En la casa del cr¨ªtico
La ¨²ltima obra de Juan Mayorga, interpretada por Juanjo Puigcorb¨¦ y Pere Ponce, reflexiona sobre la necesidad de referentes intelectuales para los creadores


El d¨ªa que el dramaturgo Juan Mayorga (Madrid, 1965) entr¨® en la casa de Franco Quadri ¡ªel que fuera el cr¨ªtico teatral m¨¢s influyente de Italia, profundamente respetado en el resto de Europa y fallecido en marzo de 2011¡ª descubri¨® dos cosas. La primera, que ten¨ªa dos casas gemelas en Mil¨¢n: la de arriba era donde viv¨ªa el solo y la de abajo en la que trabajaba y recib¨ªa a la gente. La segunda, que se hab¨ªa topado con un hombre de pelo cano que ten¨ªa en la cabeza todo el teatro europeo del ¨²ltimo siglo, alguien ensimismado, obsesionado, apasionado por la escena, que se ausentaba mentalmente durante minutos, merodeaba por la sala y regresaba con un papel en la mano: ¡°El montaje est¨¢ hecho desde la perspectiva del muerto¡±, estaba escrito de su pu?o y letra. Esa frase, garabateada en una hoja aparentemente perdida entre otras muchas de un escritorio, era la matriz de una de sus cr¨ªticas en el diario La Repubblica. Una de esas por las que fue amado y odiado. Una m¨¢s de las muchas que acabaron por convertir al cr¨ªtico en una autoridad, en una referencia, en una especie de espejo de la verdad en el que muchos autores deseaban verse reflejados (reconocidos), para lo bueno y para lo malo. El cr¨ªtico, visto como alguien que contribuye a que el creador averig¨¹e si el ¨²ltimo camino elegido ha sido acertado o equ¨ªvoco, alguien capaz de descubrirle al autor su propia obra.
Un texto sabe cosas que su autor desconoce, dice Mayorga
Aquel encuentro fortuito entre uno de los dramaturgos contempor¨¢neos espa?oles m¨¢s solventes y con m¨¢s proyecci¨®n internacional y el cr¨ªtico por excelencia, al igual que ese papel que guardaba Quadri en su escritorio para su pr¨®xima columna, puede ser el germen de lo que podr¨¢ verse en el Teatro Marquina de Madrid a partir del 10 de enero. Mayorga lo ha titulado Si supiera cantar, me salvar¨ªa: EL CR?TICO. Es su ¨²ltimo texto y lo llevan a escena Juanjo Puigcorb¨¦ (el cr¨ªtico) y Pere Ponce (el autor), dirigidos por el canario Juan Jos¨¦ Afonso.
El autor escribe para el cr¨ªtico, para conmoverle, apunta Ponce
Mayorga pone sobre las tablas algo que ¨¦l mismo vive como una necesidad, la de un interlocutor honesto, ¡°un otro capaz de transformarte¡±, alguien con quien asumir el riesgo de enfrentarse y cuestionarse a uno mismo. Y mete al autor, llamado Scarpa en su ficci¨®n, en la casa del cr¨ªtico, bautizado Volodia, como aquel h¨¦roe de la organizaci¨®n de pioneros de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica. Provoca un combate dial¨¦ctico en esa habitaci¨®n en la que ¡°se han destruido muchos nombres y muchos sue?os¡±.
Pero no lo hace un d¨ªa cualquiera, a cualquier hora, sino que da rienda suelta al morbo y genera el encuentro precisamente en el momento en el que el cr¨ªtico se va a poner a escribir sobre la obra del autor, justo despu¨¦s de acudir al estreno de la funci¨®n. Qu¨¦ puede ser m¨¢s obsceno para un dramaturgo que colarse en la habitaci¨®n del cr¨ªtico mientras escribe sobre su ¨²ltima obra.
Autor y cr¨ªtico, dos caras de una moneda con la verdad en el canto, dice Puigcorb¨¦
¡ª ?Hay alg¨²n orden?, pregunta Scarpa mientras fisgonea en la biblioteca.
¡ª Por supuesto, responde Volodia.
¡ª No consigo encontrarlo
¡ª Jer¨¢rquico. El orden de excelencia. Si un d¨ªa se desata un incendio, s¨¦ por donde empezar¨¦ a llenar la maleta.
El primero es Rey Lear, el segundo Ant¨ªgona, el tercero unas veces es Woyceck y otras La Tempestad... La excelencia, la b¨²squeda de la excelencia es el deseo velado que atraviesa todo el texto de Mayorga. El autor, desesperado por acertar en el manejo de su talento para darle impulso a su trayectoria. Y el cr¨ªtico, ¨¢vido de dar con una funci¨®n que le sobrecoja. Ambos, en una eterna correspondencia epistolar clandestina, en clave.
Una cr¨ªtica mala puede ser una bendici¨®n para el autor, dice Afonso
¡°El autor escribe su obra para el cr¨ªtico, para conmoverle, acaba viviendo por y para para ¨¦l¡±, apunta Ponce. ¡°Un texto sabe cosas que su autor desconoce¡±, comenta Mayorga. ¡°El cr¨ªtico puede descubrir sentidos que no eran evidentes para ti mismo¡±, agrega.
¡°Una cr¨ªtica mala puede ser una bendici¨®n para un autor¡±, dice Afonso. ¡°En esta obra, la creaci¨®n teatral acaba siendo la excusa por la que dos individuos se plantean c¨®mo se enfrentan a sus vidas, c¨®mo quieren vivirlas¡±, a?ade.
¡°Son las dos caras de una misma moneda unidas por una verdad inasible, que es el canto¡±, resume Puigcorb¨¦. Desde el pr¨®ximo jueves habr¨¢ funciones con p¨²blico, pero el estreno no ser¨¢ hasta el d¨ªa 15 de enero. Veremos que escriben despu¨¦s los cr¨ªticos en sus casas.
Si supiera cantar, me salvar¨ªa: EL CR?TICO. Teatro Marquina. Del 10 de enero al 10 de marzo. Entrada: 25 euros
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