¡°El jazz es una forma de relacionarse¡±
Ben Sidran retrata a los ¡®hipsters¡¯ y estudia las ra¨ªces jud¨ªas de la m¨²sica americana Tambi¨¦n elogia el Caf¨¦ Central, donde toca esta semana, porque le permite ¡°ser espont¨¢neo¡±
Han venido todos: el artista y su mujer, el hijo de ambos, su familia y la nieta, de apenas un a?o: ¡°Somos como una troupe de gitanos¡±, afirma sonriente Ben Sidran (Chicago, 1943). La troupe Sidran ocupa media planta de un c¨¦ntrico hotel no muy lejos del Caf¨¦ Central, donde el estadounidense, con su hijo a la bater¨ªa y un afilado cuarteto de jazzistas, ofrece lo m¨¢s granado de su repertorio durante esta semana: ¡°Odio los clubes de jazz donde la gente va a exhibirse y tienes que tocar lo que ellos entienden que es jazz. Por eso me gusta el Caf¨¦ Central. Aqu¨ª puedo ser espont¨¢neo, lo que es el verdadero esp¨ªritu del jazz. Porque el jazz no es algo que puedas definir. Es una forma de mirar, de relacionarse... Si Miles Davis compra una hamburguesa, esa hamburguesa se convierte en jazz. No hay que olvidar que, en origen, la palabra jazz no era un sustantivo sino un verbo que significaba follar. As¨ª que no vengas pregunt¨¢ndome qu¨¦ es el jazz; ¨¦chale valor y aver¨ªgualo por ti mismo¡±.
En Don¡¯t cry for no hipster, Ben Sidran esboza el retrato de los ¡°rebeldes sin causa¡± del jazz: ¡°Los hipsters son un mito de la cultura popular americana. Para quienes no saben de lo que estoy hablando, eran los tipos que merodeaban por los clubes de jazz en los a?os cuarenta y cincuenta: adoraban la m¨²sica y la vida, quebrantaban la ley tanto como pod¨ªan y se sent¨ªan ajenos al mundo que les rodeaba. En su caso, podr¨ªa decirse que estar fuera era estar dentro. Estaban fuera de la cultura normal porque estaban en otra alternativa, que era para ellos la real: esa es la vida que eligieron. Cuando eres joven, vivir al margen de la mayor¨ªa resulta divertido, los problemas vienen cuando te haces viejo y te das cuenta de que ya no hay vuelta atr¨¢s. Pero es algo que has escogido, as¨ª que no tienes derecho a quejarte¡±.
Fiel a los principios fundacionales del movimiento hipster, Sidran niega rotundamente su condici¨®n de tal: ¡°Si alguien te viene diciendo que es un hipster, es que no lo es. La primera regla del hipster es que no hay reglas. Hoy, los chicos j¨®venes se ponen una corbata y un sombrerito y ya son hipsters, pero eso es s¨®lo moda. El verdadero hipster es otra cosa¡±.
Para Sidran, Don¡¯t cry for no hipster es ¡°el tipo de disco c¨ªnico y optimista que sol¨ªa grabar hace 40 a?os, con un poco de groove y un poco de swing al viejo estilo. Canci¨®n a canci¨®n, el oyente va descubriendo todo lo que puede salir mal cuando uno es un hipster. La conclusi¨®n es que, inevitablemente, todo va a ir mal¡ o peor¡±.
Influencias jud¨ªas
Hoy, Ben Sidran reparte su tiempo entre los conciertos de promoci¨®n de su nuevo disco y las conferencias en torno a la influencia de la m¨²sica jud¨ªa en el sue?o americano, un tema al que ha dedicado su ¨²ltimo libro, There was a fire: ¡°Quienes afirman que el jazz es una m¨²sica negra, est¨¢n muy equivocados. Desde el principio, la cultura popular americana es negra y jud¨ªa, las dos cosas. La m¨²sica que tocaba Charlie Parker viene del cancionero americano, que fue una invenci¨®n jud¨ªa. Irving Berlin, Jerome Kern y George Gershwin inventaron el negocio de la m¨²sica popular cuando comenzaron a escribir canciones sobre la gente real, y eran jud¨ªos, y eso va hasta Leiber y Stoller, Bob Dylan, los Beastie Boys o Lenny Kravitz, que, por cierto, tambi¨¦n es jud¨ªo¡±.
La victoria de Obama en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos frente al lobby ultraconservador ha devuelto la fe a quien se define como un ¡°indignado esperanzado¡±: ¡°Acaso lo mejor de la victoria de Obama sea su moraleja, y es que, al final, el dinero no puede comprarlo todo. Que los que dan el dinero a los bancos en lugar de a la gente hayan perdido en los Estados Unidos es una buena noticia para todo el mundo, y para Espa?a en un momento en que est¨¢n tan necesitados de buenas noticias¡±.
Sidran habla de la creciente presencia de la cultura jud¨ªa en Espa?a, y de la poes¨ªa de Lorca, una constante en cualquier conversaci¨®n con el artista: ¡°Lorca forma parte de mi memoria, lo mismo que John Coltrane o James Brown. He permanecido sumergido en su obra durante meses tratando de entenderlo con el diccionario en la mano¡ El tipo de experiencias reveladoras que le transforman a uno¡±.
Para sus conciertos madrile?os, Sidran promete ¡°diversi¨®n asegurada¡±: ¡°Habr¨¢ canciones del nuevo disco, algo de Dylan y alguna cosa del CD que grab¨¦ en el Central hace algunos a?os; tambi¨¦n dos o tres piezas del disco que dediqu¨¦ a Lorca, y un poco de Monk o Bud Powell, para no perder la costumbre¡±.
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