La felicidad de los pir¨®manos

En la azotea del C¨ªrculo de Bellas Artes soplan los cuatro vientos, pero dentro de la yurta que ha instalado all¨ª la compa?¨ªa finlandesa Quo Vadis hay calor humano y un ambiente acogedor. En Burning, burning, el espect¨¢culo que se representa, Otso Kautto, su coautor y director, habla de la combusti¨®n como met¨¢fora: el amor quema, la vida se consume, el fuego renueva. Una tormenta el¨¦ctrica sobre el cr¨¢ter incandescente del Stromboli inspir¨® a Kautto, durante su viaje a la isla volc¨¢nica. La yurta mongola, construida por el poeta carpintero Markku Hoikkala, parece un volc¨¢n a escala, con su abertura circular central en lo alto; y el coro de actores, un magma del que los protagonistas salen para volver a fundirse en ¨¦l.

En Quo Vadis confluyen el gusto por la palabra po¨¦tica, la m¨²sica pop en vivo, el acento f¨ªsico de la interpretaci¨®n, la voluntad pl¨¢stica de la puesta en escena y la vocaci¨®n itinerante, que hacen de esta tribu una bisnieta experimental y en formato de bolsillo del Th¨¦atre National Ambulant de Firmin G¨¦mier y de los teatros de carpa del siglo pasado. Desde Huellas, su magn¨ªfica funci¨®n anterior, al elenco finland¨¦s se ha sumado un grupo de j¨®venes actores espa?oles. En Huellas, de cada personaje, interpretado por dos actores simult¨¢neamente, recib¨ªamos una visi¨®n plural y biling¨¹e: uno simbolizaba su voz; el otro, su discurso interior. Aquello fue un hallazgo sobre el que Kautto no ha querido volver, de momento: en la versi¨®n en espa?ol de Burning, burning, los actores fineses pasan a interpretar la m¨²sica y los efectos sonoros en un discreto segundo plano.

En la yurta, excepcional micro teatro de ocho metros de di¨¢metro, no hay fronteras entre la escena y las circenses graditas semicirculares, el intercambio energ¨¦tico entre p¨²blico y actores jam¨¢s se interrumpe y se produce un efecto lupa. Todos estamos a la vista de todos, cuanto sucede nos ata?e, nada nos distrae, no hay evasi¨®n posible: 13 int¨¦rpretes, 45 espectadores, un t¨¦cnico de sonido y el director integramos durante cerca de dos horas un agradable ecosistema cerrado donde se cuecen a fuego lento reflexiones personales, relatos corales y di¨¢logos po¨¦ticos.

En Burning, burning el amor es ora hogar encendido, ora fulminante fumarola. Su director traduce en im¨¢genes, alguna de las cuales de gran capacidad de sugesti¨®n, el texto escrito por ¨¦l mismo, por Hoikkala y por Marko J?rvikallas. Especialmente afortunadas son la escena donde la madre ense?a a su hija a prender la pasi¨®n con palabras peque?as y ligeras, antes de a?adir palabras mayores como ¡°sentido de la vida¡± o ¡°alteridad¡±; la evocaci¨®n de la mujer que un d¨ªa fue ballena herida por un arp¨®n, el anhelante beso con boca de pez que Rebeca Vecino y Petri Salonen intentan darse sin conseguirlo y el ingenuo racconto del pir¨®mano alegre, escenificado como sucesi¨®n de vi?etas. La versi¨®n castellana del texto necesita un buen pulido.