran muchos m¨¢s, hasta que una votaci¨®n dejaba claro que eran una peque?a minor¨ªa.
Pero Juan XXIII, nadando contra la corriente vaticana, con sus incesantes alocuciones manten¨ªa vivo entre los obispos renovadores y en todo el pueblo de Dios el entusiasmo por el proyecto renovador y ped¨ªa oraciones para su buen ¨¦xito. As¨ª fue como se produjo la inversi¨®n de mayor¨ªa y minor¨ªa. Esto es para m¨ª un milagro, el gran milagro del Papa Juan XXIII.
Papa Juan, Papa bueno: mira c¨®mo est¨¢ nuestro episcopado. Despu¨¦s de que te fuiste, nos lo cambiaron de nuevo, pero a lo P¨ªo XII. Ya s¨¦ que es dif¨ªcil, pero ?no podr¨ªas repetir tu gran milagro?
Hilari Raguer es historiador y monje de Montserrat
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.