Jaque a la reina
Esta es una de las piezas de Shakespeare menos representadas y, sin embargo, de todas las hist¨®ricas, es de las m¨¢s conocidas por el gran p¨²blico. Los muchos excesos del monarca Enrique VIII ¡ªen el n¨²mero de esposas que tom¨®, de decapitaciones que orden¨®, de conflictos religiosos que provoc¨®, de kilos que fue ganando con los a?os¡ª le han convertido en un tipo fascinante tanto para la gran pantalla como para la peque?a. Henry VIII, con el t¨ªtulo alternativo All is True, est¨¢ basada en una parte de los muchos hechos que rodearon al segundo rey en el linaje de los Tudor (recordemos que fue escrita 10 a?os despu¨¦s de que muriera su hija la reina Isabel): su alejamiento de la iglesia cat¨®lica con la aparici¨®n de la joven Ana Bolena y su repudio de la reina Catalina de Arag¨®n, su primera esposa; una trama secundada por un sinf¨ªn de intrigas y conflictos que pronto se traducen en la decapitaci¨®n de Buckingham por culpa del cardenal Wolsey y, m¨¢s adelante, en la ca¨ªda del propio Wolsey.
ENRIQUE VIII
De William Shakespeare
Direcci¨®n: Ernesto Arias.
Int¨¦rpretes: Fernando Gil, Elena Gonz¨¢lez, Jes¨²s Fuente, Alejandro Sa¨¢.
Teatre Barts, Barcelona. Hasta el 24 de marzo.
Una de las ¨²ltimas historias caballerescas, pues, del bardo y que algunos atribuyen en parte a otro dramaturgo, John Fletcher, el caso es que Henry VIII no es su pieza m¨¢s lograda; pasa por encima de casi todos los personajes, el rey incluido, sin llegar a profundizar en ellos. Dir¨ªa que solo hay uno con verdadera consistencia y es el de Katherine, la reina Catalina de Arag¨®n. Quiz¨¢s por eso, de la compa?¨ªa Rakat¨¢ que est¨¢ estos d¨ªas (y hasta el domingo) representando Enrique VIII en el Barts (lo que antes llam¨¢bamos Arteria Paral¡¤lel) quien realmente me gust¨® fue Elena Gonz¨¢lez, una actriz cuyo porte ya parece predisponerla a ese papel. Y junto a ella, su dama Beatriz (Alejandra Mayo). Ni el pasad¨ªsimo de vueltas Julio Hidalgo como Buckingham; ni el Wolsey de Jes¨²s Fuente, un malo de manual; ni el resto de cardenales, arzobispos, duques, ni la sosa Ana Bolena de Sara Moraleda pese a su baile de seducci¨®n, ni siquiera la ambigua figura del rey, un Fernando Gil demasiado guas¨®n, llegan a comunicar algo m¨¢s que las palabras del texto, cuya versi¨®n, por otra parte, reducida a casi dos horas, se sigue muy bien.
Lo mejor del montaje de Ernesto Arias es la escena final, en la que acoplada al bautismo de Isabel, la hija del rey con Ana Bolena, vemos la agon¨ªa de Catalina y su muerte, un juego de contrastes que acaba con el jaque a la reina.
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