?ltima puntada en la Pedrera
La sastrer¨ªa Mosella, en los bajos de la Casa Mil¨¤, cierra hoy su hist¨®rico local
Hoy, el d¨ªa de Nochebuena, muchas tiendas de Paseo de Gracia cerrar¨¢n a las siete de la tarde triunfales en uno de los d¨ªas de mayor actividad del a?o. A esa misma hora, escondida a tres escalones bajo la majestuosa Casa Mil¨¤, hay una peque?a tienda que bajar¨¢ la persiana para no volverla a subir. La tienda de moda masculina Mosella, un negocio familiar con m¨¢s de 84 a?os, abandonar¨¢ los 200 metros cuadrados del subs¨®tano de la Pedrera para reinventarse como tienda online en la venta de productos que representen la marca Barcelona.
La antigua sastrer¨ªa Mosella ha hilvanado historias que reflejan el cambio experimentado en uno de los ejes comerciales m¨¢s hist¨®ricos de la ciudad a lo largo de m¨¢s de ocho d¨¦cadas, siendo testigo desde los pies de La Pedrera. Del esplendor de la moda m¨¢s artesana de los a?os veinte, la cruda Guerra Civil, las diferentes tendencias y la llegada de tecnolog¨ªa punta en confecci¨®n los a?os setenta, la irrupci¨®n de la presencia masiva de bancos y aseguradoras, a la llegada de marcas internacionales que se han apoderado del comercio del paseo.
La tienda de ropa masculina se reinventar¨¢ on line
Carles Mosella i Isanta, el fundador de la sastrer¨ªa, inici¨® la tradici¨®n familiar a causa de la poliomelitis que padeci¨®, enfermedad que le llev¨® a tener una pierna m¨¢s corta que la otra. Hecho determinante para plantearse un oficio que le permitiera estar muchas horas sentado. Tras quedarse hu¨¦rfano, decidi¨® invertir el dinero que hered¨® en crear un taller de sastrer¨ªa. El primero lo abri¨® en Rambla Catalunya, pero no tard¨® mucho en trasladarse a un local m¨¢s amplio a pocos metros: en el espacio destinado originalmente a las carboneras de la Casa Mil¨¤, en Paseo de Gracia. La due?a del edificio, la se?ora Roser Segimon, primero reacia a disponer de comercios en su propiedad, declin¨® su postura cedi¨¦ndole a Mosella en contrato de alquiler el subs¨®tano y el piso del entresuelo. Este destin¨® la parte de abajo a taller, y la planta de arriba la dej¨® para recibir a los clientes. En la parte trasera del entresuelo qued¨® como residencia para el sastre. Mosella empez¨® a ganar clientela, y se uni¨® a Lluis Dauder, un sastre de reconocido prestigio ubicado en Portal de l¡¯?ngel. Mientras que el primero vest¨ªa a los j¨®venes de clase alta por sus confecciones m¨¢s entalladas y actuales, el segundo vest¨ªa a los padres de estos por su estilo m¨¢s cl¨¢sico. Juntos crearon la sociedad Sastrer¨ªa Mosella de Lluis Dauder.
Y estall¨® la Guerra Civil. Durante los a?os que dur¨® la guerra, la sastrer¨ªa fue expropiada. Se dijo que en ella se instal¨® una sede del PSUC, pero la familia Mosella afirma que quien ocup¨® esos a?os los bajos de la Casa Mil¨¤ fue el POUM (Partido Obrero Unificado Marxista). Mientras tanto, Carles Mosella tuvo que mudarse a un piso en la plaza Urquinaona, esquina con calle Junqueras, actual Teatro Borr¨¤s. Fue en ese per¨ªodo cuando pas¨® aguja e hilo para un traje al Mariscal Tito, el militar croata del que se infundaron rumores sobre su posible estancia en Espa?a durante la guerra y que la familia Mosella constata. Acabada la guerra, al recuperar el local, encontraron tesoro republicano en sus estancias. El POUM hizo del local una sala de proyecciones y al marchar dejaron Films propagand¨ªsticos y un proyector del desaparecido cine Montecarlo de la calle Proven?a.
