Pinter en El Corte Ingl¨¦s
Luis Bermejo y Javier Guti¨¦rrez ofrecen un recital de acre humor absurdo en ¡®El traje¡¯, comedia de Juan Cavestany
Los no lugares, tiendas chinas incluidas, fueron dise?ados originalmente por alg¨²n enemigo temible de la humanidad. En el no lugar donde sucede El traje, mezcla de la oficina siniestra de El tintero con la sala de espera de un tanatorio, un sujeto poquita cosa es interrogado por un tipo alto que, por su caminar oblicuo, parece bisnieto de Jacques Tati. Como Juan Cavestany, su autor, no ha querido bautizarles, les llamaremos por los nombres de pila de sus int¨¦rpretes: Javier y Luis. "?Es usted el jefe de seguridad?", le espeta Javier (Guti¨¦rrez) a Luis (Bermejo), molesto ya con la situaci¨®n.
EL TRAJE
Autor y director: Juan Cavestany. Int¨¦rpretes: Luis Bermejo y Javier Guti¨¦rrez. Luz: Eduardo Vizuete. Escenograf¨ªa y vestuario: M¨®nica Boromello. Teatro Galileo. Hasta el 25 de noviembre.
El empleado de los grandes almacenes ha conducido al cliente hasta all¨ª porque le sorprendi¨® peleando a golpes con una septuagenaria por un traje rebajado. Ella est¨¢ retenida a su vez en la habitaci¨®n de al lado, para esclarecer lo sucedido, que cada vez resulta, empero, m¨¢s enigm¨¢tico y desconcertante. El cara a cara sin escapatoria entre Luis y Javier tiene la tensi¨®n de los que mantienen Juan y Dagoberto en el departamento cerrado del tren fantasma de Di¨¢logo en re mayor, o Ben y Gus en El montaplatos, aunque el humor negro de Cavestany est¨¢ m¨¢s en la aguda sinton¨ªa del que gasta Vaclav Havel en El comunicado.
La fricci¨®n entre el invasivo pero indeciso y sobrepasado vigilante de seguridad y el atribulado empresario en quiebra, produce una cascada de situaciones abiertamente c¨®micas, a pesar de su hondo patetismo. De Javier, hombre de carne y hueso, lo iremos sabiendo todo. Luis es el enigma: un tipo pegajoso e invasivo que tiene las claves de lo que est¨¢ pasando, pero se las calla. Le puede su naturaleza absurda y quim¨¦rica: toma determinaciones que carecen de sentido si las analizamos a posteriori, ya con m¨¢s datos en la mano, cosa que no hacemos porque la interpretaci¨®n de estos dos actores estupendos impone su humor¨ªstica verdad. Guti¨¦rrez y Bermejo crean l¨®gica en el absurdo, como Tip y Coll en su c¨¦lebre sketch Instrucciones para llenar un vaso de agua.
Con la verosimilitud de su juego, Bermejo consigue que no se vean las costuras del texto ni las pistas falsas que Cavestany siembra por doquiera. Construido de otro modo, su personaje podr¨ªa parecer un gran manipulador. Haci¨¦ndolo a lo Tati, el actor impone la l¨®gica mihuriana de la comedia del disparate. Guti¨¦rrez saca petr¨®leo de un papel m¨¢s previsible: atribulado, primero; crecientemente desconcertado, despu¨¦s; at¨®nito enseguida (¡°pero de d¨®nde ha salido este t¨ªo¡± parece estar diciendo Javier con el alma y con el cuerpo cuando Luis le hace la pat¨¦tica pantomima del tiovivo), y tan resoluto al final como el empresario que intenta salvar su negocio en medio de la tempestad.
Cavestany picotea en temas muy serios a trav¨¦s de una peripecia servida con pericia y con un humor envidiable, que desemboca en una situaci¨®n sin salida, negada por sus protagonistas. ¡°Ya ver¨¢s como toda va a salir bien¡±, asegura uno de ellos cuando todo se les va a pique, como podr¨ªa haber dicho: ¡°Brotes verdes¡± o ¡°el a?o que viene ser¨¢ mejor¡±.
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