La independencia, la cu?a
La apuesta de Mas por el estado catal¨¢n ha agravado la divisi¨®n de la izquierda
Las del domingo son unas elecciones con paradoja. La coalici¨®n gobernante hasta ahora se presenta con el peor balance que ning¨²n gobierno aut¨®nomo haya ofrecido desde 1980 en Catalu?a. Pero su presidente, Artur Mas, se ha atrevido a hacerlo para reclamar una mayor¨ªa absoluta en el Parlament con la que emprender una aventura independentista de la que ¨²nicamente ha explicado que empezar¨ªa con un refer¨¦ndum.
No es mucho explicar. Aunque s¨ª suficiente como para que desde el Gobierno espa?ol se le haya asegurado, rotundamente, que una consulta de estas caracter¨ªsticas no se celebrar¨¢ nunca. As¨ª, sin matices. A este planteamiento le ha seguido el indisimulado intento de forzar la dimisi¨®n o retirada de Mas como supuesto responsable de evasi¨®n fiscal y de las acusaciones de financiaci¨®n ilegal de CiU que la justicia est¨¢ investigando. Ni que decir tiene que todo esto refuerza a Mas ante una buena parte del electorado y al PP ante el electorado espa?ol.
Este panorama debiera dejar expedita la v¨ªa para una nueva edici¨®n de la alternancia democr¨¢tica. Tendr¨ªa que constituir un potente incentivo para el retorno de la izquierda al gobierno. Es a todas luces obvio que el programa independentista de CiU no tiene viabilidad y que, por otra parte, el programa econ¨®mico neoliberal, aplicado de com¨²n acuerdo con el PP en esta legislatura, no resuelve la crisis. Ni aqu¨ª, ni en el resto de Espa?a, ni en Portugal, ni en Grecia. De manera que, en buena l¨®gica, tocar¨ªa cambiar y colocar en la Generalitat a un gobierno que, por lo menos, se ocupara de paliar el dolor provocado por tanto recorte del gasto social y apostara por pol¨ªticas de impulso econ¨®mico. No es pedir mucho.
Sin embargo, nada parece en estos momentos m¨¢s lejos de convertirse en realidad. Las direcciones de los tres partidos de izquierdas no han recompuesto sus relaciones tras la etapa de los gobiernos de Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montilla y no han sabido ponerse de acuerdo para unificar una respuesta al reto independentista de Artur Mas. Ni lo han intentado. Al rev¨¦s, este reto ha actuado como una eficaz cu?a para separar a las izquierdas entre s¨ª al tiempo que provocaba divisiones internas en el PSC e Iniciativa Verds y entre ambos partidos y sus electores.
Esquerra se ha alineado sin titubeo alguno con CiU y su programa referendario. El PSC ha abrazado la idea del ¡°derecho a decidir¡±, que los nacionalistas utilizan como sin¨®nimo de autodeterminaci¨®n, en un esfuerzo para evitar una ruptura interna y ha pactado con el PSOE promover una revisi¨®n constitucional en clave federalista al precio de dejar que cada parte la interprete como quiera. Iniciativa ha recurrido a la tradici¨®n del PSUC para sostener el derecho de Catalu?a a la autodeterminaci¨®n, tambi¨¦n bajo la formulaci¨®n del derecho a decidir, pero esta vez no con el objetivo de constituir la federaci¨®n de pueblos ib¨¦ricos sino para dar paso a una ambig¨¹edad fruto de la coexistencia en su seno, y entre sus electores, de federalistas e independentistas.
Eso es lo que hay, a dos d¨ªas de la votaci¨®n.
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