Cuando Artaud resucit¨®, el Papa segu¨ªa all¨ª
Sonia Sebasti¨¢n ofrece una lectura clara pero as¨¦ptica de 'Los Cenci¡¯, de Artaud, una tragedia de venganza a la manera isabelina con Celia Freijeiro como gran protagonista
El dinero os har¨¢ impunes. Francesco Cenci, hijo del tesorero general de la Reverenda Camera Apostolica, brazo financiero de los Estados Pontificios, hizo lo que quiso gracias a su cuantiosa herencia. Maltrat¨® a su mujer, viol¨® a su hija Beatrice, menor de edad, y a uno de sus hermanos, delinqui¨® sin medida y esquiv¨® la acci¨®n de la justicia por ser ¨¦l quien era. Tuvo un final acorde con sus m¨¦ritos: Beatrice, su hermano Giacomo y dos empleados le metieron sendos clavos en la cabeza, y simularon un accidente. Pero el Papa Clemente VIII, que vio la ocasi¨®n de hacerse con la fortuna de los Cenci, mand¨® investigar el caso sin desmayo y no tuvo la clemencia que cabr¨ªa esperar de su nombre y condici¨®n: hizo que desmembraran a Giacomo y que decapitaran en p¨²blico a su hermana. Tal relato, que se conserva manuscrito en el archivo del palacio Cenci en Roma, y un retrato de la bell¨ªsima joven, atribuido err¨®neamente a Guido Reni, inspiraron a Shelley la obra en la que se mira a su vez esta tragedia de venganza a la manera isabelina, escrita por Antonin Artaud (¡°Los Cenci no son todav¨ªa teatro de la crueldad, pero lo preparan¡±, dijo), que ha montado Sonia Sebasti¨¢n en el Teatro Espa?ol.
Los Cenci
Autor: Antonin Artaud. Versi¨®n y direcci¨®n: Sonia Sebasti¨¢n. Int¨¦rpretes: Celia Freijeiro, Celso Bugalllo, Luis Zahera, Maru Valdivielso, Daniel Holgu¨ªn, Rolando San Mart¨ªn, Marta Belmonte, Eduardo Mayo y Aar¨®n Lobato. Vestuario: Alberto Valc¨¢rcel. Luz: Nicol¨¢s Fischtel. Escenograf¨ªa: Carmen Casta?¨®n. Teatro Espa?ol. Hasta el 3 de marzo.
La joven directora desbroza el conflicto principal con claridad y firmeza, crea im¨¢genes de gran fuerza pl¨¢stica (espl¨¦ndida, la inicial, con la protagonista en el tanque de agua) y lleva el relato a t¨¦rmino sin m¨¢s desmayo narrativo que el que producen unos intermedios coreogr¨¢ficos con aire de videoclip, sostenidos por una m¨²sica en vivo poco perturbadora para lo que la ocasi¨®n requiere. Un h¨¢lito artaudiano sostiene el espect¨¢culo, pero, en lo est¨¦tico prevalece una asepsia acaso desacorde con la veta dionis¨ªaca y la crudeza que respiran los escritos del autor. Con todo, ni los cuadros pl¨¢sticos a lo Tomaz Pandur ni el vocabulario pop que a veces utiliza el equipo art¨ªstico tuercen el recto rumbo del drama, bien pilotado por Celso Bugallo (Cenci), Luis Zahera y, sobre todo, por Celia Freijeiro, una Beatrice cautivadoramente veros¨ªmil, que mantiene una relaci¨®n palpitante con el Orsino de Daniel Holgu¨ªn.
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