Un barco no es un edificio, ni viceversa
"Posiblemente, el Palau de Les Arts quer¨ªa ser el buque insignia de toda la serie de edificios que el arquitecto Santiago Calatrava ha construido en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia"
Posiblemente, el Palau de Les Arts quer¨ªa ser el buque insignia de toda la serie de edificios que el arquitecto Santiago Calatrava ha construido en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.
Quiz¨¢ por eso, y a semejanza de un buque, la c¨¢scara que envuelve todo el conglomerado funcional est¨¦ realizada, como el casco de un barco, con planchas de acero, simulando panzas y quillas. Incluso su estructura es propia de la construcci¨®n naval, con cuadernas que rigidizan las planchas para evitar su deformaci¨®n. Cada arquitecto plantea sus espacios, sus estructuras y sus acabados como Dios le da a entender. Hasta aqu¨ª, nada que objetar, aunque con la cr¨ªtica de que esto suele resultar bastante caro, por no decir muy caro. Pero a¨²n as¨ª y todo, el costo resultar¨ªa disculpable en aras de la representatividad que pueda tener el edificio. Es cierto que edificios de estas caracter¨ªsticas, y en general todos los de esa zona proyectados y construidos por Calatrava, atraen a turistas y paisanos ofreciendo una imagen vanguardista de la ciudad. Una buena imagen en una postal dice mucho fuera de nuestras tierras, y eso siempre es bueno.
Pero lo que ya no empieza a ser tan bueno es esa otra imagen que quien sea pueda llevarse como consecuencia de un mal dise?o, un planteamiento err¨®neo o una defectuosa ejecuci¨®n. Y es el caso. En los ¨²ltimos d¨ªas est¨¢n apareciendo en prensa una serie de art¨ªculos denunciando que el Palau de Les Arts se est¨¢ ¡°arrugando¡±. Es cierto, yo lo he visto con mis propios ojos, nadie me lo ha tenido que contar. Puedo dar fe de ello, y me preocupa, como arquitecto, como ciudadano y como contribuyente. No me gusta -a nadie le gusta- que mi dinero se malgaste en cosas in¨²tiles.
No entro en otras cuestiones, pero si ya me pareci¨® mal ver el Palau inundado hace unos pocos a?os como consecuencia de unas lluvias, ahora me disgusta que al edificio le ¡°salgan arrugas¡± antes de la adolescencia, aunque este problema es m¨¢s f¨¢cil de solucionar que el de las inundaciones, porque ¨¦stas s¨ª son consecuencia de un verdadero error de dise?o que parece mentira que Calatrava, con la de recursos que tiene, pudiera cometer. Porque un edificio que est¨¢ situado en el ¡°antiguo cauce de un r¨ªo¡±, con su rasante en el lecho de ese cauce y con salas en s¨®tanos por debajo de esa rasante, necesariamente se ver¨¢ inundado continuamente a lo largo de su historia. Primer y gran error, y ¨¦ste s¨ª, de complicad¨ªsima, por no decir imposible, soluci¨®n. Con lo f¨¢cil que habr¨ªa sido haberlo elevado sobre un podio, por ejemplo, sin perder ni un ¨¢pice de su belleza. Y repito que Calatrava ha demostrado siempre tener m¨¢s que suficientes recursos de dise?o para ello.
En cuanto a la otra cuesti¨®n, la que nos ocupa estos d¨ªas, no hace falta ser adivino ni experto para saber que, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, un revestimiento cer¨¢mico sobre una plancha de acero acabar¨¢ cay¨¦ndose. Es de sentido com¨²n. Una cer¨¢mica como es el ¡°trencad¨ªs¡± con la que Calatrava ha revestido ¡°su barco¡± de acero, es m¨¢s que probable que bien temprano comience por abombarse primero para despu¨¦s, y no en mucho tiempo, acabe en el suelo sin remedio. El abombamiento es el primer s¨ªntoma de la patolog¨ªa, lo que dar¨¢ paso al ¡°desconch¨®n¡± del que tanto se habla ahora sin que todav¨ªa se aprecie.
Pero, tiempo al tiempo, acabar¨¢ apreci¨¢ndose, porque si a colocar una cer¨¢mica sobre una base met¨¢lica le a?adimos que, al menos aparentemente, no existen juntas de dilataci¨®n para el revestimiento, los ingredientes son perfectos para tener como resultado un c¨®ctel explosivo. Nuevamente me sorprende que Calatrava parezca no saber esto, que es b¨¢sico. Debe ser que los "genios" no tienen en cuenta esas cosas y que eso s¨®lo queda para el resto de nosotros, los "mortales".
El arquitecto argumentaba en alg¨²n momento que el revestimiento de ¡°trencad¨ªs¡± era en homenaje a Gaud¨ª, pero olvidaba que ¨¦ste, en primer lugar, invent¨® lo del ¡°trencad¨ªs¡± por aquello de reutilizar materiales sobrantes en obra para no tener que gastar m¨¢s dinero, que lo utilizaba para revestir limitadas superficies complejas, alabeadas, en las que por necesidad hab¨ªa que romper los azulejos, que colocaba juntas si hab¨ªa necesidad y, sobre todo, que la base soporte era de f¨¢brica. No creo que a Gaud¨ª se le hubiese ocurrido jam¨¢s revestir con cer¨¢mica el casco de un buque, porque es de esperar que acabe saltando por no ser la base m¨¢s id¨®nea. Y si a alguien se le ocurre, como es el caso, que al menos lo haga con juntas. Y es que, ni un barco es un edificio, ni un edificio es un barco.
Vicente Blasco Garc¨ªa es arquitecto y profesor de Construcci¨®n en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦nica de Valencia.
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