Mentiras, balidos y certezas
Albert Pla siempre es brillante. Incluso cuando, como en Manifestaci¨®n, no parece serlo.
¡°Todo es mentira en esta vida, todo es mentira, la verdad¡±. Lo dec¨ªa Manu Chao aplic¨¢ndose a los equ¨ªvocos, las resbaladizas certezas y las creencias que s¨®lo se muestran inc¨®lumes mientras no son miradas con cierto detalle. Recuperando este cl¨¢sico sobre las ambig¨¹edades de las certezas, Albert Pla iniciaba su estancia hasta el domingo en el Poliorama con un espect¨¢culo apto en exclusiva para sus seguidores m¨¢s cr¨¦dulos, aquellos que sin lugar a duda alguna consideran que Albert Pla siempre es brillante. Incluso cuando, como en Manifestaci¨®n,no parece serlo.
Albert Pla
Manifestaci¨®n
Poliorama
6 Febrero 2013
El espect¨¢culo tiene un planteamiento de partida muy oportuno: el gregarismo humano. Cuando las verdades como pu?os nos sacuden de forma impenitente en pleno rostro mientras las mentiras indisimuladas y obscenas nos irritan e idiotizan empuj¨¢ndonos en un ¨²ltimo resquicio de sensatez a protestar en la calle, es cuando llega el momento de pensar en reba?os de ovejas y balidos autom¨¢ticos. De aqu¨ª parte Pla construyendo un personaje que como muchos de los suyos es, en realidad, un ingenuo que se mueve por un elemental resorte animal, a la postre el m¨¢s humano de todos: una posibilidad de apareamiento. La b¨²squeda de una mujer lleva al protagonista de manifestaci¨®n en manifestaci¨®n bajo pancartas cuyo sentido apenas tiene importancia ante la llamada de la seducci¨®n. Y es que somos muy humanos.
A partir de aqu¨ª el espect¨¢culo, con escasa presencia musical, va aletarg¨¢ndose sin sorpresas, en un caminar previsible por una estructura que se antoja forzada con la razonable finalidad de alcanzar un minutaje que justifique la compra de la entrada. La alternancia entre el Pla vulnerable y el irritado, ese que con vocablos gruesos tira de testosterona airada que hace diana en el blanco elemental de banqueros y pol¨ªticos, se sucede sin mayor hallazgo mientras pasan los minutos en espera de un giro que no acaba de llegar. La intenci¨®n, arma poderosa en labios de Pla, queda oscurecida por su cegadora evidencia, mostrando a un cantautor que, al menos en este caso, pierde vitriolo mientras lo distribuye al por mayor por un escenario decorado con pancartas y cachivaches. Al final, el Pla que juega al doble sentido y hiere con el mero planteamiento del balido autom¨¢tico, se congracia con la versi¨®n m¨¢s plana y consabida de su propio personaje. Quienes lo vayan buscando tienen garantizada la diversi¨®n. Pero cuando Pla parece m¨¢s Pla es cuando menos lo es.
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