¡°Comprender la maldad con los libros puede evitar el sufrimiento¡±
¡°Hay pocos libros sobre v¨ªctimas y muchos sobre la gente que mata¡±, dice el autor colombiano
El escritor y periodista H¨¦ctor Abad Faciolince (Medell¨ªn, Colombia, 1958) llev¨® a El olvido que seremos (2005), la biograf¨ªa en forma novelada de su padre, un m¨¦dico volcado en la sanidad p¨²blica y defensor de los derechos humanos asesinado por un sicario.
De esta obra, su mayor ¨¦xito, dijo Mario Vargas Llosa que es ¡°uno de los m¨¢s elocuentes alegatos que se hayan escrito en nuestro tiempo y en todos los tiempos contra el terror como instrumento de la acci¨®n pol¨ªtica¡±. Sobre ese libro habl¨® ayer en el festival literario Gutun Zuria, que se celebra en Bilbao, al d¨ªa siguiente de haberlo hecho con presos de la c¨¢rcel de Basauri.
Pregunta. ?Por qu¨¦ escribi¨® sobre la vida de su padre?
Respuesta. La experiencia va nutriendo la escritura. Uno acaba de entender lo que le pasa cuando empieza a escribir, a traducirlo a palabras. Si la violencia se mete en tu casa y tienes el oficio de escribir, ?c¨®mo no hacerlo? Es una traici¨®n a tu oficio y a tu vida dar la espalda a una de las experiencias m¨¢s duras que has vivido. No lo puedes olvidar y en un momento toca hacerlo; es bueno. Hay que contarlo para que se sepa. En El olvido que seremos era muy importante trasladar la vida de mi padre a unas palabras para que mis hijos pudieran recrear una experiencia que no tuvieron, para no privarles, en parte, del abuelo que no conocieron.
P. Reconstruir la memoria con la literatura.
R. La memoria se parece mucho a la fantas¨ªa. Es una reconstrucci¨®n loca de lo que creemos que pas¨®. Nadie recuerda lo mismo; estamos en la realidad de forma muy distinta. No es solo selectiva, sino que inventa.
P. ?Y como periodista?
R. Un periodista tiene que ser un testigo lo m¨¢s fidedigno posible, casi como un cient¨ªfico. Tiene que aportar pruebas de que vio fue as¨ª: documentos, testimonios, fotograf¨ªas. A veces trato de hacerlo as¨ª tambi¨¦n en los libros; intento hacer una especie de reporter¨ªa para demostrar y demostrarme a m¨ª mismo que es verdad.
P. El olvido que seremos ha servido para dar a conocer en otros pa¨ªses la violencia en Colombia.
R. Es un efecto colateral no buscado. Yo no pretend¨ªa resumir unas d¨¦cadas de historia de Colombia. Sin embargo, como hay pocos libros sobre v¨ªctimas y muchos sobre la gente que mata, mucha gente tom¨® el libro como un arquetipo de muchas v¨ªctimas. Quienes padecieron muy de cerca los efectos de la violencia tomaron a esta v¨ªctima como alguien que los representaba.
La memoria es una reconstrucci¨®n loca de lo que creemos que pas¨®¡±
P. ?Puede ser trasladable a la sociedad vasca, que tambi¨¦n ha sufrido la violencia?
R. Yo creo que s¨ª. No hay sociedades sin violencia. Nosotros tenemos una sociedad m¨¢s violenta que ¨¦sta, pero en la m¨¢s pac¨ªfica se cometen dos asesinatos al a?o. Y esos dos se sienten de la misma manera que 2.000 o 3.000. All¨¢ [en Colombia] el problema es m¨¢s complejo. Todav¨ªa la guerrilla de las FARC no ha ofrecido, como hizo ETA, un alto el fuego unilateral. Es m¨¢s complejo, son 8.000, en la selva. Cuando la cantidad de violencia es enorme es m¨¢s dif¨ªcil de resolver.
P. ?La literatura, escribir libros de ficci¨®n, ayuda a resolver los conflictos violentos?
R. Steven Pinker, en un libro muy interesante sobre la violencia, y estoy de acuerdo con ¨¦l, piensa que la novela burguesa del XVIII y el XIX ayud¨® a educar a las personas en la empat¨ªa, en la capacidad de ponerse en el lugar del otro. ?l demuestra con cifras que la violencia ha disminuido en los ¨²ltimos siglos y cree que, en parte, se debe a la Rep¨²blica de las Letras, a una mayor conciencia del sufrimiento que genera la violencia. No confiar¨ªa en que despu¨¦s de los libros de Primo Levi o Jean Am¨¦ry vuelva a suceder un holocausto. O despu¨¦s de las grandes obras sobre el esclavismo, vuelva un Estado esclavista. Algunos confiamos en que en el mundo hay un progreso moral; con todo lo terrible que es, el mundo actual es menos terrible que el que permit¨ªa la esclavitud o exterminaba a los gitanos, a los enfermos y los jud¨ªos, o guerras que arrasaban todo. Hay gente que ve el mundo contempor¨¢neo como lo peor; yo no. Creo que los ideales de la Ilustraci¨®n europea siguen vivos.
P. ? Y por qu¨¦ no llegan tantas historias sobre las v¨ªctimas a la literatura?
R. Es muy atractivo y m¨¢s f¨¢cil hablar de la maldad en los libros; se lee con fascinaci¨®n, con temor. Los buenos pueden ser cursis. Muchos libros no idealizan a los matones, son cr¨ªticos, y comprender con ellos la maldad tambi¨¦n puede servir para evitar el sufrimiento de muchos. Acabamos cansados de tanta bondad en las historias de santos, y creo que ya estamos cansados de historias de malos, de narcos, de asesinos, de guerrilleros. Yo creo que hac¨ªa falta una historia de un se?or que no era tan malo. Todos somos una mezcla de bondad y maldad, pero mi padre era bueno.
P. ?C¨®mo respondieron los presos de Basauri?
R. Preguntaron mucho. Hablamos de nuestras experiencias. Se interesaron por la experiencia de la lectura, por el lenguaje, por el m¨¦todo de escritura. Los presos no preguntan cosas muy distintas al resto de la gente. Leer es una de las pocas soluciones a ese exceso de tiempo y falta de espacio que hay en las c¨¢rceles. Leer nos saca del sonsonete de las obsesiones propias y nos lleva a otra realidad. Para m¨ª la lectura es una liberaci¨®n.
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