PSC incierto y transversal
La f¨®rmula de un catalanismo constitucional pudiera ser la opci¨®n de contraste con Converg¨¨ncia
Los meteor¨®logos de la pol¨ªtica catalana no se ponen de acuerdo sobre el instante en el que el PSC asumi¨® cotas in¨¦ditas de nacionalismo. No hay mucha documentaci¨®n sobre el caso. Ahora mismo, en lugar de postularse como impulso regenerador y proponer una agenda de gesti¨®n a la vez ambiciosa y pragm¨¢tica, una opci¨®n de futuro, el PSC-PSOE vive ensimismado por sus tensiones internas y sin saber c¨®mo contener la hemorragia de votos que se le van a Ciutadans o a ERC. Es dif¨ªcil recabar confianza cuando no se presenta un horizonte claro, m¨¢s all¨¢ de las incertidumbres de todo liderazgo cuando da los primeros pasos. Tanto ensimismamiento impide, a la vez, que el PSC tenga la debida influencia en el centroizquierda de toda Espa?a.
Algo cambi¨® cuando Pasqual Maragall ataj¨® la propensi¨®n tarradellista del PSC y la sustituy¨® por el maragallismo. Ah¨ª se fragu¨® la idea peregrina de la Catalu?a pol¨ªticamente transversal. Quienes se sumaron acabar¨ªan por constatar que la transversalidad ten¨ªa los mecanismos de un cepo. Era el gran complemento para que Converg¨¨ncia pudiera considerarse el permanente pal de paller, una noci¨®n m¨¢s bien dudosa al confrontarla con los elementos vitales del pluralismo. Quiz¨¢s ese fue otro de los or¨ªgenes de la err¨¢tica actualidad del PSC. En realidad, Pasqual Maragall tambi¨¦n buscaba otra v¨ªa pero no lleg¨® a nada, por factores como el ejercicio del poder, la alianza con ERC para formar el tripartito o la iniciativa extravagante de un segundo Estatut.
Con el transversalismo de los hijos de buena familia hay poco que hacer. Es m¨¢s: est¨¢ en bancarrota. Hoy importan las nuevas clases medias, sobre todo. Se requieren ofertas pol¨ªticas para una sociedad como la catalana, que es heterog¨¦nea y polic¨¦ntrica. Para tal menester, el PSC estar¨ªa mejor situado si reagrupase sus energ¨ªas pol¨ªticas e intelectuales para dar el gran paso hacia la desacralizaci¨®n del nacionalismo y de su mitolog¨ªa, extensa todav¨ªa pero recesiva, adem¨¢s de regresiva, como por un efecto prolongado de espejismo al que se han incorporado descontentos ex¨®genos. Tan solo el control p¨²blico y la transparencia son garant¨ªa de legitimidad pol¨ªtica e institucional.
Ciertamente, todav¨ªa ser¨ªa posible que el PSC volviera a ser m¨¢s social-dem¨®crata que nacionalista. La f¨®rmula de un catalanismo constitucional o constitucionalista pudiera ser una oportunidad y la opci¨®n del contraste claro con una Converg¨¨ncia que tanto ha derivado hacia las tesis independentistas. Se dir¨ªa que la cuesti¨®n clave no son unos esca?os m¨¢s o menos sino la claridad exigible a los procesos pol¨ªticos que busquen ser alternativas de poder. Resulta m¨¢s que extra?o que el PSC est¨¦ en algo parecido a un dique seco en el momento en que la recuperaci¨®n econ¨®mica, el desendeudamiento, el Estado de bienestar, la globalidad y el trazado de la Uni¨®n Europea son las prioridades de verdad.
Seg¨²n Olaf Cramme, del policy network, uno de los think tanks m¨¢s sugestivos del centroizquierda europeo, la econom¨ªa sigue gan¨¢ndole la mano a la pol¨ªtica porque la pol¨ªtica no tiene suficiente poder de organizaci¨®n. Falta la capacidad pol¨ªtica para convocar una masa cr¨ªtica que d¨¦ apoyo a la acci¨®n colectiva para ir debilitando gradualmente la hegemon¨ªa actual del centro-derecha. El Estado es impopular ¡ªdice Cramme¡ª pero la democracia no, aunque no se la ve en buen estado de salud, algo que debiera concernir m¨¢s a los socialdem¨®cratas. Se dir¨ªa que esas cuestiones afectan a los ciudadanos m¨¢s que otras, aunque lo que se expone en el escaparate sea distinto. Ese parece ser el dilema real del PSC y no la mitoman¨ªa nacionalista que plantea disidencias internas y gestos de deslealtad.
La casu¨ªstica socialismo-nacionalismo es en buena parte responsable por los numerosos embrollos que enturbian una visi¨®n clara de la pol¨ªtica en Catalu?a. De ah¨ª que, en la fase de vendaval por la que estamos pasando, teorizar sobre la postdemocracia tenga algo de inutilidad y candor. En eso tampoco aciertan mucho los meteor¨®logos.
Valent¨ª Puig es escritor.
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