Tiempo cruel y redenci¨®n
'La gran misa' es un ballet cercano a la concepci¨®n grandilocuente de ¡°espect¨¢culo total¡± del que tantos alemanes se sienten deudores
En la noche del 19 de abril de 1970 el poeta Paul Celan se arroj¨® al Sena; Scholz recoge versos suyos de 1968, tan terribles como cr¨ªpticos, tan desgarrados como apropiados a la idea de muerte y mundo irredento que recorre La gran misa.Es cierto que se trata? de un gran ballet, cercano a la concepci¨®n grandilocuente de ¡°espect¨¢culo total¡± del que tantos alemanes se sienten deudores.
LA GRAN MISA
Ballet de Leipzig. Director: M. Schr?der. Coreograf¨ªa: Uwe Scholz; m¨²sica: W. A. Mozart, G. Kurt¨¢g, A. P?rt y T. Jahn; poemas de P. Celan. Joven Orquesta y Coro de la Comunidad. Director: A. Sch¨¹ller. Teatros del Canal. Hasta el 10 de febrero.
Resulta parad¨®jico que las partes de este ballet que mejor resisten el tiempo son las que est¨¢n respaldadas por el sonido contempor¨¢neo; a Mozart se le oye con placer, pero salvo escenas aisladas (como el Sanctus bejartiano); o soluciones a tenor de un seguimiento literal del canto en el cuarteto del Benedictus (donde destaca con claridad Tyler Galster, bailar¨ªn correcto e inspirado), es desde Kurt¨¢g a P?rt donde hay m¨¢s vida, pero sobre todo con el Orte und Zeiten, de Thomas Jahn (1940). Jahn, hijo de cantante y escritor, da una enorme importancia al texto en su m¨²sica. Vale la pena contar c¨®mo Scholz y Jahn se conocieron: fue en 1980 por intermediaci¨®n de William Forsythe en el importante festival de Montepulciano, donde el norteamericano cre¨® el ballet Peccato che sia una sgualdina (L¨¢stima que sea una zorra) basado en el drama de John Ford (1633) y donde Hilde Koch hac¨ªa Hip¨®lita y Uwe Scholz, el hijo Filoti.
La pieza hablaba de amor incestuoso, violencia y muerte. En la zona donde se escucha el Credo de P?rt (como con las partes de Kurt¨¢g y Jahn, grabadas) la escena sube de temperatura y en gravedad; el tono se vuelve taciturno y el presagio es de fin prematuro: ¡°Y te llev¨® antes de tiempo¡±, se oye un verso con apariencia de inconcluso.
La compa?¨ªa se sostiene con cierto br¨ªo a pesar de la irregular calidad de los bailarines y de los numerosos fallos del estreno (desde dejar caer a las bailarinas hasta no poder los hombres rematar sus saltos y giros). La pieza es endiablada en su ejecuci¨®n y el estilo exige una concentraci¨®n que a veces falt¨®. Tengo serias dudas sobre la traducci¨®n al castellano de los versos de Celan, as¨ª como de la iluminaci¨®n, por momentos estridente. Se queda en la retina del espectador el largo canon sobre una cruz lum¨ªnica de san Andr¨¦s, los cameos expresionistas (los bailarines de negro) y la simb¨®lica convivencia del pie descalzo con las zapatillas de punta. Deben mencionarse los responsables de esta reposici¨®n: la core¨®loga Tatiana Thierbarch (que Schulz llam¨® a Leipzig en 1993 para fijar estas lecturas cor¨¦uticas) y el exprimer bailar¨ªn Christoph B?hm, uno de os preferidos de Uwe y que protagoniz¨® aquella octava sinfon¨ªa de Bruckner.
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