Proscritos, prescritos
El sistema ha dado un mensaje definitivo de error, y es el momento de reiniciarlo si no queremos que sea el populismo antipol¨ªtico y antidemocr¨¢tico el que recoja la indignaci¨®n popular
Despu¨¦s de tanto enga?o es muy dif¨ªcil creer en nada. Despu¨¦s de haber escuchado centenares de veces las mismas declaraciones de inocencia, los mismos compromisos de transparencia, las palabras se vuelven irritantes. Cuando la vida se ha hecho tan dura que nos ha convertido a todos en testigos de dramas sociales, es muy dif¨ªcil creer en nada, ni siquiera en la justicia.
Durante a?os he discutido con amigos y compa?eros sobre el papel de los pol¨ªticos y su honradez. La tesis del garbanzo negro se ha ido volviendo cada vez m¨¢s dif¨ªcil de mantener en la medida que se daban a conocer nuevos casos e imputaciones. A estas alturas hay demasiados fallos en los sistemas de control y de detecci¨®n del robo del dinero p¨²blico y casi completa impunidad de los delitos econ¨®micos. Demasiados garbanzos negros en la olla, tantos como para preguntarse si no ser¨¢ mejor empezar de nuevo el guiso.
Al parecer, en nuestro pa¨ªs existen dos clases de delitos: los que comete la gente corriente y los que cometen sus ¨¦lites financieras, empresariales o pol¨ªticas. Los primeros van a la c¨¢rcel; los segundos van a un limbo jur¨ªdico que se llama prescripci¨®n, que no supone declaraci¨®n de inocencia pero que sabe a gloria a quienes la disfrutan. La indignaci¨®n popular puede multiplicarse por 100 si, tal como dicen juristas muy reconocidos, la mayor¨ªa de los casos acabar¨¢n prescritos y archivados. Una gran parte de la trama G¨¹rtel, la supuesta financiaci¨®n ilegal del PP, los conocidos sobresueldos, los regalos recibidos, los millones de B¨¢rcenas y la mayor parte de las imputaciones a Urdangarin navegar¨¢n por los mares del olvido en un tiempo no muy lejano, archivados en el estante de cualquier juzgado.
La justicia o injusticia de las leyes se comprueban en su aplicaci¨®n. En el caso de los delitos econ¨®micos ha quedado absolutamente demostrado que suelen descubrirse cuando est¨¢n pr¨®ximos a prescribir. A ello se suma que su investigaci¨®n es larga y complicada y que jueces, fiscales e inspectores se enfrentan, casi inermes, a un escuadr¨®n de abogados especializados en ingenier¨ªa financieras. ?Por qu¨¦ prescriben, entonces con tanta rapidez? ?Por qu¨¦, en el caso de la financiaci¨®n ilegal de los partidos pol¨ªticos, el delito prescribe casi con la rapidez del rayo?
No es posible que nuestro sistema pol¨ªtico no est¨¦ al corriente de esto, ni que act¨²e ingenuamente. ?C¨®mo es posible que los mecanismos dise?ados para controlar a las fuerzas pol¨ªticas, procedan de ellas misma y act¨²en, solo y exclusivamente, comprobando los estados financieros que los propios partidos les facilitan? ?C¨®mo no se ha reformado el Tribunal de Cuentas, tras sus fracasos estrepitosos en el control financiero de las fuerzas pol¨ªticas??por qu¨¦ se mantiene el esc¨¢ndalo de la prescripci¨®n de estos delitos?
Por si faltara alg¨²n ingrediente a este infame cocido, se acaba de conceder una amnist¨ªa fiscal capaz de anular todo tipo de delitos contra la hacienda p¨²blica, por mucho que el ministro Montoro se esfuerce en disimularlo.
Puede resultar que la mayor condena de corruptos, defraudadores, blanqueadores de dinero, aprovechados y ladrones, sea ver su nombre publicado en la plaza p¨²blica o realizar con garbo el humillante pase¨ªllo ante los tribunales. Aunque los que han decidido pasar al lado oscuro no tienen la piel tan fina como la ciudadan¨ªa indignada y son incapaces de sentir verg¨¹enza porque creen que todo se olvida, todo se cura, menos el dinero que permanece a su lado.
Por eso, mientras todo esto contin¨²e, mientras se ampare jur¨ªdicamente a los corruptos, mientras trabajen en las sedes los imputados y se tema pronunciar el nombre de los delincuentes, no deber¨ªan volver a pronunciar frases como ¡°caiga quien caiga¡±, ¡°llegaremos hasta las ¨²ltimas consecuencias¡± o ¡°recaer¨¢ todo el peso de la ley¡±, porque nadie cae, no hay consecuencias y el peso de la ley es muy ligero. El sistema ha dado un mensaje definitivo de error, y es el momento de reiniciarlo si no queremos que sea el populismo antipol¨ªtico y antidemocr¨¢tico el que recoja la indignaci¨®n popular y la convierta en una flor negra.
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