Es el sistema, est¨²pido
"?De verdad, alguien pretende convencernos de que sobre los cimientos de un sistema institucional tan ex¨®tico como este se puede construir una verdadera democracia?"
Lo siento, pero a¨²n me sorprende que a alguien le sorprenda todo esto que est¨¢ pasando. Los que segu¨ªamos desde hace a?os los informes de Transparency International, sab¨ªamos que la porquer¨ªa no estaba ya solo bajo las alfombras, sino que pugnaba insistentemente por emerger a la superficie visible. Desde el puesto 20 del ranking de percepci¨®n de la corrupci¨®n en el que Espa?a se situaba en 2000, hasta el 30, en 2012, ha pasado algo m¨¢s que la burbuja inmobiliaria y los desaguisados del sistema financiero. Ha pasado lo peor que le puede pasar a una democracia, el desinter¨¦s manifiesto de sus formaciones pol¨ªticas por garantizar el m¨ªnimo de calidad institucional necesario para su correcto funcionamiento. Y claro, de aquellos polvos, estos lodos.
Aqu¨ª se ha mercadeado pol¨ªticamente con los ¨®rganos superiores de justicia, se han manipulado (y a¨²n se siguen manipulando) los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, se ha dejado deteriorar los servicios p¨²blicos para justificar su privatizaci¨®n, se han mantenido instituciones prescindibles a todas luces, como las diputaciones y el Senado, se han tolerado planes de urbanismo en municipios tur¨ªsticos que han matado literalmente la gallina de los huevos de oro, se ha permitido que la contrataci¨®n de la obra p¨²blica estuviera en manos, directa o indirectamente, de los gobiernos de turno o que las cajas de ahorro fueran el retiro dorado de pol¨ªticos incompetentes colegas del poder, se han mantenido unas comisiones de investigaci¨®n parlamentarias controladas por la mayor¨ªa pol¨ªtica a la que se quiere investigar, se han consolidado mecanismos partidarios de funcionamiento, tan herm¨¦ticos, como reactivos, al m¨¦rito y a la competencia, se han utilizado por los partidos pol¨ªticos las listas electorales como instrumento de reparto de favores; y por supuesto, se ha dise?ado un sistema de regulaci¨®n y control que no regula ni controla nada, desde el propio Banco de Espa?a, hasta los tribunales y Sindicaturas de Cuentas, quienes no solo no tienen poder de inspecci¨®n en tiempo real, sino que adem¨¢s emiten sus informes con un desfase temporal tan largo que cuando descubren irregularidades, estas han prescrito. Y as¨ª, sucesivamente.
?De verdad, alguien pretende convencernos de que sobre los cimientos de un sistema institucional tan ex¨®tico como este se puede construir una verdadera democracia? Y no solo eso, tambi¨¦n afirmo que no se podr¨¢ acometer en serio la reforma de un sistema productivo como el nuestro, si los mensajes que llegan de la esfera p¨²blica al sector privado inciden de manera tan obsesiva en la ausencia de criterios de eficiencia, equidad y de desprecio del m¨¦rito, y cuando asumir riesgos y competir dignamente en el mercado ya solo afecta a las empresas marginales, alejadas de los c¨ªrculos del poder.
El primer problema de este pa¨ªs es la crisis econ¨®mica, s¨ª, pero se equivoca de ra¨ªz quien crea que de esta se podr¨¢ salir dignamente solo recortando pagas a funcionarios, flexibilizando el mercado de trabajo y capitalizando los bancos. No es la econom¨ªa, es el sistema, est¨²pido.
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