Costes de la ley de Costas
El panorama que se ofrec¨ªa al visitante que acced¨ªa a Espa?a desde Francia en coche o ferrocarril hace 10 a?os era un espect¨¢culo ins¨®lito de taludes y gr¨²as. Un fen¨®meno que se desparramaba por el litoral catal¨¢n hacia levante. Un caso pr¨¢cticamente ¨²nico en Europa, especialmente si tenemos en cuenta que todo ese movimiento de tierras y mutaci¨®n del paisaje no ten¨ªa relaci¨®n directa con la mejora del territorio agr¨ªcola o con el crecimiento neto de poblaci¨®n. Una explosi¨®n que r¨¢pidamente fue case study en las universidades de Ciencias Sociales, Geograf¨ªa, Antropolog¨ªa, coincidiendo con momentos de m¨¢xima divulgaci¨®n de nuestra arquitectura en el mundo.
La presi¨®n era tal, que a la iniciativa privada se incorpor¨® la p¨²blica y, con dinero prestado, cada poblaci¨®n con salida al mar aspiraba a un puerto deportivo, en lugares tan excepcionales como Portbou, o en el delta del Ebro. Tambi¨¦n de prestado se construyeron las variantes y rotondas que transformaron el acceso a las poblaciones en un sinf¨ªn salvaje de redondeles, sumergidos en taludes, desmontes y jardiner¨ªa kitsch (no conocemos peor traducci¨®n del roundabout ingl¨¦s que nuestra versi¨®n ib¨¦rica). Tambi¨¦n revivieron viejas urbanizaciones en laderas y en la costa, paradas desde los a?os 60 y 70, adem¨¢s de florecer viviendas en las periferias de todas las ciudades, en forma de bloques o pareadas. Continuaron y se expandieron proyectos, que imagin¨¢bamos controlados por la ley de Costas, con casas aisladas u organizando conjuntos frente al mar. En los parajes agr¨ªcolas y descampados no hab¨ªa tampoco descanso: naves, granjas, casas, vallas; de todo. Ese paisaje en construcci¨®n fue la traducci¨®n visual de una situaci¨®n econ¨®mica que coloc¨® la urbanizaci¨®n de suelo y la construcci¨®n en una posici¨®n de ventaja estrat¨¦gica respecto a otras inversiones. Eso ocurr¨ªa aqu¨ª, en 2002. Pero todo este paisaje, del que nadie se hace responsable, se acab¨®. ?Ahora qu¨¦?
A la presi¨®n de la iniciativa privada se a?adi¨® la p¨²blica y, con dinero prestado, cada poblaci¨®n con mar aspiraba a un puerto deportivo
Nos gustar¨ªa hoy conocer la opini¨®n de Manuel Ribas Piera, arquitecto y urbanista, fallecido el pasado mes de marzo, respecto a la modificaci¨®n de la ley de Costas que discute el Parlamento. MRP fue un arquitecto comprometido con la construcci¨®n de la Barcelona metropolitana y con la difusi¨®n de los estudios de paisajismo en la UPC; un apasionado de los jardines y de las ciudades. Un arquitecto de sensibilidad noucentista y car¨¢cter anglosaj¨®n, con intereses vinculados a la tradici¨®n del planning regional de Rubio i Tuduri, pero a la vez seducido por la arquitectura moderna internacional. Es quiz¨¢s esa combinaci¨®n peculiar lo que hizo de MRP un refinado constructor de un conjunto de obras, que visitadas hoy nos sorprenden por ser una respuesta honesta e inteligente a un programa y a un entorno: por su exquisita integraci¨®n en el paisaje como la casa Tona en Pallars o su propia casa en Gr¨¤cia, por su elegante radicalidad como la vivienda hexagonal en la Cerdanya o los Laboratorios Uriach en el Clot, por su modernidad y cuidado encaje urbano como el edificio en el paseo de Sant Feliu.
En su ¨²ltima lecci¨®n como catedr¨¢tico de la Escuela de Arquitectura, MRP insist¨ªa en el necesario control c¨ªvico del urbanismo y en el valor irradiante de la arquitectura. Una intuici¨®n que surge del convencimiento de que las ciudades y su estudio forman parte de una unidad, de un ecosistema, en el que construido y vac¨ªo, tierra y piedras no pueden proyectarse, ni pensarse, de manera aislada. Hoy sabemos cu¨¢nto esta visi¨®n, que entiende la ciudad como una parte del paisaje, es esencial no solo por criterios est¨¦ticos o formales, sino tambi¨¦n por razones estructurales. Son cuestiones ecol¨®gicas y medioambientales, de los que cuelga nuestro futuro: en las que el control y la evaluaci¨®n del ¡°riesgo¡± deber¨ªa guiar las decisiones sobre las estrategias y las leyes (discusi¨®n creciente en Estados Unidos tras los desastres ambientales provocados por el cambio clim¨¢tico). El ¨²ltimo art¨ªculo de MRP en EL PA?S, Eurovegas, vender la dignidad, iniciaba de manera emocionante: ¡°La tierra es el m¨¢s preciado patrimonio nacional. Un patrimonio al que no deber¨ªamos renunciar y que es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, lo que nos distingue y nos une¡±. En el debate actual sobre el litoral, que pone sobre la mesa el futuro ambiental de nuestro pa¨ªs, nos falta el criterio, el inter¨¦s c¨ªvico y la pasi¨®n radical por el paisaje y la ciudad de MRP.
Maria Rubert de Vent¨®s es arquitecta y catedr¨¢tica de Urbanismo de la Universitat Polit¨¨cnica de Catalunya.
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