2013, Alemania, Espa?a, Catalu?a
Las salidas se pueden buscar por la v¨ªa de la concertaci¨®n y el pacto o por la del conflicto. Este no acostumbra a ser el mejor camino
No se puede generalizar ni a todas las personas ni en todas partes, pero creo que entramos en 2013 con menos ilusi¨®n de la que lo hicimos en 2012, que ya no fue mucha. Hace un a?o, a pesar de la preocupaci¨®n, conserv¨¢bamos el humor para desearnos ¡°un feliz 2012¡±, ya que pens¨¢bamos, o quer¨ªamos pensar, que las cosas mejorar¨ªan a lo largo del a?o. Ahora constatamos que no ha sido as¨ª y dudamos cu¨¢ndo va a ser. Es urgente evitar que la depresi¨®n econ¨®mica se convierta en una depresi¨®n psicol¨®gica, pues entonces las dificultades ser¨¢n mayores. Pienso que esta depresi¨®n puede estar alimentada por la percepci¨®n de que, ante las dificultades, optamos m¨¢s por buscar enfrentamientos que no acuerdos, m¨¢s por buscar culpables que no soluciones. Mi convicci¨®n es clara: En un momento de dificultades para todos, las salidas se pueden buscar por la v¨ªa de la concertaci¨®n y el pacto, o por la del conflicto. Excepto en casos l¨ªmite, este no acostumbra a ser el mejor camino. Reflexiono sobre dos situaciones en las que estamos paralizados, una global y otra local.
1. Alemania-Espa?a. Para empezar, perspectiva. Aunque seguimos en el t¨²nel, no es verdad que todo haya ido a peor. Hace un a?o, la continuidad del euro, o la permanencia de algunos pa¨ªses (Espa?a, entre ellos) eran dudosas, y el panorama previsible en tal caso era desolador. La decisi¨®n alemana de mantenerse en y defender el euro, a cambio de la aceptaci¨®n por todos de una uni¨®n fiscal europea, que hace a?os reclam¨¢bamos, despej¨® muchas inc¨®gnitas y ha supuesto una mejora de la situaci¨®n de los mercados de deuda, el gran problema a corto de la econom¨ªa espa?ola. Pero seguimos instalados en la dificultad de compaginar una urgente y necesaria pol¨ªtica de est¨ªmulo al crecimiento, con la imposici¨®n de una austeridad excesiva y de unos plazos irracionalmente cortos para la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico. Ello est¨¢ creando nuevos enfrentamientos entre Gobiernos y opiniones p¨²blicas de los pa¨ªses de la UE. Para pa¨ªses como Espa?a, el origen est¨¢ en la desconfianza de las instituciones europeas, con Alemania en los bastidores, sobre la credibilidad de los sucesivos Gobiernos espa?oles ante el cumplimiento de los compromisos (¡°Si me ayudas, yo cumplir¨¦; primero cumple, y ya te ayudar¨¦¡±).
Si hubiera una aproximaci¨®n transparente y abierta, basada en la honestidad y la lealtad, ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil comprender los intereses leg¨ªtimos y los temores explicables de una y otra parte y pactar un camino que los despejara. Nada ser¨ªa mejor para la econom¨ªa alemana que un relanzamiento del crecimiento de los pa¨ªses del sur de Europa y una recuperaci¨®n de la confianza en su deuda global, en buena parte detentada por bancos germanos. Esta negociaci¨®n parece comprometida. Falta voluntad negociadora de las partes.
2. Gobierno-Autonom¨ªas. Una situaci¨®n, no igual pero s¨ª paralela, est¨¢ teniendo lugar en Espa?a. La deuda p¨²blica espa?ola es un todo en el que suman la Administraci¨®n central, las aut¨®nomas y las locales. Vivimos actualmente un episodio de enfrentamiento entre las dos primeras sobre el reparto de los esfuerzos para reducir el d¨¦ficit total, y el Gobierno impone que las comunidades aut¨®nomas contribuyan de una forma proporcionalmente mayor al que les corresponde por su participaci¨®n en el gasto. Ello no tiene una base racional, y supone adem¨¢s un grave problema social, ya que la composici¨®n del gasto auton¨®mico es mayoritariamente gasto social (educaci¨®n, sanidad, dependencia¡). Parece que el camino negociador est¨¢ obstruido y la perspectiva es angustiosa, no solo para los pol¨ªticos, sino para los ciudadanos¡ especialmente en Catalu?a. Otra falta de voluntad negociadora.
Tiene raz¨®n el Gobierno central cuando de forma ret¨®rica dice, y hace decir al jefe del Estado, que no es el mejor momento para enfrentamientos pol¨ªticos sino para la cooperaci¨®n. Pero tiene a¨²n m¨¢s raz¨®n cuando Catalu?a argumenta que quien provoca los enfrentamientos son las pol¨ªticas centralizadoras del Gobierno. Nadie puede lanzar la primera piedra. El Gobierno espa?ol no puede de ninguna forma obstruir actuaciones pol¨ªticas o econ¨®micas que, dentro de la democracia y la legalidad, reflejen la voluntad mayoritaria del pueblo catal¨¢n. Y el Gobierno catal¨¢n no deber¨ªa despreciar la legalidad sin agotar antes todos los caminos para cambiarla. De momento, el conflicto est¨¢ servido.
Joan Maj¨® es ingeniero y exministro
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