El gran enga?o
La losa que tiene Europa no viene por un exceso del sector p¨²blico
La deuda p¨²blica europea comienza a ser gigantesca: 10,9 billones de euros en la Uni¨®n y 8,5 billones en la eurozona, al acabar el tercer trimestre del pasado a?o. Para hacerle frente se han impuesto planes de austeridad que provocan un gran sufrimiento social, la p¨¦rdida acelerada de derechos e incluso el ascenso de partidos neonazis.
En 2012 el paro aument¨® en dos millones de personas en toda Europa, el desempleo de alta duraci¨®n ha pasado de ser el 33% del total en 2009 al 42,5% el pasado a?o, el n¨²mero de personas en riesgo de pobreza aumenta sin cesar, y tambi¨¦n la mortalidad, los suicidios y otros indicadores del malestar causados por los recortes de gasto social.
Para colmo, se trata de un sufrimiento en vano porque la austeridad empeora la situaci¨®n econ¨®mica (la zona euro est¨¢ de nuevo en recesi¨®n) e incluso resulta ineficaz para frenar el crecimiento de la deuda. Algo natural y previsible porque va en contra del sentido m¨¢s elemental de las cosas y de lo que ense?a la teor¨ªa econ¨®mica b¨¢sica: cuando falta demanda hay que aumentar el gasto, y lo que conviene hacer cuando se est¨¢ endeudado es generar ingresos para pagar la deuda y no bloquear las fuentes que pueden proporcionarlos.
Para poder justificar una respuesta tan torpe, solo explicada por una impresionante ceguera ideol¨®gica y por lo bien que viene a los bancos privados seguir prestando a los Gobiernos, se hace comulgar con ruedas de molino a la ciudadan¨ªa europea.
Se nos repite hasta la saciedad que hay que recortar porque los Gobiernos son unos manirrotos que gastan demasiado en servicios p¨²blicos. Y a base de pregonar que hay demasiados funcionarios, que las comunidades aut¨®nomas despilfarran o que los investigadores, maestros y profesores trabajamos poco y que sobramos la mitad, la gente termina por cre¨¦rselo, entre otras cosas, porque los medios de comunicaci¨®n (incluidos los p¨²blicos) apenas dan cabida a las voces disidentes que podr¨ªan mostrar que la causa de los males de Europa es otra muy distinta.
As¨ª es. Los hechos son claros. En 2011 (¨²ltimo a?o disponible en la estad¨ªstica oficial europea), los 17 pa¨ªses de la eurozona pagaron un total de 286.238 millones de euros en intereses, el 3% de su PIB.
Si no hubieran tenido que hacer frente a esta factura tan abultada (que desde 1995 suma un total de 5,48 billones de euros), ning¨²n pa¨ªs europeo habr¨ªa tenido que hacer recortes significativos, ni habr¨ªa vuelto a la recesi¨®n por su culpa. El Gobierno espa?ol, por ejemplo, ha previsto recortes por valor de 39.000 millones de euros en 2013, y al mismo tiempo ha presupuestado 38.589,55 millones para pagar intereses. Lo comido por lo servido.
Esto se podr¨ªa haber evitado simplemente haciendo que el Banco Central Europeo actuase como un aut¨¦ntico banco central, prestando directamente a los Gobiernos y no a los bancos privados para que estos hagan el negocio del milenio financi¨¢ndolos.
De nuevo el caso espa?ol es bien claro. Si los saldos presupuestarios negativos del sector p¨²blico desde 1989 se hubieran financiado al 1% por un banco central aut¨¦ntico, nuestra deuda soberana ser¨ªa ahora de algo menos del 15% del PIB y no de casi el 90% que vamos a superar este a?o. Por tanto, es completamente falso afirmar que tenemos mucha deuda p¨²blica porque tengamos demasiado gasto p¨²blico corriente. Los cierto es todo lo contrario: estamos por debajo del gasto p¨²blico y social que nuestros socios m¨¢s avanzados realizan para ayudar a que sus empresas sean m¨¢s competitivas que las nuestras y creen m¨¢s empleo, y para disfrutar de m¨¢s bienestar que nosotros. Lo que no quita, por supuesto, que haya que gastar mejor y sin la corrupci¨®n que han generado y de la que se benefician, precisamente, los mismos que han promovido el sistema institucional que genera la deuda por intereses.
Los pa¨ªses europeos tienen una losa tremenda sobre sus espaldas. Pero es un gran enga?o decir que proviene de un exceso de sector p¨²blico o de bienestar social y que, por tanto, es ah¨ª donde hay que recortar. Es la consecuencia del privilegio inaudito e injustificado de la banca privada, y es eso con lo que hay que acabar si queremos quit¨¢rnosla de encima.
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