Lo que la ambici¨®n no alcanza
¡®A cielo abierto¡¯ es un vibrante y conmovedor drama de ideas, brillantemente interpretado por Jos¨¦ Mar¨ªa Pou y Nathalie Poza
Teatro de ideas, vehiculadas en un sabroso excipiente dram¨¢tico. De David Hare recuerdo La opini¨®n de Amy, soberbiamente interpretada por Amparo Bar¨®, en el papel de la estrella a la que una amistosa hiena financiera despluma sin perder la sonrisa, y un mon¨®logo vibrante, V¨ªa Dolorosa, en el que Joaqu¨ªn Kremel ironizaba sobre el mesianismo israel¨ª. En A cielo abierto (Skylight), Hare habla, a trav¨¦s de una historia de amor conmovedora, de la lucha sorda entre ambici¨®n y altruismo que se est¨¢ librando en el gran teatro del mundo.
En medio de tantas comedias modeladas en la ret¨®rica de los laboratorios de escritura, las de Hare destacan por su sencilla funcionalidad estructural. El primer acto de ¨¦sta cuenta un intenso pero divertido reencuentro entre la joven y sensual Kyra y Tom, su ex amante, floreciente empresario, en el apartamentito de ella. Muerta su mujer de c¨¢ncer, cree ¨¦l que podr¨ªan reunirse de nuevo. No hay color, considera, entre lo que le ofrece, mansi¨®n en Wimbledon incluida, y la austeridad rayana en la escasez con la que ella vive. Emprendida su reconquista, Tom consigue, lance tras lance, ocupar de nuevo la cima del monte de Venus.
A cielo abierto
Autor: David Hare. Traducci¨®n y direcci¨®n: Jos¨¦ Mar¨ªa Pou. Teatro Espa?ol. Hasta el 7 de abril.
En el segundo acto, disipado el masculino fragor que le imped¨ªa hacerse o¨ªr, Kyra pone sus condiciones: juntos s¨ª, pero sin ceder ella en sus ideas ni sacrificar el plan que se ha trazado en la vida. Da clases a ni?os problem¨¢ticos en un colegio perif¨¦rico, donde siente que la necesitan. Eso la hace feliz. Tom, que en el fondo no viene a su lado, sino a imponerse, le discute que exista felicidad sin prosperidad, para reprocharle enseguida que viva en un barrio del que todos quieren salir. ¡°Has olvidado que naciste en un lugar parecido¡±, le recuerda la maestra.
Hare se moja, pero nunca sientes que est¨¦ vertiendo su opini¨®n: en su primer mon¨®logo y como quien no quiere la cosa, Tom cuenta c¨®mo afecta a su negocio la mutaci¨®n del capitalismo productivo en capitalismo financiero; durante su humor¨ªstica respuesta, Kyra ridiculiza la oligofilia de los medios de comunicaci¨®n, y en un soliloquio posterior, siega de un iracundo tajo un buen ramillete de sofismas del argumentarlo neoc¨®n. En el formidable montaje de Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, las ideas del autor son el venero subterr¨¢neo que alimenta el conflicto vital de dos seres humanos que, terriblemente solos, se aferran ¨¦l, a la idea de crecer, conquistar, expandir y acumular, y ella, a la de crear un peque?o palacio interior compartible.
El director y su equipo cuidan la verosimilitud al detalle. Lloren? Corbella recrea el austero apartamento con una elocuencia amplificada por la luz hiperreal de Txema Orriols. Pou encarna con modulado ¨ªmpetu al torrencial pero sibilino empresario; Nathalie Poza aporta encanto, fr¨¢gil suavidad y bravura al papel de Kyra. Al primer golpe de vista, resultan demasiado dis¨ªmiles, pero, conforme aguantan cada uno su vela sin ceder un palmo, se va produciendo una reacci¨®n qu¨ªmica explosiva entre ellos, como en las buenas parejas asim¨¦tricas. La funci¨®n es un palpitante debate a cara de perro, con un pr¨®logo y un ep¨ªlogo radiante en el que el hijo de Tom (Sergi Torrecilla, sobrado de energ¨ªa en esos minutos primeros, contenido y exacto al final) abre con Kyra un sendero esperanzador.
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