El pasmo y lo constituyente
La sociedad est¨¢ luchando por vivir y ampliar la democracia contra un Estado que la recorta
Las instituciones y partidos observan con cara de pasmo lo que hasta ahora era su din¨¢mica. La cara de pasmo, por cierto, entra?a dedicaci¨®n a tiempo completo e impide cualquier otra actividad. Es la que gesticulan las parejas momentos antes de la tragedia, cuando a¨²n no han puesto nombre a lo que les pasa. Los partidos, por el pasmo ese que les copa, no pueden, as¨ª, poner nombre a lo que pasa. No obstante, sin demasiada convicci¨®n, van naciendo posicionamientos nuevos. Varios ¡ªICV-EUiA, IU e, incluso, glups, UPyD¡ª, han manifestado voluntad constituyente. Y algo pasa en los PS, esa cosa cuya funci¨®n era que no pasara nada. El PSPV, un PS que ya sabe que no ser¨¢ la izquierda hegem¨®nica de su biotopo, ha emitido una propuesta federalista que, en efecto, tiene aspecto de propuesta federalista y no de botijo. Y ya ha aludido a la monarqu¨ªa bajo los adjetivos, zas, inoperante y corrupta. Pero todo eso, impensable hace pocos meses, quiz¨¢s ya no es suficiente. La sociedad est¨¢ ya en otra casilla.
Por ejemplo, ha desarrollado el derecho a la vivienda. La Obra Social de la PAH, verbigracia, est¨¢ asumiendo funciones de Estado. Desde una idea de ampliaci¨®n de la democracia ¡ªdesaparecida en el Estado¡ª, ofrece a la ciudadan¨ªa alquileres sociales ¡ªel 30% del salario; el 0%, si el salario es 0¡ª. Para ello ha ocupado, hasta la fecha, siete edificios, en Girona y el Vall¨¨s, propiedad de bancos rescatados. En uno de ellos ya se ha cerrado la negociaci¨®n con el banco propietario del inmueble, que facilitar¨¢ vivienda a 11 familias por un alquiler bajo. Otra funci¨®n ¡ªde Estado¡ª que realiza, es la reubicaci¨®n de familias desahuciadas, ocupando viviendas ¡ªcom¨²nmente, la vivienda de la que han sido expulsados¡ª, sin que hasta la fecha se haya producido ninguna demanda por usurpaci¨®n. Para valorar el fen¨®meno, conviene recordar que la Obra Social de la PAH no es la ¨²nica organizaci¨®n del ramo. Ni siquiera, la mayoritaria. En Sabadell, por ejemplo, las familias que ocupan sin trade-mark PAH son m¨¢s de 40. Este fen¨®meno, por otra parte, ya es peninsular. En Sevilla es quiz¨¢s donde se ha llegado mas lejos, con una decena de edificios ocupados, en este caso, por el 15M. Al parecer, el movimiento ha accedido a la propiedad de alguno de esos inmuebles. Lo que, de ser as¨ª, dar¨ªa paso a un nuevo tipo de propiedad: lo com¨²n. Habr¨ªa fabricado, en fin, una figura constituyente. Y todo ello, sin partidos, que no han sido capaces de intelectualizar, en todo este tramo, ni las causas, ni el proceso, ni sus resultados.
La Obra Social de la PAH, verbigracia, est¨¢ asumiendo funciones de Estado. Desde una idea de ampliaci¨®n de la democracia, ofrece a la ciudadan¨ªa alquileres sociales
Empieza a haber voces que explican la necesidad de que los movimientos establezcan di¨¢logo con los partidos. Amador Fern¨¢ndez-Savater est¨¢ centrando ah¨ª su periodismo emitido desde Madrid, y Joan Subirats est¨¢ haciendo lo mismo desde Barcelona. Precisamente, Subirats ha presentado la PAH como un espacio de encuentro, un lugar al que los partidos pueden mirar para saber lo que pasa y lo que viene. Viene un proceso ¡ªo, mejor, muchos y en muchos sitios¡ª constituyente(s). O viene su negaci¨®n violenta. La PAH, y otros grupos, no solo son ese proceso constituyente. Son algo incluso m¨¢s cotidiano: ya son fuentes de derecho, en tanto prefiguran nuevas figuras. Y, con ello confirman lo que son procesos constituyentes: realidades sociales, pol¨ªticas, jur¨ªdicas, m¨¢s justas, frente a un R¨¦gimen que ¡ªlo sabr¨¢ si lee la prensa, p¨¢ginas de tribunales y econom¨ªa¡ª, se hunde. De hecho, lo ¨²nico que no est¨¢ pasando, lo irreal, lo que solo es nada y pasmo, es todo aquello que no es constituyente, sino instituyente: lo que es intento de subsistir como sea, por parte de una cultura pol¨ªtica de 35 a?os de edad, implosionada.
La sociedad est¨¢ luchando por vivir y ampliar la democracia contra un Estado que la recorta. Los partidos deber¨ªan interesarse por lo que hace la sociedad. Y sumarse. O sumarse a su represi¨®n econ¨®mica y de la otra. Pasmarse, ya es eso.
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