La casa por la ventana
Avalancha de p¨²blico en la fiesta anual compartida entre La Casa Encendida y Radio 3
El men¨² era demasiado sabroso como para no derivar en avalancha de p¨²blico: 22 grupos de alto nivel, 11 horas de m¨²sica ininterrumpida en vivo y entrada gratuita. La Radio Encendida, fiesta compartida anual de Radio 3 con La Casa Encendida, podr¨ªa haberse rebautizado en esta und¨¦cima edici¨®n como La Casa por la Ventana. Peligro: tambi¨¦n se muere de ¨¦xito. Con seguidores de Dorian o Fangoria haciendo cola desde las diez de la ma?ana ¡ªlo que implicaba medio d¨ªa de guardia callejera¡ª, el trasiego de p¨²blico fue abrumador y desaconsejable para extremidades inferiores poco entrenadas. Entre idas y venidas, la jornada reuni¨® a unos 6.500 asistentes, cifra que da para pensar en futuras ubicaciones m¨¢s amplias. Pero reconozcamos el notable nivel de muchas actuaciones y una producci¨®n de horarios matem¨¢ticos, algo a lo que no estamos muy habituados por estos confines europeos.
El primer plato fuerte llegaba a las cinco de la tarde con Kiko Veneno, candidato desde ya a la extra?a pareja del a?o por su ins¨®lita alianza con Ra¨¹l Fern¨¢ndez Refree. Veneno toca junto a tres barbudos que podr¨ªan ser sus hijos, pero consigue estimular y desconcertar al tiempo. Y eso, a los 60, es para hacer reverencias. Baste un dato: la dosis de bilis y vitriolo de Mala suerte (?una rumba punk?) no est¨¢ al alcance de casi ning¨²n veintea?ero.
El patio central estaba abarrotado con
El estreno de Impronta, de Lori Meyers, fue mucho m¨¢s t¨ªmido, en formato de tr¨ªo ac¨²stico. Los granadinos han recuperado el encanto instant¨¢neo del pop mel¨®dico, aunque sus letras siguen en un nivel de pavorosa puerilidad. M¨¢s abarrotado estaba el patio central con el quinteto barcelon¨¦s Dorian y su primera aproximaci¨®n a La velocidad del vac¨ªo: electropop melodram¨¢tico o al hedonismo desde la congoja. Marc Gili es un muchacho de belleza p¨¢lida, pero el efecto en su p¨²blico es endemoniadamente euforizante.
El rosario de intervenciones, a raz¨®n de media hora por barba, fue casi inabarcable. L.A., la banda del mallorqu¨ªn Luis Albert Segura, tambi¨¦n alborot¨® el escenario grande con el adelanto de su inminente Dualize, disco que sigue sonando a contagioso rock californiano y est¨¢ producido por un tipo bien interesante, Richard Swift. Tambi¨¦n hubo chirriar de guitarras con el estreno de El apocalipsis, segunda entrega de Mucho. La banda, una de las escisiones de Sunday Drivers, contin¨²a hurgando en el rock de los setenta y dando la sensaci¨®n de que el cuarteto a¨²n no ha acertado con el mejor de sus discos posibles.
Para el auditorio subterr¨¢neo quedaron comparecencias de un formato te¨®ricamente m¨¢s ¨ªntimo. La m¨¢s desconcertante fue la londinense Alessi¡¯s Ark, ¨²nica inclusi¨®n no nacional del cartel, una muchacha de 22 a?os y piezas m¨¢s l¨¢nguidas que su propio aspecto. Si a ello le a?adimos que en ocasiones olvid¨® la letra o se trastabillaba con los acordes, la sensaci¨®n result¨® algo embarazosa. Los vascos McEnroe desarrollaron su ya caracter¨ªstico rock ralentizado y trist¨®n, que habla del lorazepan (un ansiol¨ªtico) en las letras y se acerca m¨¢s al llanto que al canto. Los redivivos Grupo Salvaje han acentuado sus chaparrones el¨¦ctricos, como nuestros Crazy Horse. Y no deja de sorprender la expectaci¨®n creciente que generan los peculiar¨ªsimos Guadalupe Plata, un tr¨ªo que se va con el blues por los cerros de ?beda. Son marcianos, diferentes, fronterizos, algo tarantinos. Aunque el entusiasmo se va disipando a medida que deriva en reiteraci¨®n.
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