La etapa Saura
Tras resistir la 'opa' del PSC, la direcci¨®n saliente logr¨® consolidar a ICV como opci¨®n rojiverde
Con la sustituci¨®n de Joan Saura en la presidencia de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) en la asamblea del pasado fin de semana, culmina el relevo de la generaci¨®n que dirigi¨® la transformaci¨®n del PSUC en otra cosa tras la implosi¨®n en 1981 del partido de los comunistas catalanes y la etapa de confusi¨®n que le sigui¨®. El grupo de j¨®venes que en 1986 impulsaba y sosten¨ªa el liderazgo de Rafael Rib¨® ha coronado la tarea de reconvertir el grueso del PSUC en la formaci¨®n rojiverde que, con altibajos, se ha mantenido entre el 7% y el 9% de los votos en las elecciones auton¨®micas y ha logrado mantener su representaci¨®n en las Cortes.
Encabezado por Saura, el grupo en el que entre otros estaban Jaume Bosch, Jordi Guillot, Eul¨¤lia Vintr¨®, Francesc Baltasar y Llu¨ªs Tejedor llev¨® a cabo una doble operaci¨®n, dif¨ªcil y complicada: consist¨ªa en, por una parte, elaborar un relato ideol¨®gico y pol¨ªtico que constituyera una evoluci¨®n l¨®gica y cre¨ªble del eurocomunismo de los ¨²ltimos a?os del PSUC, el ecosocialismo. Por otra parte, en garantizar un cuerpo material a esta apuesta con base en la tradici¨®n pol¨ªtica del PSUC, en abierta competencia con los prosovi¨¦ticos del PCC y el PSC de Raimon Obiols para hacerse con ella. Saura y sus compa?eros rechazaron la potente opa de absorci¨®n lanzada por el PSC y, al mismo tiempo, lograron que el PCC quedara reducido a un grupo extraparlamentario.
En uno de los muchos avatares que esta pugna registr¨® se produjo la ruptura con el PCE y con Izquierda Unida de Julio Anguita, de tal manera que se estableci¨® un tipo de relaci¨®n entre partidos catalanes y sus hom¨®logos del resto de Espa?a que a la postre ha resultado ser bastante funcional, consistente en la libre asociaci¨®n para fines concretos sin dependencia org¨¢nica de ning¨²n tipo. Tanto en el ¨¢mbito estrictamente catal¨¢n como en el espa?ol, la consolidaci¨®n de ICV durante la etapa de Saura consagra la tozuda persistencia de una gran diversidad pol¨ªtica y organizativa en el ¨¢mbito de la izquierda.
Tal como est¨¢n las cosas, es ilusorio pensar que para que gobierne la izquierda hay otra posibilidad a la coalici¨®n
A Saura le correspondi¨® en 2003 el honor de firmar el pacto con el PSC y Esquerra Republicana (ERC) que llev¨® a este plural conjunto de las izquierdas al Gobierno de la Generalitat por primera vez desde 1980. Luego le toc¨® codirigir la coalici¨®n junto con Pasqual Maragall y Josep Llu¨ªs Carod en lo que result¨® ser una tarea superior a las fuerzas de los tres interlocutores. Ni Maragall controlaba suficientemente al PSC, ni ¨¦l ni Jos¨¦ Montilla pod¨ªan responder por el PSOE de Rodr¨ªguez Zapatero. Carod no pod¨ªa decidir, ni por asomo, por la Esquerra de Joan Puigcerc¨®s. Ni, desde luego, Saura pod¨ªa dirigir la coalici¨®n tripartita desde la posici¨®n minoritaria que le hab¨ªan dado los electores.
Este es uno de los aspectos de los siete a?os de Gobierno conjunto de las izquierdas catalanas sobre los que los tres partidos deber¨¢n reflexionar, y aportar soluciones, si quieren gobernar de nuevo el pa¨ªs: una coalici¨®n necesita una direcci¨®n potente y efectiva y sin ella es inevitable que las derivas partidistas da?en al conjunto. Tal como est¨¢n las cosas, es ilusorio pensar que para que gobierne la izquierda hay otra posibilidad a la coalici¨®n.
La ICV cuya direcci¨®n asumen ahora Joan Herrera y Dolors Camats afronta entre otros el reto de mantenerse como partido de referencia para las luchas populares en una sociedad en la que las clases no son como eran. Como herederos de la tradici¨®n de lucha del PSUC, los dirigentes de ICV aspiran a continuarla. Pero nada est¨¢ garantizado y ah¨ª est¨¢n para demostrarlo unos movimientos sociales que no necesitan de los partidos para lanzar luchas altamente expresivas del malestar provocado por las crisis financiera y econ¨®mica. O para expresar la angustia nacional en que se halla inmerso el catalanismo desde el fracaso de la revisi¨®n del estatuto de autonom¨ªa.
Y si ya no hay partidos de clase porque las clases ya no son lo que fueron ni, sobre todo, c¨®mo fueron, tampoco hay partidos solo para federalistas o independentistas. La coexistencia dentro de ICV de federalistas e independentistas da fe de otro de los cambios en la esencia de los partidos. No hay dogmas. No hay f¨®rmulas seguras. Ya pas¨® el momento en que la autonom¨ªa pod¨ªa ser la soluci¨®n para todos. Y en un pa¨ªs en conflicto con el modelo constitucional no hay tampoco dentro de cada uno de los partidos de la izquierda, de momento, una respuesta ¨²nica a esta crisis.
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