A clientes como Ramon Trias Fargas, Pere Duran Farell, Antoni de Senillosa, Josep Carreras, Jordi Pujol, Montserrat Caball¨¦, Leo Messi, Josep Antonio Duran i Lleida les han sido tomadas sus medidas para confeccionarles trajes
El per¨ªodo m¨¢s estable del negocio fue entre los a?os cuarenta y setenta. Pintores, pol¨ªticos, notarios, empresarios entraban en su taller para lucir la elegancia que garantizaba el local del concurrido paseo. Un cliente asiduo fue Salvador Dal¨ª, que entre sus encargos nunca faltaron extravagancias. Aumentaron a 30 sastres trabajando en el taller y reestructuraron el espacio de las plantas. Rehabilitaron el techo, siendo este uno de los mejor conservados de todo el edificio. Y en ese momento fue cuando entr¨® a trabajar la segunda generaci¨®n: sus hijos Carles y Pere.
El Paseo de Gracia era un lugar que conglomeraba las marcas m¨¢s prestigiosas de la ciudad : Mosella ten¨ªa de vecinos a Santa Eul¨¤lia, el Dique Flotante, Gales, Ferreras, Furest, Gratac¨®s, Gonzalo Comella, Pellicer¡ Eran insignia del buen hacer de la moda de Barcelona. Empresas familiares y, muchas, consideradas de lujo. Los a?os setenta supusieron el estreno de nuevas marcas extranjeras en el mercado textil nacional. Lleg¨® a Espa?a una confecci¨®n m¨¢s elaborada, mejores patrones y mejor calidad de los tejidos. As¨ª, se inici¨® una competencia de precios m¨¢s bajos que afect¨® al artesano oficio de los sastres.
A finales de los ochenta, empezaron a caer las primeras casas de moda catalanas que ocupaban el Paseo de Gracia y el escenario fue substituido por entidades bancarias y aseguradoras. Mosella, consciente de ello, hizo su primera transformaci¨®n: introdujo un espacio multimarca en la tienda y redujo la actividad de sastrer¨ªa.
El ¨²ltimo relevo de Mosella al cargo del negocio fue Albert, hijo de Carles, en 1992. Sus ojos han sido testigos de los cambios m¨¢s profundos. Vio c¨®mo la moda volvi¨® a tomar el protagonismo que se merec¨ªa el paseo, pero de la mano de marcas internacionales. Las tendencias dictaban que llevar traje y corbata ya no eran herramientas de trabajo y la artesan¨ªa del sastre quedaba relegada. Mosella hizo su ¨²ltima remodelaci¨®n, en 1994: permutaron la planta de arriba al nuevo propietario del edificio, Caixa Catalunya, por todo el espacio de la planta baja, que daba a la calle. Negociaron un contrato de alquiler que les permiti¨® continuar c¨®modamente hasta el d¨ªa de hoy. A¨²n y as¨ª, los grandes escaparates que inundaban la calle, dejaba en un segundo plano un escaparate como el de Mosella a medio metro por debajo del resto.
Siempre reinvent¨¢ndose para sobrevivir al mercado de los gigantes de la moda: vendiendo las m¨¢s prestigiosas marcas internacionales, representantes ¨²nicos en la ciudad de los zapatos que vistieron los pies de actores como Leonardo DiCaprio en Titanic o elaborando trajes con los mejores tejidos y desarrollando su propia colecci¨®n. Con varios ingredientes a su favor, como el estar en la calle m¨¢s cara de la ciudad, la m¨¢s concurrida, a los pies de uno de los puntos tur¨ªsticos m¨¢s visitados de Barcelona y rodeado de locales que atraen un p¨²blico capaz de asumir una fuerte inversi¨®n en imagen no han sido suficientes. Desde hace 14 meses negociaron con Catalunya Caixa abandonar el espacio y desde mayo los ventanales de la Sastrer¨ªa Mosella rezan carteles de liquidaci¨®n total.
A clientes como Ramon Trias Fargas, Pere Duran Farell, Antoni de Senillosa, Josep Carreras, Jordi Pujol, Montserrat Caball¨¦, Leo Messi, Josep Antonio Duran i Lleida les han sido tomadas sus medidas para confeccionarles trajes. El ¨²ltimo, Jos¨¦ Daurella, propietario de Cobega (Coca Cola Espa?a), va en silla de ruedas y necesita toda su ropa a medida. Este ¨²ltimo mes encarg¨® un esmoquin que espera lucir en breve como s¨ªmbolo de despedida a Mosella. La Pedrera, con su reci¨¦n primer siglo cumplido, se mantendr¨¢ all¨ª, aparentemente inmune al paso del tiempo, mientras que el subs¨®tano del edificio, volver¨¢ adoptar una nueva faceta a partir del 2 de enero para convertirse en un nuevo acceso de turistas. En ¨¦l siempre quedar¨¢n los ecos de los recuerdos de una manera de entender un oficio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.