Montserrat Caball¨¦: la ¨²ltima gran diva cumple 80 a?os
La soprano sigue en activo, buscando los repertorios que mejor se adaptan a su estado vocal
Hablar de Montserrat Caball¨¦ (Barcelona, 12 de abril de 1933) es hablar de una leyenda viva del mundo de la ¨®pera, de la ¨²ltima gran diva del canto que merece ese t¨ªtulo, no solo por su milagrosa voz, sino por una personalidad desbordante que ha sabido ganar adeptos en todos los confines del planeta. Todo el mundo conoce a Caball¨¦: los fan¨¢ticos de la ¨®pera y los que no la soportan. Quienes han tenido la suerte de verla en un teatro en sus mejores a?os, cantando Norma, La traviata, Tosca o Salom¨¦ con una t¨¦cnica que es un puro milagro vocal, con un fiato portentoso y unos pianissimi de ensue?o, saben que Caball¨¦ es uno de esos fen¨®menos que se producen en la historia de la ¨®pera muy de tarde en tarde. Enrico Caruso, Maria Callas, Luciano Pavarotti, Pl¨¢cido Domingo¡ artistas que traspasan fronteras, llegan al gran p¨²blico y se hacen un hueco en el imaginario popular. Si sales a la calle y preguntas el nombre de una gran soprano, en Barcelona, Madrid, Pek¨ªn, Mosc¨² o Nueva York muchos pronunciar¨¢n su nombre sin dudarlo, aunque jam¨¢s hayan pisado un coliseo l¨ªrico. Para el gran p¨²blico, pese a quien pese, Caball¨¦ es sin¨®nimo de arte l¨ªrico.
Cumplir 80 a?os ya es de por s¨ª un triunfo vital. La mayor¨ªa de divos que llegan a esa edad suelen celebrarlo retirados de la escena. Pero Caball¨¦ sigue en activo, buscando los repertorios que mejor se adaptan a su estado vocal, descubriendo joyas l¨ªricas en las bibliotecas, canciones del repertorio espa?ol, italiano, franc¨¦s y alem¨¢n con las que, cuando est¨¢ en forma, sorprende al p¨²blico. Nadie mejor que Caball¨¦ sabe que la leyenda Caball¨¦ es su peor enemigo, que la comparaci¨®n con su pasado no tiene sentido porque si la diva catalana sigue pisando los escenarios es porque necesita la emoci¨®n compartida del canto para seguir siendo ella misma.
Hablar de Caball¨¦ en el Gran Teatro del Liceo es hablar de la historia art¨ªstica del coliseo barcelon¨¦s en el ¨²ltimo medio siglo. El domingo 7 de enero de 1962 se estrenaba en Espa?a Arabella, de Strauss, su compositor favorito, y con esta ¨®pera se iniciaba una relaci¨®n apasionada: la soprano barcelonesa ha interpretado en el Liceo sus grandes personajes: Maria Stuarda, Roberto Devereux, Lucrezia Borgia, Il pirata, Aida, Un ballo in maschera, Don Carlo, I vespri siciliani, Manon Lescaut y, naturalmente, Norma: su Casta diva figura entre esos momentos gloriosos que constituyen la banda sonora de una carrera ¨²nica.
Para millones de espectadores, la generosa y contagiosa risa de Caball¨¦ resulta familiar: esa proximidad, esa humanidad ha generado muchos minutos de gloria televisivos. Esa imagen de diva capaz de reinventarse as¨ª misma es la clave del ¨¦xito mundial de su sensacional v¨ªdeo de Barcelona junto al malogrado Freddie Mercury que dio la vuelta al mundo y permanece en la memoria de millones de personas. O sus apariciones televisivas, que la han convertido en una de las artistas m¨¢s queridas en Austria, Alemania y Rusia. Pero que nadie se enga?e, bajo esa apariencia amable se esconde una voluntad de hierro, una artista disciplinada, exigente e intransigente con la mediocridad. Por eso la han respetado siempre directores como John Barbirolli, Herbert von Karajan, Georg Solti, Carlo Maria Giulini, Riccardo Muti, James Levine, Georges Pr¨ºtre. Y tambi¨¦n grandes directores de escena, como Robert Wilson, que se declara devoto admirador de la gran soprano.
Su carrera refleja tambi¨¦n sus gustos y preferencias, con especial atenci¨®n al belcantismo y el gran repertorio l¨ªrico franc¨¦s y alem¨¢n. Y la curiosidad, el empe?o en descubrir personajes, ¨®peras y canciones significativas que merecen ser rescatadas del olvido. Ha compartido escenario con las mejores voces de varias generaciones, pero es dif¨ªcil no destacar su especial qu¨ªmica con Jos¨¦ Carreras y sus grandes ¨¦xitos con Pl¨¢cido Domingo, Alfredo Kraus o Carlo Bergonzi. Hay cr¨ªticos que elogian la vocalidad de Caball¨¦, pero critican su faceta como actriz. Nunca ha tenido, es cierto, la revolucionaria fuerza teatral de Callas, ni, por supuesto, el f¨ªsico de pel¨ªcula que hoy se exige en los grandes teatros. Pero no le ha hecho falta para entrar por derecho propio en la historia de la ¨®pera. Y en los concursos de canto, tarde o temprano, las j¨®venes promesas acaban escuchando la misma sentencia: el f¨ªsico es muy importante, pero si tienes una voz como la de Montserrat Caball¨¦, no te hace falta nada m¨¢s para triunfar en la ¨®pera. ?Felicidades Montse!
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