Removiendo Lorca, bajo la arena
'Lorca al vac¨ªo' es una funci¨®n estimulante que explora el ¡°teatro imposible¡± e inconcluso del poeta
La escena madrile?a se bonaeriza. Cada vez se hace teatro en lugares m¨¢s ins¨®litos. Lorca al vac¨ªo se representa en el hall y en el patio de manzana de la Sociedad Cervantina, en Atocha, 87. Mar¨ªa Velasco, su autora, sus siete int¨¦rpretes y la directora Sonia Sebasti¨¢n, recrean y actualizan el universo del ¡°teatro imposible¡± de Federico, de sus obras inconclusas, y, especialmente, de El p¨²blico. ¡°Lorca es hoy el nombre de un terremoto¡±, dice El Poeta en un hermoso mon¨®logo inicial que utiliza como falsilla el pr¨®logo de Comedia sin t¨ªtulo.
En Lorca al vac¨ªo, Romeo esquiva el amor de Julieta, agusanados ambos en su sepulcro de Verona sobre una mesa-t¨¢lamo que los artistas pl¨¢sticos Hisae Ikenaga y Juan Zamora han instalado sobre el t¨²mulo de arena que, metaf¨®ricamente, cobija los cad¨¢veres de los amantes. Y la Elena de El p¨²blico, cuando Julieta la desprecia por vieja, le advierte a su int¨¦rprete: ¡°Dentro de un a?o, ser¨¢s demasiado mayor para este papel¡±. Aunque el punto de partida es la simbolog¨ªa de la obra de Federico, sus personajes y dos de sus grandes temas (el amor y la muerte), el tiempo y el horizonte de la funci¨®n son los del hombre actual. ¡°Por la carretera que va a Fuente Grande, cruza un regato: ah¨ª est¨¢n sus huesos, en una fosa com¨²n¡±, recuerda Mar¨ªa Velasco por boca del Payo, personaje agitanado que acaso sea un ir¨®nico trasunto de la pulsi¨®n que empuj¨® al poeta a acercarse al mundo cal¨¦.
LORCA AL VAC?O
Dramaturgia: Mar¨ªa Velasco. Coreograf¨ªa: Jes¨²s Rubio. Luz: Fernando Canel¨®n. Direcci¨®n: Sonia Sebasti¨¢n. Sociedad Cervantina. Hasta el 1 de diciembre.
Margarita, la mecan¨®grafa, sufre una pasi¨®n yerma; Julieta, desatendida por Romeo, acepta el nada amoroso envite de un polic¨ªa antidisturbios, y Elena, transmutada en una Helena de Troya del Siglo XXI, interpretada a lo Irene Papas por Teresa Vallejo, lamenta la triste estampa que ofrece la cuna de occidente, convertida en bingo, y augura la quema del Parten¨®n. Velasco tiene acusada voz propia: cita a Lorca pero no intenta escribir a su manera. Su prosa po¨¦tica, seca y precisa, est¨¢ m¨¢s pr¨®xima a la de Heiner M¨¹ller (o a la de Jorge Riechmann, su traductor): ¡°El hombre ha llegado a la luna, pero no ha llegado a ?frica¡±, dice el poderoso actor subsahariano Esosa Omo, para preguntarse enseguida si construiremos sobre nuestro sat¨¦lite hasta la primera l¨ªnea de playa.
El montaje de Sonia Sebasti¨¢n, imaginativo, y las actuaciones, certeras, son, como el texto, producto de un arrojado trabajo de laboratorio, sin una sola l¨ªnea escrita de partida. Por el grosor del material dram¨¢tico, sumado a la ausencia de escenario y de platea, que coloca al p¨²blico en posici¨®n activa, menos c¨®moda de lo habitual, se agradece cuando el foco de la acci¨®n es preciso. Hay escenas en las que, por el trasiego, se pierde el hilo del texto, que no su audici¨®n: sucede en el mon¨®logo de partida, con el p¨²blico todav¨ªa situ¨¢ndose y el actor oculto tras un lienzo. Brillantes, las interpretaciones de Natalie Pinot e Irene Serrano. Muy divertido, Ra¨²l Jim¨¦nez. Eficaces, Jorge Silvestre y Aar¨®n Lobato. Una funci¨®n estimulante.
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