Reflexiones incorrectas
Con las imagen de la pol¨ªtica tan degrada y sin compensaci¨®n alguna, ?qui¨¦n querr¨¢ presentarse a las elecciones locales?
A no ser que para entonces todo el sistema pol¨ªtico-institucional se haya desmoronado y nos hallemos en pleno proceso constituyente, a finales de mayo de 2015 deben celebrarse los pr¨®ximos comicios locales. O sea que, dentro de escasamente dos a?os, los distintos partidos pol¨ªticos y/o plataformas independientes tendr¨ªan que estar cerrando sus listas respectivas para concurrir en 8.116 municipios del Estado espa?ol, 947 de ellos catalanes. Listas destinadas a cubrir 68.285 concejal¨ªas y que, por tanto, en convocatorias anteriores han venido movilizando como candidatos a no menos de 200.000 ciudadanos.
Dado el rumbo que toman los acontecimientos, ?es veros¨ªmil que esto vuelva a ocurrir? S¨ª, por supuesto que siempre existir¨¢, incluso engrosada por las circunstancias, una lunatic fringe de grupos e individuos dispuestos a inscribir siglas y listas por puro testimonialismo, por mesianismo ideol¨®gico o por la modesta vanidad de ver sus nombres impresos en unas papeletas. Pero, si pensamos en los partidos que ejercen a d¨ªa de hoy responsabilidades institucionales, ?es cre¨ªble que puedan persuadir a decenas de miles de personas corrientes, de vecinos honorables, de trabajadores concienzudos o de jubilados con esp¨ªritu c¨ªvico, para que se dejen adherir una etiqueta pol¨ªtica y, eventualmente, asuman luego tareas de gobierno o de oposici¨®n en su municipio de residencia?
Examinemos fr¨ªamente qu¨¦ podr¨¢n ofrecer esos partidos a aquellos a quienes deseen captar como posibles alcaldes o concejales. En materia de remuneraci¨®n, y si prevalece la reforma de la Administraci¨®n local presentada el otro d¨ªa por el Gobierno Rajoy, apenas nada: s¨®lo un escaso 18% de los ediles tendr¨¢n sueldo, en la mayor parte de los casos muy magro y, por tanto, no susceptible de compensar a un profesional liberal, a un funcionario de nivel medio o a un peque?o empresario la renuncia a sus ocupaciones laborales y a los correspondientes emolumentos.
Con la dedicaci¨®n a la pol¨ªtica convertida casi en un estigma, alcaldes y concejales deber¨¢n vivir bajo la sombra permanente de la sospecha
En el terreno del prestigio social, la fama y la reputaci¨®n, la oferta ser¨¢ de menos que nada. Con la dedicaci¨®n a la pol¨ªtica convertida casi en un estigma, alcaldes y concejales deber¨¢n vivir bajo la sombra permanente de la sospecha. Eso, en las grandes ciudades donde los mun¨ªcipes pueden disponer de escolta y coche oficial, es desagradable; en la inmensa mayor¨ªa de poblaciones, donde cualquiera se ve capaz de abordarles ¡ªy abroncarles¡ª en el bar o en la panader¨ªa, llega a resultar insufrible.
Por otra parte, nuestra vida p¨²blica local ha experimentado en los ¨²ltimos lustros un agudo proceso de judicializaci¨®n. Quiero decir que cualquier colectivo (ecologista, vecinal, pol¨ªtico, econ¨®mico¡) discrepante con una decisi¨®n del gobierno municipal no ha esperado a las siguientes elecciones para tratar de revertirla en las urnas, sino que ha recurrido a los tribunales, convirtiendo as¨ª a decenas de alcaldes en imputados durante a?os por prevaricaci¨®n (¡°dictar una resoluci¨®n injusta a sabiendas¡±), circunstancia que equivale a menudo a la muerte pol¨ªtica incluso si al final uno resulta exonerado.
A?adamos a esto los efectos delet¨¦reos de la fiebre del ladrillo, los presuntos contagios de la mafia rusa, el clientelismo y el nepotismo tan mediterr¨¢neos. Y tendremos que a d¨ªa de hoy, en Catalu?a, un alcalde o concejal es alguien a quien, cualquier ma?ana, pueden sacar de la cama la Pol¨ªcia Nacional, la Guardia Civil y hasta el Servicio de Vigilancia Aduanera (ya s¨®lo nos falta ver en acci¨®n a la Polic¨ªa Naval y a la Polic¨ªa A¨¦rea¡) para llev¨¢rselo detenido, a lo mejor por orden de un juzgado distante mil quil¨®metros, que a las pocas horas le imputar¨¢ y convertir¨¢ en un apestado. ?Qui¨¦n va a querer dedicarse en el futuro a semejante cometido? S¨®lo iluminados, friquis, desaprensivos y gentes que quieran conquistar una notoriedad luego comercializable, tipo Olvido Hormigos.
Perm¨ªtanme redondear esta sarta de incorrecciones con una m¨¢s. Espa?a ¡ªseg¨²n recordaba EL PA?S el pasado s¨¢bado¡ª es un pa¨ªs l¨ªder a escala mundial en el pirateo por Internet de pel¨ªculas, m¨²sica, videojuegos, etc¨¦tera, muy bien situado tambi¨¦n en el ranking occidental del fraude y la evasi¨®n fiscal. ?Y luego queremos tener una clase pol¨ªtica impoluta?
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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