Un cl¨¢sico
No ser¨¢ a base de amenazas de ruptura social interna como conseguir¨¢ Aznar darle la vuelta a la opini¨®n catalana
Visto el rumbo que ha tomado en los ¨²ltimos tiempos la dial¨¦ctica pol¨ªtica catalano-espa?ola, la aparici¨®n del viejo espectro era inevitable. Aun sin citarlo nominalmente, quien lo ha invocado con m¨¢s crudeza ha sido el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en un acto de la FAES el pasado 24 de octubre, cuando advirti¨® amenazadoramente que ¡°Espa?a solo podr¨ªa romperse si Catalu?a sufriera antes su propia ruptura como sociedad¡±, que ¡°Catalu?a no podr¨¢ permanecer unida si no permanece espa?ola¡±, antes de rematar: ¡°Quien piense que solo est¨¢ en juego la unidad de Espa?a se equivoca. Antes de eso, est¨¢ en juego la integridad de Catalu?a¡±. Estoy hablando del espectro de Alejandro Lerroux.
Del espectro, porque la composici¨®n social y las actitudes identitarias del lerrouxismo barcelon¨¦s durante las dos primeras d¨¦cadas del pasado siglo fueron bastante m¨¢s complejas de lo que ha querido el t¨®pico. Pero lo cierto es que, desde antes de la muerte de Franco, la sombra de un ¡°Emperador del Paralelo¡± concebido como movilizador de inmigrantes y valladar anticatalanista se proyect¨® sobre la transici¨®n democr¨¢tica catalana, ya fuese a modo de espantajo, de exorcismo o de modelo.
Bastar¨¢ recordar a Manuel Fraga, en septiembre de 1976, sinti¨¦ndose obligado a aclarar ante la prensa barcelonesa: ¡°Yo no soy ni quiero ser Lerroux¡±. O a Federico Jim¨¦nez Losantos tratando de urdir, a principios de 1980, lo que ¨¦l mismo describi¨® como ¡°una candidatura inmigrante, castellana, espa?ola y de centro-izquierda¡± que fuese capaz de erigirse en freno a la previsible agenda nacionalista del Parlamento catal¨¢n restaurado. O al andalucista Rojas Marcos, a quien la presentaci¨®n ¡ªen esos mismos comicios de 1980¡ª de una lista del Partido Socialista de Andaluc¨ªa (PSA) aunque financiada por el Gobierno de la UCD, le vali¨® verse rebautizado desde algunos sectores como Alejandro Lerroujas Marcos.
Ver a Aznar situado en la estela ideol¨®gica y moral de Milosevic sorprende menos que la obsolescencia de sus planteamientos y sus datos
?Y qu¨¦ decir del proceso de unificaci¨®n socialista de 1977-1978? ?Acaso el temor a la irrupci¨®n de una Federaci¨®n Catalana del PSOE que agitase demag¨®gicamente a la inmigraci¨®n asentada en el cintur¨®n barcelon¨¦s contra o frente a la autonom¨ªa, acaso el miedo a un ¡°felipismo-lerrouxismo¡± no fue uno de los factores que empuj¨® a los cuadros catalanistas del PSC-Congr¨¦s, y luego del PSC-Reagrupament, hacia el Pacte d¡¯Abril y al a?o siguiente hasta la integraci¨®n m¨¢s o menos singularizada dentro del PSOE? ?Y no plane¨® esa amenaza t¨¢cita sobre el nuevo PSC unificado, pero en riesgo de romperse, durante el turbulento periodo 1980-1982? ?Y no ha reaparecido en otros momentos delicados, por ejemplo durante la crisis Carod de enero de 2004?
As¨ª, pues, el chantaje formulado por Aznar es cualquier cosa excepto novedoso: si una mayor¨ªa pol¨ªtica en Catalu?a pretende progresar en el camino de la soberan¨ªa, por muy pac¨ªfica y democr¨¢ticamente que lo haga, ello provocar¨¢ una ruptura social interna, una confrontaci¨®n de alcance incalculable entre aut¨®ctonos e inmigrados. El ¨²nico modo de preservar la unidad y la paz civil ser¨¢ que los catalanes acepten resignadamente el mortecino y delet¨¦reo statu quo de comunidad aut¨®noma que no llega a fin de mes.
Ver a Aznar situado en la estela ideol¨®gica y moral de Milosevic sorprende menos que la obsolescencia de sus planteamientos y sus datos. El presidente de la FAES, ?sabe que la inmigraci¨®n espa?ola a gran escala ces¨® en Catalu?a hace cuatro d¨¦cadas, y que la llegada reciente de un mill¨®n largo de ciudadanos extraeuropeos ha empujado a aquellos antiguos inmigrantes peninsulares a sentirse m¨¢s de aqu¨ª que nunca? ?Alguien le ha contado que, en la manifestaci¨®n del pasado 11 de septiembre, se o¨ªa hablar castellano casi tan a menudo como catal¨¢n? ?O que el cabeza de lista de la CUP ¡ªel independentismo de izquierdas m¨¢s intransigente¡ª se apellida Fern¨¢ndez Ramos?
No ser¨¢ a base de planteamientos etnicistas de relente balc¨¢nico, ni con dilemas apolillados del tipo ¡°?quer¨¦is soberan¨ªa? Tendr¨¦is convulsi¨®n social¡±, como conseguir¨¢ Aznar darle la vuelta a la opini¨®n catalana. Al contrario: la inmensa antipat¨ªa que suscita aqu¨ª no har¨¢ m¨¢s que reforzar el independentismo. Yo de Alicia le amordazaba.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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