Herminio Gil, ¡°curro¡± vuelve a Ver¨ªn

En el verano de 1973, ¨ªbamos a Par¨ªs cuando no s¨¦ qui¨¦n le busc¨® trabajo en una peque?a agencia de viajes de Ourense. Me fui s¨®lo a Francia sin ni siquiera poder sospechar que ese iba a ser el primer pelda?o del espectacular ascenso de un gallego que con toda certeza sub¨ªa. Y lo hac¨ªa firmemente cara un asombroso ¨¦xito empresarial.

Hijo de un tratante de caballer¨ªas, a pesar de su rebeld¨ªa adolescente, debi¨® de aprender de su progenitor a ser tenaz, intuitivo y convincente en un medio tan singular y cargado de desconfianza como era el de los feriantes. Y eso lo ejercit¨® para lo que vendr¨ªa luego. Aprendi¨® r¨¢pido los secretos del mundillo y pronto lo buscaron y lo alejaron de Galicia los que en aquellos momentos controlaban el cotarro tur¨ªstico.

El azar lo cruz¨® con otro pura sangre de los negocios, Juan Jos¨¦ Hidalgo, y empez¨® la apoteosis y la subida ya fue por una alfombrada escalinata al tiempo que curro se iba al Caribe.

Y con el cambio de milenio vinieron otros cambios y decide remontar por otra escalera con programas de su exclusivo sello. Y llegar¨¢ el primer rellano en ?frica Ecuatorial. El campo de batalla sin tregua, la inseguridad jur¨ªdica, y una tard¨ªa retirada dieron al traste con el proyecto de aviaci¨®n comercial.

Se produjo un giro radical. Y desde Madrid empieza a mirar a esa Galicia que ¨¦l me critic¨® m¨¢s de una vez, con excesiva e injusta acritud, responsabilizando de su precaria situaci¨®n exclusivamente al car¨¢cter timorato de sus habitantes. Pero he de reconocer que esa mirada se tradujo en un rentable m¨¦todo de alimentar a miles de madrile?os y mallorquines de distinto pelaje con las esquisiteces de la tierra. Es aqu¨ª donde desenvuelve su vocaci¨®n totalizadora de la actividad empresarial. En eso recuerda al empresario tradicional, autoritario, de decisiones unipersonales. Pero no. Es un empresario moderno e innovador. Lo que sucede es que su equipo es ¨¦l mismo. ?l hace m¨¢rketing, la producci¨®n, la financiaci¨®n... y a¨²n tiene tiempo y chispa para vivir y gozar de sus amigos. Porque la amistad en toda su dimensi¨®n para ¨¦l es un valor incontrovertible. De eso doy fe ante quien sea sin temor a equivocarme. No es un tipo com¨²n "Este-Herminio", como ir¨®nicamente le llama un amigo. Su presencia es arrolladora. Un torbellino impulsivo y vehemente. Como contrapunto, atesora a la dulce Brenda Mondrag¨®n, su esposa y colaboradora, que derrocha ternura y comprensi¨®n en un milagroso ejercicio de extracci¨®n de la cordialidad y la sensibilidad ocultas tras el empaque del Sr. Gil.

El personaje es pol¨¦mico y deja secuelas de admiraci¨®n y detracci¨®n, nunca indiferencia, por donde pasa. Pero toda la pe?a reconoce sus habilidades. Genio creativo para algunos, simple detector de nichos de mercado para otros.

Ahora ha dado un nuevo salto. Pazo Carregal en Ver¨ªn. Que la buena estrella y su talento le ayuden porque redundar¨ªa en algo de prosperidad dentro del desolado panorama actual. ?Ser¨¢ este el fin de la escalera? ?La cima coronada del agitado pero decidido ascenso? En todo caso no deja de tener el car¨¢cter de regreso a la verdadera patria de la que dicen algunos doctos sabios que no es nada m¨¢s que nuestra infancia perdida.