Virtuosismo de ne¨®n
Steve Vai es un virtuoso capaz de pulsar m¨¢s notas en la guitarra que casi cualquier otro esp¨¦cimen del g¨¦nero humano
A las nueve en punto, para no perder ni un minuto, un aullido el¨¦ctrico restalla como un trueno desde bambalinas en una abarrotada La Riviera. Las primeras r¨¢fagas son ef¨ªmeras, pero premonitorias: dejan pocas dudas sobre lo que se nos avecina. Porque el caballero de sombrero negro, gafas oscuras y pantalones pol¨ªcromos que al rato se adue?a del escenario ya no dejar¨¢ de ametrallarnos a fusas y semifusas durante dos horas muy largas. En todos los sentidos.
Steve Vai, ya lo sabr¨¢n ustedes, es un virtuoso. Un caballero capaz de pulsar m¨¢s notas en la guitarra que casi cualquier otro esp¨¦cimen del g¨¦nero humano. Ha superado en t¨¦cnica a Frank Zappa, Eddie Van Halen o Joe Satriani, sus grandes mentores, y puede tocar a soplos o mordiscos, con las dos manos sobre el m¨¢stil, puntear con el instrumento a la espalda y hasta colocarse neones en las manos, el rostro (con una m¨¢scara de soldador) y todo el cuerpo para Salamanders in the sun, de resultado m¨¢s c¨®mico que impactante. Lo suyo no es un concierto, sino un clinic, una extensa clase magistral para que su muy heterog¨¦neo p¨²blico exclame ¡°?ooohhh!¡± y pulverice las bater¨ªas de los m¨®viles. Pero, m¨¢s all¨¢ de merecer DVD metodol¨®gicos y extensos art¨ªculos laudatorios en las revistas guitarreras, Vai aporta poca m¨²sica. Mucha t¨¦cnica, en ocasiones asombrosamente pulcra, al servicio de la posturita.
Le escoltan el h¨¢bil y joven guitarrista Dave Weiner, la osada arpista el¨¦ctrica Deborah Henson-Conant (de cuero riguroso a sus 59 a?os) o un bater¨ªa, Jeremy Colson, que tambi¨¦n introduce el factor hortera del ne¨®n. Todo es tan aparentemente espectacular como, en ¨²ltimo extremo, anodino. Salvemos alg¨²n solo apote¨®sico (Audience is listening), el flirteo orientalizante de Treasure island, la inusual balada Rescue me or bury me. El resto es una bacanal de notas. M¨²sica para una Expo.
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