Como pu?os con pu?etas

Convertido en una etiqueta, en un paraguas que cobija a todo lo m¨¢s o menos ¡°antiguo¡± que en asuntos musicales se cuece en la ciudad, el Festival de M¨²sica Antiga de Barcelona vuelve a andar o, al menos, lo intenta. As¨ª, por alambicada arte pol¨ªtica, el concierto de Jordi Savall y su Concert des Nations, que el Liceo ten¨ªa previsto en su programaci¨®n desde hace ya tiempo y que no ten¨ªa nada que ver con ning¨²n festival, se convirti¨®, de la noche a la ma?ana, en el concierto inaugural del 35? Festival de M¨²sica Antiga.

?Savall centr¨® en esta ocasi¨®n su atenci¨®n en la trag¨¦die lyrique francesa en tiempos de Lu¨ªs XIV y Lu¨ªs XV y organiz¨® la sesi¨®n en torno a tres recopilaciones de partes instrumentales y vocales de tres obras, Alceste (1674), de Jean Baptiste Lully, Alcione (1706), de Marin Marais, y Les Bor¨¨ades (1764), de Jean-Philippe Rameau, proporcionando, de este modo, la perspectiva de casi un siglo de este sofisticado g¨¦nero musical en donde bajo una superficie de corte ¨¢ulico y ceremonial, el racionalismo barroco franc¨¦s, alejado de cualquier exceso sentimental, vierte con elegante frialdad, a veces con cinismo y casi siempre con prodigiosa clarividencia, exactitud y contundencia, acerados juicios y reflexiones sobre la naturaleza humana, sus pasiones y sus debilidades. En la trag¨¦die lyrique, aunque vengan adornadas con vistosas pu?etas, se dicen verdades como pu?os.

Savall, muy bien secundado por Le Concert des Nations que, liderado desde el puesto de concertino por Manfred Kraemer, ofreci¨® un rendimiento sonoro de calidad, se provey¨® para las partes vocales de tres cantantes j¨®venes, todas debutantes en el Liceo, que asumieron partes solistas y corales.

As¨ª, la soprano Hanna Bayodi-Hirt, con una voz redonda, hermosa y equilibrada, ofreci¨® un rendimiento ¨®ptimo; por su parte, el contratenor Damien Guillon tambi¨¦n se esmer¨® aunque su voz qued¨® peque?a en una sala tan grande. El bar¨ªtono Marc Mauilllon posee una bonita voz y el gusto y el fraseo es exquisito, pero la escasa potencia y proyecci¨®n hicieron que en los concertantes acabara resultando casi inaudible.

Savall tiene, sin duda, las medidas muy tomadas a estas m¨²sicas. Quiz¨¢ demasiado. S¨ª, todo estaba en su sitio, pero la variaciones de tempi y los contrastes din¨¢micos, por ejemplo, se suced¨ªan de un modo un poco mec¨¢nico y previsible, el fraseo repet¨ªa siempre los mismos ¨¦nfasis y todo el fluir musical entraba muy a menudo en una estabilidad anticicl¨®nica que acababa produciendo sobre el esp¨ªritu un efecto m¨¢s bien narc¨®tico.