Campa?a de pizza a domicilio
Los actos electorales est¨¢n siendo una oportunidad perdida para debatir lo que importa
El arranque de la campa?a electoral est¨¢ siendo tan previsible como la temperatura de una pizza a domicilio. Cuentan los sistemas de inercia m¨¢s que la teor¨ªa del caos. Puede haber corrientes subterr¨¢neas de votos que se desplazan o se reconvierten y eso har¨ªa que el bloque de indecisos, en las urnas, diera variables aritm¨¦ticas, aunque se suponga que la suma final est¨¢ prefigurada. Ese desenlace abrir¨ªa todos los interrogantes, que son precisamente de los que no se ha tratado por ahora en la campa?a. Es decir: refer¨¦ndum legal o consulta al bies, escenarios alternativos si uno se sale de Espa?a y se queda en la Uni¨®n Europea o no, qu¨¦ pasa en ese interregno, ad¨®nde van las inversiones extranjeras, cu¨¢l es el impacto en el mercado de Espa?a o qu¨¦ porcentaje de la deuda le corresponder¨ªa asumir a la Generalitat, por no hablar de inseguridad jur¨ªdica o en qu¨¦ equipo juega el dream team.
Artur Mas est¨¢ expresando un inusitado afecto por el hecho biling¨¹e en una futura Catalunya independiente, mientras que los escribas del pancatalanismo requieren una Catalunya monoling¨¹e. Ahora mismo, los empresarios, excepto los que ejercen la presi¨®n de sus intereses y voluntades, prefieren callar. Es uno de los rasgos de la Catalunya reciente que el empresariado caracolea ante el poder y se turba cuando en Barcelona mandan unos y en Madrid mandan otros. Los empresarios filo-convergentes ¡ªsalvo los manifiestamente independentistas¡ª esperan que Mas llegue a mayor¨ªa absoluta y les saque del apuro en el minuto final del partido; los m¨¢s pro-PP le piden a Rajoy que haga un ¡°gesto¡± poselectoral. Es una carencia mesurable de sociedad civil.
As¨ª llegan las pizzas a domicilio, ablandadas tras su sex appeal al salir del horno, con el queso fundido formando estalactitas. Es una depreciaci¨®n notable del sabor. La campa?a, algo previsible, est¨¢ siendo una oportunidad perdida para debatir lo que importa. Lo cierto es que el descontento econ¨®mico supera el af¨¢n identitario y que los desahucios significan algo m¨¢s que la hipot¨¦tica configuraci¨®n de un Estado independiente. Y es la falta de debate argumental lo que favorece que ambas cosas se confundan. De c¨®mo se informa o puede informarse la ciudadan¨ªa depende mucho la calidad democr¨¢tica de un pa¨ªs.
Al fin y al cabo, la independencia ?sale barata, cara o gratis? En realidad, Converg¨¨ncia parece haber hecho un salto de la categor¨ªa del catalanismo pol¨ªtico a otra cosa, muy distinta, en medida cuantitativa y cualitativa. En otros t¨¦rminos, Camb¨® sosten¨ªa que los catalanes repudiaban no solo todo prop¨®sito de separaci¨®n material: tambi¨¦n el simple divorcio moral de Catalunya respecto al resto de Espa?a ya es un mal considerable y un intento suicida. Pero, ?a qui¨¦n ahora le importa lo que dijera Camb¨®?
Valent¨ª Puig es escritor.
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