La bronca del f¨²tbol
En el rugby existe el tercer tiempo para, acabado el partido, compartir de manera amistosa cervezas e impresiones, pr¨¢ctica que no se en el mundo del bal¨®n redondo
En el rugby existe el llamado tercer tiempo: una vez terminado el encuentro los jugadores de los dos equipos rivales se re¨²nen en el bar para compartir de manera amistosa cervezas e impresiones del partido reci¨¦n disputado. En el f¨²tbol no se da una pr¨¢ctica parecida. En el f¨²tbol los partidos se alargan de manera indefinida a lo largo de la semana en interminables pol¨¦micas en los medios de comunicaci¨®n, en las ruedas de prensa, en el trabajo, en los bares¡ hay quien sostiene que la gracia y el ¨¦xito del f¨²tbol reside, precisamente, en esta capacidad de alargar los partidos m¨¢s all¨¢ del terreno de juego. Debe ser cierto, vistos los r¨¦ditos que obtiene quien as¨ª lo gestiona.
A finales de enero de 2012, en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey contra el Barcelona, el entrenador del Real Madrid, Jos¨¦ Mourinho, esper¨® al ¨¢rbitro Fernando Teixeira Vitienes en el parking del Camp Nou para recriminarle su actuaci¨®n. De aquella ins¨®lita reacci¨®n hubo testimonio fotogr¨¢fico. Bar?a y Madrid han vuelto a cruzarse en la Copa, ahora en las semifinales. Y esta vez, ya en el partido de ida, ha sido Messi quien en el parking del Santiago Bernab¨¦u retrajo a Arbeloa su dureza durante el partido, seg¨²n relataron diversos futbolistas blancos los d¨ªas siguientes. Parecer¨ªa como si el parking de los estadios se fuera convirtiendo en el tercer tiempo del f¨²tbol.
Nunca he dado por cierta la sentencia, que es casi una condena eterna, seg¨²n la cual cada pueblo tiene a los pol¨ªticos que se merece. Por el mismo razonamiento, no se debe aceptar como irremediable que cada afici¨®n tenga el f¨²tbol que merita. Sin embargo, tanto la pol¨ªtica como el f¨²tbol son el reflejo fiel de sus gentes y sus circunstancias presentes. Y si hay alguien que a¨²n lo dude, tan solo debe pasarse un fin de semana cualquiera por cualquier campo y asistir a cualquier partido de f¨²tbol base y observar c¨®mo se comportan los ni?os aprendices de futbolistas, sus t¨¦cnicos y directivos y, sobre todo, sus padres. Porque al igual que se compite como se entrena, tambi¨¦n se es profesional seg¨²n se ha sido amateur.
Y luego est¨¢ el f¨²tbol que se refleja en los medios de comunicaci¨®n, el que se chilla y el que se susurra. Porque ah¨ª tampoco hay oasis que valgan, aunque s¨ª estilos contrapuestos. Como en el juego, tambi¨¦n la audiencia se puede vencer por caminos distintos. No ha de extra?ar a nadie que todav¨ªa no haya surgido ning¨²n Informer o Gossip futbol¨ªstico. Aunque nunca se sabe, dif¨ªcilmente el anonimato podr¨¢ superar nunca lo que se oye y se lee firmado. El f¨²tbol espa?ol se ha convertido, temporada tras temporada y tertulia tras tertulia, en aquello que sucede entre partido y partido.
El vestuario azulgrana, excepto un matiz de Jordi Alba, no ha confirmado ni ha desmentido la versi¨®n madridista seg¨²n la cual Messi encar¨® en el parking a Arbeloa y lo menospreci¨® como minutos antes habr¨ªa hecho con el segundo entrenador Aitor Karanka. Y, sin embargo, el relato preciso de Callej¨®n, sea cierto o no lo sea, resulta veros¨ªmil en este tercer tiempo futbol¨ªstico. Veros¨ªmil y necesario a la vez. Callej¨®n tambi¨¦n dijo que ¡°a veces los buenos no son tan buenos, ni los malos tan malos¡±. Ah¨ª se equivoc¨®: en todo buen relato de ficci¨®n, mientras a los malos un buen gesto los convierte en perversos, a los buenos una mala actitud les humaniza. Y los buenos siguen siendo buenos y los malos, tan malos como siempre.
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