¡°Llegaremos a donde no alcance la Junta¡±
El activista Rafael Bl¨¢zquez es uno de los portavoces de Stop Desahucios en C¨®rdoba y lleva defendiendo derechos sociales desde la d¨¦cada de los ochenta
Hace justo dos a?os, por estas fechas, Rafael Bl¨¢zquez ya o¨ªa el ruido de una gran ola. Vivir en C¨®rdoba, lejos del mar, no importaba. La o¨ªa. Junto a muchos compa?eros, este veterano del movimiento ecologista, activista por la objeci¨®n de conciencia en los a?os ochenta y pacifista convencido, estaba preparando lo que semanas m¨¢s tarde se iba a conocer como el 15-M. Nacido en 1965, Bl¨¢zquez peinaba muchas m¨¢s canas que la mayor¨ªa de sus colegas, pero cada una de ellas aportaba la experiencia de a?os luchando en el movimiento vecinal, comunitario y social. De la gran ola que supuso aquel mes de mayo de 2011 queda uno de los procesos sociales m¨¢s activos que se recuerdan: las plataformas de afectados por las hipotecas y los grupos en contra de los desahucios de viviendas. Y C¨®rdoba no ha sido una excepci¨®n. All¨ª tambi¨¦n naci¨® Stop Desahucios.
?Bl¨¢zquez estuvo desde el principio. Para explicar el germen de lo que pas¨®, cita un libro: Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, escrito por Juan D¨ªaz del Moral y publicado por primera vez en 1929. La obra describe las organizaciones obreras y patronales de la provincia de C¨®rdoba durante el llamado Trienio Bolchevique, de 1918 a 1920, marcado por las revueltas jornaleras. ¡°Nos cuenta que la represi¨®n apagaba los focos, pero siempre quedaba un rescoldo en alg¨²n pueblo que lo volv¨ªa a avivar¡±, dice Bl¨¢zquez. ¡°Pues con el 15-M y la plataforma Stop Desahucios ocurri¨® igual. Ven¨ªamos de a?os de desmovilizaci¨®n social, pero quedaban las brasas: el movimiento de insumisi¨®n, el No a la OTAN, el 0,7%; el No a la guerra. Y el problema de la vivienda en este pa¨ªs ha vuelto a prender esas brasas¡±, explica.
En C¨®rdoba, los integrantes del 15-M no convocaron sus asambleas en una gran plaza, sino en uno de los extremos del bulevar del Gran Capit¨¢n, cruce de caminos del centro de la ciudad. Las primeras reuniones previas a la movilizaci¨®n fueron peque?as. ¡°Yo no conoc¨ªa a nadie y la mayor¨ªa de la gente era muy joven. Algunos, estaban muy preparados. Eso me llenaba de alegr¨ªa¡±, declara. Despu¨¦s de la gran marcha de aquel domingo 15 de mayo y de conocerse la acampada de Sol, en Madrid, hubo d¨ªas en que las reuniones de C¨®rdoba rozaron los mil asistentes. ¡°All¨ª se discut¨ªa sobre todos los temas: la corrupci¨®n, el medio ambiente, el paro. Y, claro, la vivienda¡±, recuerda Bl¨¢zquez.
Ya se hab¨ªan sufrido casi tres a?os de crisis. Y con ellos, miles de desahucios. Tambi¨¦n exist¨ªa la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, firmante de la convocatoria del 15-M. Pero en 2011, las portadas de los peri¨®dicos todav¨ªa no ilustraban la pesadilla que miles de familias sufr¨ªan al no poder seguir pagando los pr¨¦stamos de los bancos. ¡°Los procesos sociales siempre se generan en torno a las necesidades. Nos dimos cuenta de que lo que se necesitaba era ayudar a la gente. Y todos los problemas cristalizaban en el hecho de que hab¨ªa desahucios cada d¨ªa. Estaban echando a la gente de sus casas¡±, prosigue Rafael Bl¨¢zquez.
A partir de entonces, todo se aceler¨®. De las asambleas multitudinarias de Gran Capit¨¢n, se pas¨® a la creaci¨®n de comisiones de trabajo. Comenzaron tambi¨¦n las primeras acciones de protesta organizadas contra los bancos. ¡°Siempre l¨²dicas, creativas, reivindicativas y, por encima de todo, pac¨ªficas. Como siguen siendo ahora, por mucho que digan de los escraches. Siempre son pac¨ªficos¡±, subraya Bl¨¢zquez.
Al final del verano, el nivel de compromiso de aquellos activistas cuaj¨® en la creaci¨®n de una entidad espec¨ªfica dedicada a apoyar a quienes ten¨ªan riesgo de perder sus viviendas. ¡°No nos llamamos al igual que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca porque, del reducido n¨²mero de personas que nos constituimos, ninguno estaba en esa situaci¨®n. Pero adoptamos uno de sus esl¨®ganes y sus s¨ªmbolos: Stop Desahucios¡±. Y empezaron a trabajar.
En menos de dos a?os, los integrantes de Stop Desahucios han hecho un m¨¢ster en leyes y psicolog¨ªa. ¡°Les decimos que no est¨¢n solos, que su problema es nuestro problema. No les damos falsas esperanzas, pero les animamos a luchar. Estamos asesorados por abogados y terapeutas voluntarios¡±. Mucha de la labor se hace a trav¨¦s de la dial¨¦ctica y la escucha. ¡°Es incre¨ªble el cambio que pueden hacer solo dos horas de reuni¨®n. De llegar por primera vez abatidos, avergonzados y encorvados; a salir con otra cara, erguidos y con ganas de seguir adelante¡±, asegura el activista. Y ninguna familia de las que acudieron a la plataforma para buscar ayuda duerme en la calle. Todas siguen en sus casas o, si se lleg¨® tarde al desalojo, en otras viviendas vac¨ªas.
Hace solo unos d¨ªas que la Junta public¨® el decreto que permite la expropiaci¨®n de viviendas vac¨ªas para atajar el problema de los desahucios. Rafael Bl¨¢zquez y otros representantes de Stop Desahucios se reunieron con la consejera de Vivienda, Elena Cort¨¦s, en las comisiones previas que se mantuvieron para armar legalmente el documento. ¡°El resultado es una herramienta que va a en la buena direcci¨®n. Pero creo que se queda corta porque no se acabar¨¢ con todos los desahucios¡±, apunta el activista. ¡°Pero nosotros estaremos all¨ª donde no llegue el decreto. Ning¨²n desahuciado se va a quedar en la calle habiendo casas vac¨ªas¡±, asegura. Solo en C¨®rdoba capital hay 17.562 viviendas vac¨ªas, seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE, lo que para Rafael Bl¨¢zquez es una raz¨®n m¨¢s que suficiente para que nadie se quede una sola noche al raso. ¡°Si no vuelve a la suya, volver¨¢ a cualquier otra. Es as¨ª de sencillo¡±, zanja.
¡°Un desahucio, una ocupaci¨®n¡±
- "Un desahucio, una ocupaci¨®n", es uno de los gritos que pueden o¨ªrse en las manifestaciones. Desde que Stop Desahucios se puso al frente de las movilizaciones para evitar que saquen a la gente de las casas, han logrado parar los lanzamientos a los que se han enfrentado usando terminolog¨ªa legal. "Solo hemos visto c¨®mo se ejecutaba un desahucio a una compa?era nuestra, a su pareja y a sus hijos. Curiosamente, la puerta de la casa apareci¨® abierta unos d¨ªas despu¨¦s. Nuestra compa?era y su familia viven all¨ª desde entonces", resumen Rafael Bl¨¢zquez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.