Noct¨¢mbulos irredentos
Genuinamente pagana era la procesi¨®n de canallas que enfil¨® anoche hacia el B¨²ho Real, para deleite de unos 80 espectadores no menos imp¨ªos. Puede que muchos acudieran atra¨ªdos por Miguel ?ngel Hernando Lichis, genio intermitente que escribi¨® enormes p¨¢ginas para La Cabra Mec¨¢nica y, al m¨¢s puro estilo guadianesco, sigue demorando su estreno como Miguelito. Pero el protagonismo en la primera parte de la velada recay¨® en su amigo Kike Su¨¢rez, alias Babas, con el que ha urdido iconoclastas adaptaciones al castellano de cl¨¢sicos roqueros. Babas es un cr¨¢pula de libro que canta contra¨ªdo y gesticulante, dram¨¢tico y espasm¨®dico, con esa profunda voz de cazalla ¡°que pide un puesto libre en Radio 3¡±, en definici¨®n de su compinche. La versi¨®n tanguera de Stairway to heaven era irreconocible, pero no esos Rain dogs de Tom Waits, h¨¢bilmente transformados en Chuzos de punta.
Lo m¨¢s sabroso lleg¨® cuando Lichis opt¨® por suministrar lo que, al margen de disidencias varias o mon¨®logos ingeniosos, mejor sabe hacer: grandes canciones callejeras. El material in¨¦dito que ayer sigui¨® puliendo incluye Casi rock and roll, con un aire a Quique Gonz¨¢lez hasta en las met¨¢foras futboleras; Televisi¨®n de madrugada (directa como el mejor Fito P¨¢ez), la algo existencial Horas de vuelo y la estupenda Salir a asustar, con renglones muy brillantes (¡°Las malas compa?¨ªas no lo son todo¡±) y una inmediatez que deber¨ªa recolocarlo en esa primera divisi¨®n que, dispersiones al margen, le pertenece por derecho. Regres¨® Babas con Neil Young y The needle and the damage done, y los dos se hermanaron como esos noct¨¢mbulos irredentos que siempre fueron.
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