El victimismo del PP
En su desesperaci¨®n, el PP cae en el exceso de justificar la xenofobia y presentar como ¡°nazis¡± a quienes protestan
El alcalde de Badalona, Xavier Garc¨ªa Albiol, tendr¨¢ que sentarse en el banquillo de los acusados por haber difundido panfletos xen¨®fobos contra gitanos rumanos. El alcalde se declara v¨ªctima de una operaci¨®n pol¨ªtica (siempre la misma excusa, ?qu¨¦ poca imaginaci¨®n!) y Alicia S¨¢nchez-Camacho, que le acompa?¨® en aquella haza?a (?qu¨¦ f¨¢cil es tirar contra los m¨¢s d¨¦biles!) cierra filas con su colega. Albiol ¡°solo garantizaba una convivencia segura entre vecinos¡±, ha dicho. Convivencia a golpe de panfletos. Extra?a manera de entenderla. En principio, esta se funda en el reconocimiento y en el respeto. Pero, por lo visto y o¨ªdo, para la l¨ªder del PP catal¨¢n, la base de la convivencia es el menosprecio y el insulto.
Entiendo que S¨¢nchez-Camacho se sienta inc¨®moda por tener que ver en el banquillo a un compa?ero con el que comparti¨® fechor¨ªa. En vez de pedir disculpas por una p¨¢gina nada honorable de su biograf¨ªa y de la historia de su partido, aplaude un episodio indigno de quien dirige una ciudad. Todos estamos obligados a respetar a los dem¨¢s, el alcalde el primero. Por elemental coherencia y por dignidad personal, despu¨¦s de haber apostado su prestigio a la honorabilidad de Garc¨ªa Albiol, hay que dar por supuesto que, en caso de que el alcalde sea condenado, S¨¢nchez-Camacho abandonar¨¢ sus responsabilidades pol¨ªticas inmediatamente.
Cuando la emigraci¨®n extranjera empez¨® a ser noticia, a mediados de los noventa, pareci¨® que el PP pod¨ªa sucumbir a la tentaci¨®n del racismo. Fruto de aquellos ruidos fue la promulgaci¨®n de una ley de extranjer¨ªa que ha dado pie a muchos abusos. Y que, como casi todas las leyes de extranjer¨ªa no ha resuelto ning¨²n problema, porque estas cuestiones son sociales y de convivencia y se resuelven con tacto, con contacto y con atenci¨®n a las personas. Pero la verdad es que, salvo en algunos casos aislados, la xenofobia no ha jugado un papel relevante en las campa?as electorales espa?olas.
El PP se equivoca si quiere aparecer como v¨ªctima frente a las personas que han sido expulsadas de sus casas por desahucio
En las ¨²ltimas municipales, Catalu?a fue la excepci¨®n, de la mano del PP que, a la b¨²squeda desesperada de alguna ciudad importante que poner en su menguado curr¨ªculum, se lanz¨® sin contemplaciones por la v¨ªa de la ignominia. El trofeo de la cacer¨ªa fue Badalona, ante la incapacidad de sus adversarios pol¨ªticos de unirse para plantar cara, conducidos algunos de ellos por el miedo a no parecer generosos con los inmigrantes, es decir, por la inconfesable voluntad de conectar con las bajas pasiones ciudadanas. Una condena judicial cerrar¨ªa este triste episodio de la pol¨ªtica catalana Y quiz¨¢s la carrera pol¨ªtica de S¨¢nchez-Camacho que se dej¨® guiar por el principio que dice que el fin justifica los medios.
Las noticias judiciales sobre el alcalde de Badalona han coincidido con la ofensiva del PP contra los escraches. Sin duda la libertad de manifestaci¨®n tiene un l¨ªmite en la violencia y siempre hay espacio para la discusi¨®n sobre lo que se puede permitir y lo que no. Pero el PP se equivoca si quiere aparecer como v¨ªctima frente a las personas que han sido expulsadas de sus casas por desahucio. Por inc¨®modo que sea que un pu?ado de personas grite a la puerta de tu casa, ?qu¨¦ es esto al lado de quedarte sin ella? Buscando para s¨ª el papel de v¨ªctima, el PP solo gana en arrogancia y alejamiento de la ciudadan¨ªa. Y prueba de ello es la facilidad con la que llegan los excesos verbales. El PP est¨¢ nervioso. Y se nota. Dolores de Cospedal, la jefa del partido por delegaci¨®n de Rajoy, ha dicho algo que no se puede dejar pasar impunemente: que los escraches son ¡°nazismo puro¡±. Es sencillamente una ofensa a la memoria de las v¨ªctimas del genocidio nazi. Cospedal deber¨ªa saber ¡ªy seguro que lo sabe¡ª que las personas se?aladas por las turbas nazis se las iba a buscar a su casa, se las cargaba en un tren y se las mandaba a un campo de exterminio. ?A esta tragedia compara la suerte de sus compa?eros diputados?
Se entiende la desesperaci¨®n del PP que se hunde en las encuestas y que ve c¨®mo la conflictividad social aumenta sin ser capaz de hacer nada para mejorar la situaci¨®n de los ciudadanos. Pero la gravedad de la circunstancia requiere mesura y comprensi¨®n. Y no admite la construcci¨®n de parapetos incre¨ªbles sobre los que ocultar la falta de coraje para explicar lo que realmente se est¨¢ haciendo. Que el PP pretenda convertirse en v¨ªctima es la m¨¢s rid¨ªcula de las defensas, sencillamente porque no es cre¨ªble. Y adem¨¢s es humillante para los perdedores de verdad.
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