?Sexo ¡®low-cost¡¯?
Muy tocado por la crisis y el desd¨¦n pol¨ªtico que la acompa?a, el teatro catal¨¢n se merece un reconocimiento p¨²blico por su compromiso pol¨ªtico y su capacidad para plantear dilemas ¨¦ticos en el momento actual. Entre las varias buenas obras en cartel destaca Blackbird en el Teatre Lliure. La pieza gira en torno a una relaci¨®n espor¨¢dica entre un cuarent¨®n y una ni?a de 12 a?os que, al ser descubiertos, son castigados con la c¨¢rcel, el psiquiatra y el estigma social. A pesar de que la obra consigue confrontar al espectador con sus propios prejuicios, es una historia inc¨®moda y llena de violencia que tiene el m¨¦rito de poner sobre la mesa la dif¨ªcil cuesti¨®n de los abusos sexuales en la sociedad actual.
De abusos y falta de libertad hablan las noticias que confirman la existencia de redes mafiosas de prostituci¨®n en nuestras ciudades. Se suceden las detenciones de hombres que trafican con mujeres y ni?os en el seno de una verdadera industria global del sexo que se beneficia de la laxitud de un mundo desregulado. En nuestras calles libres viven personas que tienen precio, son marcadas con c¨®digos de barras o drogadas para que rindan m¨¢s. Hoy, en pleno siglo XXI, convivimos con esclavas.
Tras a?os investigando las redes de prostituci¨®n en todo el mundo, la periodista mexicana Lydia Cacho alerta de que solo el 2% de las prostitutas ejerce por propia voluntad. La inmensa mayor¨ªa son v¨ªctimas de la pobreza, de abusos sexuales, de guerras y de la explotaci¨®n por parte de las mafias.
En nuestras calles libres viven personas que tienen precio, son marcadas con c¨®digos de barras y usadas como objeto de consumo
Uno de los datos m¨¢s alarmantes es la disminuci¨®n de la edad del usuario de prostituci¨®n. Tambi¨¦n en Espa?a, que es el tercer consumidor de prostituci¨®n del mundo, crece el n¨²mero de j¨®venes de entre 18 y 25 a?os que acuden a las prostitutas como si fueran un objeto de consumo cualquiera, un divertimento que les ahorra adem¨¢s el tiempo de la seducci¨®n. Cuanto m¨¢s joven es el cliente, m¨¢s joven suele ser el objeto de deseo. De ah¨ª tambi¨¦n el aumento inquietante de las redes de prostituci¨®n de ni?as y ni?os de entre cuatro y 13 a?os. Seg¨²n las Naciones Unidas, el 27% de las v¨ªctimas de trata en el mundo son menores de edad.
El mapa de las mafias sexuales que traza Lydia Cacho es el de una industria potent¨ªsima, que tiene sus propias leyes, ramificaciones y lobbies en todo el mundo, y cuenta con la complicidad y a veces la directa implicaci¨®n de algunos Gobiernos. Sin embargo, lo m¨¢s revelador de su trabajo es que dibuja una l¨ªnea directa entre la trata de personas y la educaci¨®n sexual de nuestros ni?os.
Hoy, el ciberespacio les ofrece un relato en el que el sexo est¨¢ desprovisto de cualquier v¨ªnculo de intimidad y de respeto, sin tiempos, sin cari?o, sin reciprocidad. Es una experiencia que no ense?a en la igualdad. Lo que suele ser su primer referente, a veces el ¨²nico, es en realidad una historia de puro consumo, a menudo violento, accesible a todos a trav¨¦s de Internet.
Sin una buena educaci¨®n sexual, los adolescentes de hoy pueden iniciarse m¨¢s f¨¢cilmente sin necesidad de tener empat¨ªa ni atribuir valor al cuerpo del otro. Y as¨ª se empieza, compartiendo experiencias en redes sociales y exhibiendo vejaciones en Gossip o Informer, en un entorno donde la distinci¨®n entre el espacio p¨²blico y el privado est¨¢ cada vez m¨¢s difuminada.
Consumir sexo low-cost en la calle o normalizar el turismo sexual es simplemente el siguiente paso de esta cultura que cosifica el cuerpo humano. Y as¨ª, sucesivamente, hasta que surge el que ve el lucro de un negocio que reporta elevados beneficios a muchos sectores de la econom¨ªa. De modo que las redes de tr¨¢fico de personas no son un fen¨®meno lejano propio de pa¨ªses ex¨®ticos y liderado por unos mafiosos, contra el que nada podemos hacer, sino el ¨²ltimo eslab¨®n de una misma cultura deshumanizada que impregna nuestras vidas y el conjunto de la sociedad.
?C¨®mo fortalecer el relato de la igualdad? ?Cu¨¢l es el precio de una sociedad que mercantiliza a las personas? Lejos de ser un tema marginal, estamos ante un verdadero problema colectivo que exige concienciaci¨®n y pol¨ªticas decididas porque ataca de pleno la calidad moral de nuestra sociedad.
Judit Carrera es polit¨®loga.
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