Parados de larga frustraci¨®n
Tener un trabajo, que deber¨ªa ser un derecho, se ha convertido en un privilegio
Hace 20 a?os un lector de EL PA?S escribi¨® una carta al director que se titulaba Paro, deb¨ªan de escucharse otras voces. La misiva, fechada en Vigo y firmada por Juan Luis Mosquera, inclu¨ªa este p¨¢rrafo: ¡°Un catedr¨¢tico de econom¨ªa sostiene que ser¨ªa conveniente (?para qui¨¦n?) flexibilizar la relaci¨®n empresario-trabajador. Altos cargos de la banca recomiendan para mejorar (?a qui¨¦n?) la competitividad, abaratar los despidos. Diputados o ministros del partido gobernante estiman adecuado para proteger (?a qui¨¦n?) las empresas, la creaci¨®n de la figura del aprendiz y la reforma de la contrataci¨®n temporal¡±. Entend¨ªa el lector que estas propuestas eran coherentes con el modelo econ¨®mico, pero planteaba si ese era el ¨²nico modelo posible y aquellas las ¨²nicas voces que deb¨ªan escucharse.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s, este lector pod¨ªa haber escrito ayer esta misma carta. Ocurre algo parecido con otra misiva que p¨²blico tambi¨¦n EL PA?S en septiembre de 1997. Beatriz de Pedro, de Miranda de Ebro, era su autora y dec¨ªa: ¡°Qu¨¦ importan los millones de parados, los j¨®venes sometidos a la moderna esclavitud del empleo temporal, los padres y madres de familia haciendo virguer¨ªas para llegar a fin de mes¡ Es necesario otra vuelta de tuerca, aumentar la angustia de los asalariados, ya que se trata de preservar la sagrada macroeconom¨ªa, y, ante esa misi¨®n, la dignidad de los seres humanos no tiene la menor importancia¡±.
La primera carta demuestra que, hace 20 a?os, las quejas sobre las recetas que se propon¨ªan para salir de la crisis son las mismas que ahora; mientras que la segunda evidencia que el malestar sobre las consecuencias de las medidas que se aplicaron son tambi¨¦n id¨¦nticas. En las hemerotecas est¨¢ el recuerdo de todo lo que nunca aprendemos. En 1977, antes de que Espa?a se integrara en la Uni¨®n Europea, el paro y la inflaci¨®n eran los dos principales problemas de la crisis econ¨®mica que afectaban a los pa¨ªses de la Comunidad Europea. Ese a?o Bruselas reconoci¨® que el desempleo hab¨ªa alcanzado entre los estados miembros la cifra de los seis millones de parados, todo un r¨¦cord desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, Europa se ha hecho tan grande como las listas del paro y Espa?a est¨¢ a punto de alcanzar en solitario la cifra de parados que ten¨ªan por aquel entonces Francia, Italia, Gran Breta?a, Irlanda y Alemania juntas.
El drama del paro en Espa?a se puede analizar desde las grandes cifras macroecon¨®micas y los datos estad¨ªsticos, pero a veces resulta m¨¢s f¨¢cil localizar el balance de da?os del desempleo entre las quejas de los lectores. En ellas anida el sentido com¨²n en mayor cantidad que en muchas declaraciones altisonantes publicadas a cinco columnas en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. De hecho, el t¨ªtulo de este art¨ªculo lo he cogido prestado de otro lector de EL PA?S. La carta se public¨® en febrero del a?o 2009 e iba firmada por Antonio Gil desde Valencia. Empezaba as¨ª: ¡°Abst¨¦nganse las personas prudentes de apresurarse por las calles luciendo prendas o portando enseres que denoten el disfrute de un puesto de trabajo. Rel¨¦guese a la discreci¨®n de los fondos de armario las carteras de trabajo, las batas sanitarias, las zapatillas agujereadas y manchadas de pintura de pintores¡ Ev¨ªtese as¨ª ataques por parte de hordas de parados de larga frustraci¨®n¡±.
La Comisi¨®n Europea prev¨¦ que Espa?a supere los seis millones de parados en 2013, que es la cifra m¨¢s pr¨®xima a la que hemos estado de alcanzar el precipicio social. Tener un trabajo, que deber¨ªa ser un derecho, se ha convertido en un privilegio del que, como ironizaba este lector de Valencia, puede llegar un d¨ªa en que habr¨¢ que ocultarse. Igual les parece esto ¨²ltimo algo exagerado, pero los lectores de este peri¨®dico han afinado siempre m¨¢s en sus diagn¨®sticos que la propia Comisi¨®n Europea o que el Gobierno espa?ol de turno.
En 1977, con la mayor tasa de paro desde la Segunda Guerra Mundial, Bruselas anunci¨® un plan para resolver el problema del desempleo en el viejo continente con los magn¨ªficos resultados que todos podemos comprobar tres d¨¦cadas despu¨¦s. Y tres d¨¦cadas es ya demasiado tiempo para no ponernos a escuchar otras voces y plantear otro modelo. Dos mil empleos diarios se perdieron en Espa?a en 2012. O lo que es lo mismo, el desempleo alcanz¨® una velocidad de 84 parados a la hora, que es una especie de velocidad de la luz para llegar hacia la m¨¢s absoluta frustraci¨®n.
@jmatencia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.