El amor y el olvido

Con m¨¢scaras, la tragedia griega debi¨® de ser muy diferente. Las m¨¢scaras est¨¢n vivas: alguien las habita, genio en su l¨¢mpara, y al pon¨¦rselas, el actor es pose¨ªdo por ¨¦l, como el m¨¦dium en las sesiones espiritistas. En el teatro de m¨¢scaras, afloran arquetipos del inconsciente y emociones at¨¢vicas. Qui¨¦n haya amado los espect¨¢culos de Familie Fl?tz, gran especialista en el g¨¦nero, no debe perderse Andr¨¦ & Dorine, de Kulunka Teatro, joven compa?¨ªa con ra¨ªces vascas, cuyos integrantes estudiaron, se conocieron y abrieron casa en Madrid. Pero qui¨¦n desconozca este universo, tiene ahora una oportunidad excepcional para iniciarse.

Los tres actores de Kulunka, que valen por una docena (cuando salen a saludar, todos nos preguntamos: ¡°Pero, ?d¨®nde est¨¢n los dem¨¢s?¡±), representan la historia de amor de un escritor y una violonchelista, cogi¨¦ndola por el final, cuando ya son ancianos y ella empieza a sufrir alzh¨¦imer. Entre flash-backs, que nos sit¨²an en el flechazo de la pareja, en su primer revolc¨®n y en su boda, avanzan el deterioro de Dorine y el desconcierto de su esposo y de su hijo. Los chicos de Kulunka llevan al p¨²blico de un extremo emocional al otro: de la risa desopilante, al nudo en la garganta. Hac¨ªa a?os que no sent¨ªa un zarandeo semejante. Cuando Dorine frota el arco contra sus piernas, tom¨¢ndolas por su violonchelo, se percibe entre el p¨²blico un moqueo, que, en cuanto hace adem¨¢n de peinarse con la escobilla del w¨¢ter, es ya lagrimeo colectivo: un espectador solidario hace circular un paquete de kleenex. No recuerdo una catarsis parecida desde el Incendies de Wajdi Mouawad.

Todo suma en Andr¨¦ & Dorine. La inspirada direcci¨®n de I?aki Rikarte, la m¨²sica chispeante de Yayo C¨¢ceres, candidata a los premios Max, la sencilla escenograf¨ªa de Laura G¨®mez, la luz de Carlos Samaniego, pero, sobre todo, el exquisito trabajo interpretativo de Jos¨¦ Dault, Edu C¨¢rcamo y Garbi?e Insausti, autora tambi¨¦n de estas m¨¢scaras tan expresivas, especialmente la de Dorine que, a medida que el alzh¨¦imer la corroe, parece irse surcando de arrugas, como un nuevo retrato de Dorian Gray.

Andre & Dorine se ha representado en 20 pa¨ªses: Finlandia, Turqu¨ªa, el Nepal, la Patagonia chilena, en toda Am¨¦rica, en las principales urbes chinas¡­ Pero en Madrid, donde se gest¨®, no se ha podido representar hasta ahora, y por cuatro ¨²nicos d¨ªas, en esta hermosa sede provisional de la sala Kubik Fabrik, en el Plat¨® Cineteca del Matadero. ?Por qu¨¦? Es una buena pregunta para nuestros gestores culturales.