Galicia, term¨®metro del malestar
Feij¨®o parte como favorito en unas elecciones que miden el alcance del descontento con los recortes
Hay dos escenarios posibles y contradictorios ante la cita electoral de hoy, pero ambos sostenidos con poderosas razones. En el primero aparece el presidente de un pa¨ªs que, pese a un entorno muy desfavorable, conserva una buena imagen personal. Ha tomado medidas impopulares sin esconderse, compareciendo a todas horas y en toda clase de foros para defenderlas. Y, de momento, las cuentas de su Gobierno no le han obligado a recurrir a ning¨²n rescate exterior. Enfrente tiene a una oposici¨®n dividida, que se ha pasado tres a?os dirimiendo conflictos dom¨¦sticos y cuestionando sus liderazgos. Contada la historia de este modo, parece claro que ese presidente tiene las elecciones ganadas.
Pero hay otro escenario alternativo, dibujado con hechos no menos reales, y que llevan a una conclusi¨®n radicalmente distinta. En esta segunda versi¨®n el mismo presidente es el hombre que lleg¨® al poder prometiendo una pol¨ªtica de empleo y lo deja tras duplicar la tasa de paro. Su gesti¨®n ha consistido en un recorte tras otro, hasta da?ar a colectivos sociales entre los que ten¨ªa amplio apoyo, como el de los funcionarios. Ese presidente pertenece adem¨¢s a un partido que ha sufrido en pocos meses el desgaste de imagen m¨¢s acelerado que se recuerda, en medio de una crisis que no cesa de devorar gobiernos. Si el caso se ve desde este prisma, el veredicto parece igualmente claro, pero al rev¨¦s: ese presidente perder¨ªa seguro las elecciones.
Ese presidente ¡ªo m¨¢s bien, esos dos presidentes¡ª es Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Y hoy 2,2 millones de de gallegos podr¨¢n decidir cu¨¢l de los dos escenarios pesa m¨¢s. Seg¨²n las encuestas, es el primero el que tiene todas las de ganar. Ning¨²n estudio electoral de los publicados en las dos ¨²ltimas semanas concede al PP de Feij¨®o menos de 37 diputados, a uno solo de la mayor¨ªa absoluta que necesita para revalidar el Gobierno. Y algunos han ido incluso m¨¢s all¨¢ de los 40 esca?os, una cifra solo alcanzada por Manuel Fraga en sus a?os de invencible campeador.
Pero, como el segundo escenario no es descabellado, persiste la incertidumbre, abonada tambi¨¦n por la letra peque?a de esas mismas encuestas. En todas aparecen elevados ¨ªndices de indecisos y de potenciales abstencionistas que no se sabe si persistir¨¢n en su indiferencia hasta el final. El descontento social es evidente y ha hecho mella en una parte del electorado del PP, como ya demostraron las elecciones andaluzas del pasado marzo. Por primera vez en a?os, los populares saben que los suyos no se movilizar¨¢n a una simple llamada de corneta y que ahora no est¨¢ tan claro que la abstenci¨®n se alimente mayoritariamente de la izquierda.
Si Feij¨®o se sale con la suya, su triunfo tendr¨¢ resonancia incluso fuera de Espa?a. Apenas se conocen gobiernos en Europa que hayan sobrevivido al desgarro social y pol¨ªtico abierto por la crisis. Feij¨®o parece en condiciones de conseguir lo que casi nadie ha conseguido: que el electorado premie una pol¨ªtica que ha puesto el recorte del gasto por encima de todo. El aspirante a la reelecci¨®n tiene que convencer a los gallegos de que la p¨¦rdida de prestaciones sanitarias, educativas o en servicios sociales es menos importante que la estabilidad pol¨ªtica y presupuestaria. Que m¨¢s vale un gobierno maniatado por la contabilidad que la incertidumbre de una heterog¨¦nea coalici¨®n izquierdista.
Sus dos principales adversarios, el PSdeG y el BNG, est¨¢n en retroceso, seg¨²n las encuestas, pero eso tampoco les incapacita para so?ar con una alternativa de gobierno. Ya le pas¨® al PSOE en Andaluc¨ªa: su candidato, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, tuvo el peor resultado de la historia y aun as¨ª conserv¨® el poder. Los socialistas ponen en juego sus liderazgos, muy claramente en el caso de Pachi V¨¢zquez, pero tambi¨¦n en cierto modo en el de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, implicado de lleno en la batalla. El BNG vuelve a encarar unas elecciones como una cuesti¨®n existencial: otra vez est¨¢ a prueba su capacidad de supervivencia, y m¨¢s tras las dos ¨²ltimas escisiones.
Uno de los que se fue del Bloque, Xos¨¦ Manuel Beiras, ha regresado de la jubilaci¨®n para renacer con fuerza imprevista al frente de la Alternativa Galega de Esquerda, su coalici¨®n con Esquerda Unida. El ¨¦xito de Beiras casi se da por descontado, pero su tama?o puede condicionar el resultado final. Si se limita a restar votos a socialistas y nacionalistas, favorecer¨¢ las opciones del PP. Y si logra movilizar a descontentos que estaban inclinados a la abstenci¨®n, uno de sus grandes objetivos, puede acabar erigi¨¦ndose en una amenaza seria para Feij¨®o.
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